Jasha estaba más histérica con cada cosa que veía de esa niña, lo peor de todo eso, es que ni señal había, por lo que frustrada decidió mejor quedarse sentada estudiando a la pequeña vida que se parecía mucho a ella. Yara era la hija de Kadir, el hombre que sin duda alguna le ponía los pelos de punta con cada cosa, sin embargo, en esos momentos deseo bastante no ser tan imbécil.
— Escucha, es raro verte y que tu padre todavía no haya enviado a sacarnos de aquí —Jasha comenzó a hablar—. ¿No se supone que debes estar en la escuela a estas horas?
— No, papá dijo que podía venir a la empresa a pasar tiempo con él, ya que tiene mucho trabajo por hacer —respondió la pequeña, acercándose a ella—. Eres tan hermosa. Me parezco a ti. Me gusta.
— ¿Segura que eres una niña normal? — Jasha tocó otra vez la mejilla de la pequeña—. Eres idéntica a mí en todo —susurró lo último—. Sigo sin creer que querías conocerme. Tu padre me odia en estos momentos y lo ha hecho de igual modo desde que tenía tu edad.
— Escuché que lo querías comprar para ti cuando tenías cinco —la pequeña levantó sus dedos—. Yo quiero que seas mi mamá. Tienes mucho dinero y podemos decir…
— Espérate, mocosa —masculló Jasha, apretando el puente de su nariz—. Apenas tengo veinticinco, no recuerdo haber dejado en algún momento mis óvulos por ahí… y para rematar el paquete tu padre me odia.
— A mí no me importa —farfulló Yara, poniendo los ojos en blanco—. Yo no quiero a Anne, ella es la mejor amiga de mi papá, pero dice que mi mamá murió por mi culpa, y eso me molesta mucho.
— Es entendible que te moleste, pero eso no quiere decir que debas estar todo el tiempo… —algo hizo clic en su cabeza, y sonrió sin ser una persona disimulada—. Entonces no quieres esa mujer en tu vida… —se pasó la lengua por los labios—. ¿Y por qué me quieres a mí?
— Pues porque es algo que quiero —Yara se acercó mucho a ella—. No me das miedo, es más, me gustas más que ella. Nunca conocí a mi mamá, porque murió después de que nací.
— ¿Y si yo no quiero ser tu madre?
— ¿Me ves con cara de que me importe que no quieras? Si digo algo, pues se hace —Yara echó su cabello hacia atrás—. Me gustas…
— ¿Aló? —ambas miraron hacia dónde estaba la dichosa voz haciendo acto de presencia—. ¿Jasha? ¿Yara?
— Es tu papá —Jasha se puso de pie, presionado el botón—. En verdad estoy por considerar seriamente el hecho de darte el puesto que tanto querías Kadir —ella puso una mano en jarra—. ¡El elevador no tiene mantenimiento!
— La luz se fue en gran parte del Estado —Kadir se justificó—. ¿Y Yara?
— Está muriéndose aquí, porque ni para ser un padre responsable sirves en esta vida —le guiñó un ojo a la pequeña—. Te lo diré ahora, si no me sacas de aquí en tres minutos, voy a matarte desde el más allá.
— No tienes que ser tan extremista con eso —él se aclaró la garganta—. Ya está la energía de emergencia de la empresa, solo estamos esperando investigar qué demonios pasó como para que ustedes dos quedaran atrapadas y la energía de emergencia no sirviera como se debe.
— Bien, deben darse rápido, porque si no estoy mal, el aire que contienen los tubos de ventilación del elevador, están por agotarse.
Ni esperó a que él dijera algo más, terminó la dichosa llamada y decidió tomar asiento bien lejos de la niña. Comió lo poco que le quedaba del dulce, tratando de buscar señal y comunicarse con sus padres, pero lo más seguro es que ambos anden tomando el primer vuelo hasta UTAH o que su tío Kiral esté llegando al edificio con cientos de hombres armados porque cree que fue un atentado contra ella.
Estaba cansada, con hambre y el dulce no ayudaba mucho con su malhumor. Yara se le quedó mirando por unos segundos, antes de sentarse delante de ella y verla con cara de victoria.
— Dios santo, aléjate de mí —se puso de pie—. Eres una cosa horrible, no quiero tenerte cerca.
— ¿Entonces por qué te comes mis dulces? ¿Eres así de cruel con todos o solo conmigo?
— Es que te miro y solo pienso que a lo mejor cometí algún pecado —susurró pegando su frente en la pared—. Yo no entiendo cómo es que te pareces tanto a mí físicamente.
— Porque eres bonita —Yara le tocó la pierna, y Jasha gritó del susto—. ¿Por qué estás gritando?
— Es que me estás tocando…
— ¡Es que quiero hacerlo! —gritó la pequeña, queriendo llorar—. ¡Deja de no quererme!
— ¿Vas a llorar? —cuestionó abriendo los ojos como platos—. Mira, yo no sé quién eres en realidad. Lo único que quiero es irme de aquí, comer algo…
Yara hizo un puchero, dio la vuelta y se sentó dándole la espalda antes de comenzar a llorar de manera dramática, tal y como ella lo hacía en el pasado. Santo cielo, esa niña tenía todo en ella. Se mordió el labio, para no darse contra la pared y huir. Esa niña solo era una jodida manipuladora asquerosa que quería mucho con ella, pero no lo iba a conseguir, eso sí que no, joder. Se sentó a su lado, apoyando la espalda en la pared, y fijando la vista en el frente.
— Cuando tenía tu edad —comenzó a decir—. Quería conocer a mi papá, porque mi mamá me hablaba sobre él y me mostraba fotos —rio sin humor—. No tenía idea de lo que ocurría en mi familia, puesto que vivía en Rusia con mi bisabuelo, allá era como una mini reina.
— ¿Ya no eres una reina?
— No, es mi hermano mayor, tiene treinta y vive allá desde hace muchos años —sonrió un poco—. Somos cinco, mi hermano Zeus viene en unos meses a terminar sus estudios de medicina y están los gemelos…
— Gemelos… tienes hermanos gemelos —Yara se limpió las mejillas—. Quiero tener un hermanito más, pero tengo miedo.
— ¿Miedo de qué?
— De que mi papá me deje de querer por lo que dijo esa mujer con la que se va a casar —se encogió de hombros—. Es por eso que quería conocerte.
— Deja de decir que quieres seguir conociéndome —se quitó la chaqueta que tenía puesta al ver los labios de la pequeña—. Estás helada…