Cuando despertó esa mañana, la cosa llamada Yara estaba sobre ella, durmiendo como si de verdad fuera su madre. Lo peor de todo, es que quería llegar temprano a la empresa para trabajar en su maqueta, pero ese engendro quiso que le comprara ropa igual a la de ella, por lo que tuvo que llamar a una tienda de ropa para saber si tenían la misma que ella poseía, pero en miniatura.
Dejó las cosas en el piso y comió un poco de su dulce, mientras trabajaba la base de la maqueta. Se encontraba solo con una franela puesta y la falda, ya que la blusa, la chaqueta y el calzado lo dejó en una esquina. No tenía mucho que hacer, firmó la autorización para que los residentes fueran a Arizona, con todo pago.
Lo único que esperaba era que su primo le enviara la información que quería acerca de esa que sería la esposa de Kadir, para sacarla del mapa. Yara estaba con su padre, luego de que este me maldijera en cualquier idioma.
— Señora —Aixa, su secretaria, entró a su oficina—. ¿Pedirá algo para el almuerzo?
— No, entra —le hizo una seña—. ¿Hay algo por hacer hoy?
— Sí, el señor Kiral dejó un mensaje de si necesitará el terreno para su proyecto personal —le pasó el iPad—. Hay algunas personas que quieren realizar nuevos proyectos.
— Siéntate —le ordenó a la chica—. ¿Hiciste lo que te pedí? —se enderezó para ver los expedientes—. Quiero que todos los que tienen recursos humanos se vayan alejando de los de contabilidad.
— Sí, están todos, hasta las personas de bajos recursos que buscan patrocinadores para sus proyectos —Aixa mordió su labio—. ¿Qué más debo hacer por usted?
— No, todo está bien por el momento —Jasha movió la cabeza hacia su dirección—. Estudiaste economía en la universidad y estás siendo mi secretaria en lugar de estar con los de finanzas o pedir algún traslado a otro lado.
— Cuando pedí el empleo, los de recursos humanos dijeron que necesitaban a alguien en el primer piso, no había vacantes para mí en las áreas que quise —confesó la chica—. Lamento que su primera impresión de mí haya sido de ese modo.
— Por algo te dije que no repito las cosas dos veces —echó su cabello hacia atrás—. No has cometido errores, y eso que quería que los cometieras —dijo como si nada—. No me equivoco cuando elijo a las personas. Tu expediente lo ha demostrado, de paso tú.
— ¿Quería que cometiera un error?
— Sí, así te despediría, pero eres muy buena en esto —le guiñó un ojo—. ¿Hiciste el depósito que te dije?
— Sí, su prima… —la chica negó con la cabeza—. La señora Laisha le envió los permisos para la construcción de la guardería —Aixa jugó con sus dedos—. Solo necesita el dinero…
— Dinero que la empresa no tiene por el desfalco —apretó el puente de su nariz—. Se supone que la empresa debe tener un fondo, un porciento por cada construcción, pero no hay nada.
— Sí… revisé todo eso —su secretaria salió un momento de la página en la que ella se encontraba revisando—. Sé que ha estado buscando qué falta dinero, pero todo va hacia los de contabilidad y los de finanzas reciben como si nada. No sé si ya lo sabe o se hacen de la vista gorda.
Jasha apretó la mandíbula al ver que faltaba tanto dinero que parecía ser una locura y Kadir parecía ser más un puto idiota que el jefe de la empresa. Tenía que entregarle a su padre en las próximas semanas los informes y ella no tenía siquiera idea de si podía dar ese dinero faltante sin que se dieran cuenta.
Fácilmente, podía cerrar la empresa por completo y centrarse en el turismo, pero había cientos de personas trabajando con ellos. Aunque solo estaba por el momento la constructora en UTAH, pensó en expandirla un poco más en el futuro, sin embargo, al ritmo que iban, las cosas estaban realmente difíciles.
Aixa se fue después de un rato y ella revisó la hora, se suponía que Kadir estaba en alguna reunión y Yara no había ido a molestarla todavía.
— Hola, mamá —Yara abrió la puerta de su oficina—. Vine a verte.
— En verdad tienes que dejar de decirme mamá —suspiró cansada—. ¿Qué quieres ahora de mí?
— Pasar tiempo contigo, me gusta verte —la pequeña cerró la puerta detrás de ella—. Papá dijo que debo dejar de verte, porque me sigo pareciendo a ti, pero no me importa nada de lo que él diga. De todos modos, soy tu hija.
— No estoy bromeando cuando te digo que llegará el día en el cual nos metas en un lío —susurró, pero de todos modos hizo un poco de espacio—. ¿Quieres ayudarme?
— ¿Es una casa de muñeca?
— No, es algo personal que quiero hacer pronto —confesó armando los edificios—. Es algo propio…
— Mi papá dijo que antes había visto una maqueta así, pero en la oficina de tu papá…
— Era esta oficina; aun así, él se llevó la maqueta a Londres —se encogió de hombros—. Tengo que decirte que actualmente tengo un montón de cosas en mente…
— ¿No te quieres casar con mi papá? —preguntó Yara, sacándola del sistema solar de un solo golpe—. Yo sí quiero que te cases con él. Le sacas canas verdes y mi tía Vianny dijo que eres lo que mi papá necesita en su vida.
— Con que ustedes dos ya andan haciendo planes —le pasó el pegamento—. ¿Le dijiste que estuvimos hablando de él? —le quitó el gorro, para que no se manchara—. Déjame quitarte parte de la ropa.
— No, le dije que ya no es importante para ti —Yara rio, levantando los brazos—. Ahora, anda diciendo que se siente mal.
— Es lo mínimo que se merece por ser cómo es. Un completo idiota.
Yara asintió, y le fue explicando lo que tenía que armar y cómo hacerlo. En un momento determinado, su secretaria llegó con el dulce de coco que tanto les gustaba, con unas meriendas para ambas y con el recado de que Kadir tuvo que salir a supervisar personalmente una obra que se estaba llevando a cabo.
De tanto ayudarla, Yara terminó por quedarse dormida en el sofá de su oficina, lo que ella aprovechó para trabajar en algunas cosas que no quería llevarse a casa.