Jasha bajó con cuidado del escenario, escuchando su peluca hacia atrás y deseando que Kadir no se hubiera dado cuenta de lo que estaba por hacer ese día. Joder, tenía cuatro días para que todo su plan saliera bien. Desde que le contó todo a su tío, este solo se rio, sin embargo, pensó en algo mejor y le dijo que podía bailar con una de las pelucas, un buen vestuario y que nadie se iba a dar cuenta.
— Vaya —dijo una de las bailarinas—. Para haber estado solo unas horas con nosotras, ese baile que hiciste estuvo perfecto —le retocó el maquillaje—. ¿Quién eres en realidad, preciosa?
— La sobrina del dueño —confesó como si nada—. Vengo a conquistar a mi hombre —habló con seguridad—. Es porque ese mío hasta el final de mis días —se puso un poco de labial—. No sabe que estoy aquí.
— No sabía que el amo andaba dejando a su sobrina en estos sitios tan peligrosos…
— No te hagas la idiota —le guiñó el ojo a través del espejo—. Mi tío jamás me dejaría sin protección, además, esta noche no hay invitados los cuales vengan a molestarnos.
— Bien, si tú lo dices de ese modo, supongo que puedo creerte —ella dejó salir una carcajada—. Espero que el hombre que estés buscando sea el mismo que te mandó la invitación a dónde se encuentra.
— Como que te mandó una invitación —Laisha se sentó en sus piernas, sonriendo—. ¿No quieres un trío?
— No te pases —masculló, pero la dejó en sus piernas—. ¿Quién es ese?
— El soltero lamentable —se burló otra—. Chica, eres como una bomba. Trabaja aquí y no te faltará nada.
— Nah, ya soy millonaria —respondió con orgullo—. ¿En qué trabajan ustedes? ¿Solo en esto?
— Solo aquí, por voluntad propia, preciosa —respondió la otra, como si fuera algo de orgullo—. Ve, fue un placer verlas.
— Me iré a casa —Laisha besó su mejilla, y luego se la lamió—. Me gustó salir contigo, debemos hacer esto más seguido.
— Sí, cuando Kaleb deje de ser un cabrón contigo —ella también le dio un beso en la mejilla—. Nos vemos luego, preciosa.
Laisha asintió, y fue a cambiarse de ropa. Aunque cuando eran niñas no se llevaban bien, sin duda alguna, su amistad se unificó con el paso de los años. Ambas se amaban, y eso era lo bueno, no obstante, dentro de unos meses ella tenía que irse del país para seguir sus sueños en Turquía, en dónde se encontraba su madre actualmente.
Se puso el antifaz, con las manos sudadas, y abrió la boca para tomar la pastilla que una de las trabajadoras le pasó para que su tono de voz fuera un poco distinto. La pastilla haría efecto en unos tres minutos, pero no quitaba el hecho de que iba a tener sexo con Kadir o lo que sea que harían.
Recibió una nalgada por parte de la mujer que le ayudó a prepararse ese día y fue guiada hasta uno de los privados del local. Mientras caminaba, vio cómo todos esos hombres pulcros de su empresa y otras, estaban disfrutando de tantas mujeres que le daba pena tener que ser la esposa de alguno de ellos.
En cuanto se quedó de pie en la puerta VIP, no supo por qué, pero se comportaba como una jodida virgen loca. Tocó tres veces la puerta, y bastaron al menos cuatro segundos en los cuales se le permitió entrar. Ni siquiera tuvo que ver la decoración, Kadir estaba frente a ella, notándose un poco acelerado.
— Buenas noches, señor —susurró Jasha, teniendo que retroceder un poco—. Me mandó a llamar.
— Yo no… —Kadir pasó un trago amargo al verla—. Fue un error, lo siento.
— ¿Un error? —Jasha cerró la puerta detrás de ella, y él caminó un poco hacia atrás—. Pensé que te había gustado mi baile. Acabas de herir mi orgullo.
— Te confundí con otra persona, lo siento —lo vio pasar saliva—. Eres realmente hermosa…
— Gracias —ella le golpeó la mano cuando quiso quitarle el antifaz—, por favor, respete las normas del club. No puede ver mi rostro, señor. Lo que pagaron por mí, no llega hasta ese monto.
— Entiendo —él apretó el puño—. Será mejor que te vayas…
— Puedes tomar asiento si gustas —ella lo empujó hasta la cama—. Eres el pobre hombre que se casará en unos días —ella le quitó los botones de la camisa ajustada—. Hm, supongo que debo darte una despedida digna de ti.
— Escucha —Kadir le agarró las manos, deteniendo su tacto contra él—. No sé quién te pagó por esto, sin embargo, soy fiel a mi novia. Nunca he cometido infidelidad…
— Es una lástima que ella no lo sepa, ¿no? —le terminó de quitar los botones de la camisa—. Soy tuya por todo el tiempo que quieras, amor —se pasó la lengua por los labios—. Diablos, estás bien trabajado.
— Jasha…
— ¿Jasha? —ella tensó y se alejó rápidamente de él—. ¿De qué me estás hablando?
Lo que sigue está publicado en mi perfil, en el libro:
Extras: Los errores que nos separaron
Como saben, aquí aparecen niños con mucha participación y no se pueden colocar ese tipo de escenas.
Besos y abrazos.