Esposo comprado

Capítulo 18

Jasha cruzó las piernas mientras miraba cómo todos los invitados iban saliendo del salón dónde se iba a llevar a cabo el fiasco de la boda que ella detuvo gracias a Dios. Sí, había comenzado a creer en el señor barbudo desde que todo había comenzado a salir bien en su vida, más aún, cuando vio que todo lo que en algún momento soñó estaba ocurriendo cómo se debía.

Yara estaba en sus piernas, dormida luego de haber comido tanto dulce que casi le produce dolor de barriga, pero estaba realmente feliz. Observó cómo la familia de Kadir estaba histérica, tratando de entender cómo es que Kadir había hecho algo como eso. Fue fácil, muy fácil engañarlos a todos, más aún a él que pensaba que todo iba a marchar bien en su vida.

Su plan era meterlos en prisión, luego sacarlos a todos, pero descubrió gracias a Kinian que se podían hacer más cosas, como sacar a la luz a esa maldita iglesia del demonio. Todo gracias al hombre que fue amante desde siempre de Anne, Bianca y otras mujeres.

Se espantó un poco cuando su celular vibró en su bolso, lo sacó con algo de dificultad y vio que era Kinian.

Salió mejor de lo que pensé —dejó el dulce en la silla a su lado—. Están llevándolos a la prisión en este momento.

Espero que me dejes de molestar luego de esto, mocosa impertinente —él sonaba todo menos enojado con ella—. Supongo que a partir de ahora estarás feliz.

— Lo estoy —viró un poco el rostro dándose cuenta de que Laisha se acercaba a los padres y a Vianny con unos documentos en las manos—. Ese sujeto…

— Solo quiere dinero, descuida —Kinian cortó sus palabras—. Fue bueno que ese culto quedara expuesto, yo me haré cargo de que no vuelvan a molestar en este país —siseó—. Jadiel está al tanto de todo, bueno, hablaré con tu hermano en un rato cuando esté desocupado.

— La vida de mi hermano debe ser muy buena en Rusia —pasó las yemas de sus dedos por la mejilla de Yara—. Esas grabaciones fueron fundamentales.

— Sí, fue por esa razón que tardé más en entregarte todas las pruebas —él sonaba un poco agitado—. Es mi regalo de bodas para ti. Deja de molestarme…

— Te gusta que te moleste —ladeó un poco la cabeza, mirando a Yara, dormir plácidamente—. No tenía idea de que la hija de Kadir sufría de acoso escolar por ellos.

— Fue algo breve, no pasó mucho tiempo y eran más cosas hirientes o eso me dijeron los niños cuando se los pregunté personalmente —él hizo una pequeña pausa—. Esos niños no querían hacer nada de eso, ni siquiera les pasó por la mente querer hacerlo.

Hace años fue lo contrario conmigo y mi hermano —siseó entre dientes—. Jamás se podrá eliminar esos cultos, mucho menos podremos descansar de ellos en algún momento.

Al menos me diste un buen regalo de bodas —observó detenidamente a la familia de Kadir—. Es indispensable todo lo que está ocurriendo actualmente, me gusta de una manera que no tiene explicación.

Tienes que ir a la estación de policía, lleva los documentos y deja que Laisha haga el resto.

Lo haré… y gracias por el regalo de bodas.

Kinian terminó la llamada sin despedirse, y ella abrazó un poco más el cuerpo de la niña que se aferraba a ella. Por más pruebas que tuvieran para poder apelar, jamás iban a salir de prisión, su prima estaba muy al tanto de todo, había hecho varias maestrías en ese aspecto, por lo que esperaba que esas personas jamás intentarán salir de ahí.

Con algo de dificultad, se puso de pie, caminando hacia dónde se encontraba la familia de su futuro esposo, mismos que aún estaban conmocionados por la situación.

— ¿Por qué no nos dejan ir con mi hijo? —preguntó Gabriela, al borde de las lágrimas—. Sé que él jamás haría algo como eso. Nunca mostró interés, ni siquiera cuando su padre nos abandonó.

— Su hijo firmó todos los documentos del fraude a la empresa —les dijo a los presentes, y Laisha le indicó dónde debían firmar—. Esto es algo de lo que me encargaré, pero mi prima se hará cargo de todo…

— Usted debió irse… —mencionó Paula, con curiosidad.

— Hace un rato me estuvieron hablando de tú —se dirigió a la hermana de Kadir—. Es mucho dinero, no es mi culpa esto.

— Es tu empresa…

— El fraude se hizo desde hace años —les aclaró su prima—. La firma de su hijo está ahí. Se ve claramente que él formó parte de esto. Mucho antes que Jasha decidiera venir al país para hacerse cargo de la empresa.

— Mi hijo jamás…

— Señora, sé que no es un buen momento, pero les aseguro de que todo saldrá a la luz —acomodó a Yara mejor en sus brazos—. Iré a la estación de policía —miró a su prima—. Vamos…

— ¿A dónde pretende llevarse a Yara? —cuestionó Daniel, mirándola incrédulo—. Estás muy calmada…

— Me tuteas o me tratas de usted, una de dos —ella enarcó una ceja—. Iré a la estación de policía, en donde se supone que debe estar Kadir —se encogió de hombros—. Fueron muchos miles de dólares, tal vez millones —mencionó como si no le importara—. Mis padres eran las personas a cargo, fácilmente en estos momentos estén por tomar un vuelo para saber en dónde se metió el dinero.

— En ese caso…

— Señora —Jasha sonrió sin mostrarle los dientes—. Le sugiero que se tome un momento, piense bien las cosas, porque desde este momento, todo lo que haga o diga su hijo, es su responsabilidad —miró a todos con cara de pocos amigos—. Como ya hemos dejado los puntos en claro, les sugiero que descansen, cualquier cosa…

— Cualquier cosa, nosotros iremos a la estación de policía.

— Como quiera.

Ella les pasó a una dormida Yara y con un asentimiento de cabeza, se dirigió a su prima, la cual tenía una sonrisa disimulada. Ambas se dieron la vuelta para ir hacia el auto con su chofer personal.




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