Jasha miró a Kadir, después el mar, y viceversa varias veces. El desgraciado era el actual senador de UTAH. Su hombre había sido violado por una mujer varios años mayor que él, la iglesia en lugar de investigar les dio la espalda y ni hablar de que su padre los había abandonado a medio vivir para irse con su otra familia, siendo hoy en día un supuesto respetado, pero corrupto senador del país.
Quería matarlos, sí, ella podía acabar con cualquier persona que quisiera hacerle daño a su hombre. Tampoco es que su apellido fuera el más limpio de todos en el mundo.
— ¿Y cómo se conocieron tu madre y Manu?
— En la iglesia —Kadir respondió monótono—. Él iba a la misma que mi madre, porque a pesar de lo que nos pasó, ella seguía con su fe, la mía estaba dependiendo de un hilo.
— Él no se ve como un hombre que quiera hacerle daño a tu madre…
— Para nada, es un buen hombre —él sonrió con amargura—. Mi madre no quería estar en una relación nuevamente. Con lo que le pasó con mi padre y mi expediente siguiéndome por dónde sea que vaya, fue horrible. No quería ni imaginarme siquiera lo que le ocasioné…
— Tu madre es buena, prefirió a sus hijos antes qué a su exesposo —Jasha echó los platos a un lado, para acercarse más a él—. Es lo que la hace especial —apoyó su cuerpo contra el de Kadir—. Aunque, lo más seguro es que me odies por haberme casado contigo.
— Verás que no, que si tienes un buen chisme, ella te amará —Kadir la abrazó por los hombros—. En verdad necesitaba unas vacaciones. Desde que comencé a trabajar hace más de una década en la empresa de tus padres, no tenía un respiro más que las vacaciones de Navidad.
— Es que estabas en una monotonía espantosa —Jasha entrelazó sus dedos con los de él—. Las cosas no siempre salen como queremos.
— Mi vida desde que llegaste es un estrés constante —él besó su coronilla—. ¿Te sientes bien desde que me contaste eso? —apretó un poco su mano—. Pregunto, porque te veías muy tensa.
— Sí, me encuentro mejor ahora que antes —mostró una sonrisa débil—. Eres uno de los pocos que no me juzgó o que pensó que mentía. No he regresado a Australia desde ese día, no quiero ver a la familia que destruí, o mejor dicho, a las familias.
— No me dijiste cómo fue todo…
— Según la policía y el video del auto, conduje por una fiesta de un barrio de marginados, es decir, gente pobre —levantó las cejas—. Con mi historia clasista, fue fácil para ellos deducir que nada estaba bien, por lo que con ayuda de mi familia, logré salir del país haciéndome pasar por loca.
— Es duro…
— Lo fue, más aún, cuando le dije a mi padre que iba a poner esta isla como algo turístico en lugar de una vivienda para vacaciones —arrugó la nariz un momento—. Las personas me odian por ser yo misma y por mi apellido.
— De paso por las cosas que decían a de tu familia y el incesto en el pasado —Kadir asintió como si fuera afirmación—. Se armó un revuelo, que hasta tu abuelo Damon salió a decir que podías golpear a cualquier persona.
— En mi defensa, ya los reporteros me tenían cansada a más no poder con sus impertinencias —arrugó la nariz—. Mira que intentar tocar a mi papá es una cosa tremenda.
Kadir rio sin poder evitarlo. Jasha, por su parte, se quedó a su lado sin mediar una palabra más. Ver el agua luminosa fue mucho más placentero de lo que pensó sentir en toda su vida, la calma del lugar… Kadir a su lado. Aunque, una pequeña parte de ella sabía de antemano que cuando salieran de esa isla debían enfrentarse a la felicidad.
Vio vagamente su dedo, el cual se suponía que debía tener un hermoso anillo, pero no pasaba nada más que dolores de cabeza. Un rato más tarde, ellos se encontraban recogiendo todo para irse al hotel.
Kadir sacudió la manta antes de colocársela por los hombros, puesto que la temperatura había bajado mucho.
— Toma tus pastillas —Kadir la detuvo antes de que se metiera en la cama—. Es por el dolor.
— Lo dices porque me rompiste algo más que el anastasio —Jasha hizo un puchero—. En verdad la tienes muy grande.
— Ay, no vayas a ser como esas viejas que me hicieron parecer un marginado hasta en la universidad —hizo una mueca—. En serio, mi primer trauma fue con la esposa del pastor, luego con mis vecinos, porque sí, había chicos, después en el trabajo con tu tío y por último en la universidad.
— Tu primer trabajo fue en dónde nos conocimos —ella se tomó las pastillas que él le dio—. Digamos que no me fijé en eso, solo que eras muy guapo para trabajar ahí.
— En verdad dabas miedo —le quitó el vaso—. Me asusté mucho cuando una niña de cinco años me dijo que quería comprarme, lo primero que me pasó por la mente fue que me ibas a violar también.
— Ni siquiera sabía lo que era un beso, solo había visto a mis papás besarse un par de veces y se veía asqueroso —ella se levantó de la cama para buscar algo que ponerse—. Solo te veías bonito.
— Siempre me veo de ese modo.
— Ahora te ves mejor porque eres mi esposo —ella bromeó, abriendo su maleta—. Supongo que desde ahora y más que nunca, debemos estar unidos —sacó un pijama—. Lo más seguro es que haya otro juicio, las personas estarán al pendiente de ti porque estás casado conmigo.
— Mi vida era muy tranquila antes de casarme contigo, Jasha —Kadir se estaba colocando un pantalón de chándal—. Ahora el juicio será un medio mediático para todos.
— Pues sí, lo será —se quitó el vestido, y se quedó en braga—. Pues está el mismo culto que parecen tener más vidas que otra cosa, de paso, está mi apellido y lo más seguro es que mis padres regresen al país cuando se enteren de quienes son las personas que están presentes.
— Tienes un punto.
Ella se metió en la cama. Aun así, al estar lejos de todos, él parecía estar más relajado, lo había escuchado hablar con su familia, hasta con Yara, la cual sin duda alguna debía estar odiándola. Por su parte, ni recordaba en dónde estaba su celular, mucho menos en dónde lo dejó.