Firmó los documentos que Aixa le mostró antes de leerlos. Estaba haciendo el trabajo de Kadir, ya que luego de saber que estaba enfermo, prefirió adelantar todo ese día. Arregló algunos planos de hogares que vio un poco fuera de lugar y siguiendo los cambios, le gustó el resultado.
— Señora —Aixa le mostró unas curitas—. Venga, sus dedos están poniéndose morados y se ha gastado una caja de lápiz y la segunda ya va más de la mitad —sacó las curitas—. ¿Sigue enfermo el señor Davies?
— Lo está —dejó el lápiz y dejó que la chica le pusiera las curitas—. Me duelen los dedos, y el personal que se necesita en las otras áreas —se dejó caer en la silla—. La espalda me está matando y solo quiero comer dulce de poco.
— Hay mucho dulce en la gaveta, se lo compré antes de venir —la chica tomó la otra mano—. Me dijo que no tomara más llamadas por hoy, así que las chicas de recepción no tienen permiso de pasarlas a este piso. Vianny está en el área de finanzas con la señora Laisha —siguió contándole—. ¿Se quedará a dormir en la empresa?
— Me iré más tarde de lo normal —cerró los ojos un momento—. El juicio fue más de lo que pensé que sería, pero ya estoy aquí.
— Es bueno saber que todo saldrá bien —Aixa cerró la cajita—. La dejaré trabajar. Los empleados comenzarán a irse en unos minutos.
Jasha asintió y buscó sus dulces en la gaveta antes de continuar con su trabajo. Se le juntó todo, literalmente hablando. No había tomado su celular siquiera para saber si Kadir estaba bien, a un paso del más allá o como seguía. El juicio la había dejado mal, se sentía vacía, como si ese no fuera el final que quería para esas personas en sí.
Se levantó del asiento, caminando un poco por la oficina y moviendo sus dedos para quitar la tensión de los mismos. Observó la ciudad desde donde se encontraba, el edificio de la constructora empresarial era uno de los más grandes del Estado, tanto que los otros parecían ser un buen chiste a comparación. Pensar que su abuelo Volkan construyó ese edificio al igual que el de Arizona, dejándola a ella a cargo de ambas con el paso de los años.
Extrañaba mucho a su hermano Jadiel, el cual estaba haciéndose de una buena vida, mientras que ella buscaba la manera de no cometer errores y de recordarse que Kadir no la quería.
Habían sido unos buenos meses juntos, pero las cosas en algún momento tendrían que llegar a su final después de todo. Esperaba que el plan que su abuela le dijo cuando ella tenía cinco años funcionara pronto…
— Señora… —Aixa entró corriendo a su oficina—. Me acaban de decir que algo está pasando…
— Te dije que no tomaras llamadas sin mi permiso…
— Es que no dejaban de llamar y bueno… se trata de su familia —la chica no encontraba qué decir—. El señor Davies me llamó, sus padres están aquí.
Jasha abrió los ojos como platos. Fue en busca de su celular en su bolso, desbloqueándolo y viendo que tenía muchas llamadas perdidas de sus hermanos, Joshua, abuelos y Kadir. La puerta de su oficina se abrió de par a par, mostrando a un Jedward que no estaba dispuesto a negociar cualquier cosa que ella le dijera.
— De todas las estupideces que has hecho a espaldas mías, esta sobrepasó el límite —su padre le apuntó con el dedo—. ¡Te casaste sin mi permiso!
— Todo en esta vida tiene una explicación, papá —Jasha trató de hacer que él se calmara—. Puedo explicarte todo, verás…
— Mentira, se casó con Kadir después de todo —Jadiel entró a la oficina detrás de su padre—. Mira como está. Ahora si es ella la que se va a morir.
— Silencio —Dasha quitó a su hijo del medio—. Cariño, hola —fue a abrazarla y a darle un beso en la frente cómo en el pasado—. Mira lo pálida que estás. Te encuentras aún más que Kadir.
— ¿Lo vieron? —susurró asustada, mirando de hito a hito a toda su familia—. Puedo explicarlo, solo que no pueden estar aquí. Necesito…
— ¡Pues no me iré! —le gritó Jedward, tomándola de la mano—. Con razón no me respondes las llamadas, mucho menos los mensajes. Tus abuelos no me dijeron nada y…
— Te lo iba a contar todo, te lo juro —Jasha buscó la manera de disculparse—. ¿Y Kadir?
— Estoy aquí —él entró a la oficina, con una sudadera que literalmente estaba asfixiándolo—. Tuve que esperar a que el elevador bajara vacío…
— Confíe tango en ti, Kadir —Jedward le apuntó—. Te dije que ella vendría…
— Las cosas no son como cree…
— ¡Esperaste veinte años para casarte con ella!
— Eso no es cierto —mencionó Kadir, antes de estornudar—. Me iba a casar, pero pasaron cosas en cinco meses que sin duda alguna debe escuchar. Solo que no ahora, ¿puede ser después?
— Más tarde dice… —Jedward casi se le tira encima a Kadir cuando dijo eso—. ¡Suéltenme! —le gritó enfurecido a sus hijos, Ian y Jadiel—. Hasta pensé que ibas a casarte con Joshua —miró a su hija—. Dime…
— Él y yo somos amigos, siempre lo hemos sido…
— Ni tanto, porque casi lo matas por celos cuando lo metiste en una maleta hace años —Jadiel hizo que su padre se sentara en el sofá—. Si hubieses tomado el celular antes, papá no se enteraría de este modo que te casaste con Kadir hace meses. Yo estaría durmiendo y…
— ¿Lo sabías? —Dasha le preguntó a su hijo—. ¿Tenías conocimiento de que tu hermana se casó?
— Obviamente, Jasha es como una bomba a nada de explotar en el mundo —Jadiel enarcó una ceja hacia su padre—. Solo vine porque tenía deseos de que supieran las razones por las cuales la única hija que tienen se casó con Kadir.
— ¿Razones? —indagó uno de los mellizos, confundido—. No entiendo…
— Podemos hablarlo en la casa. Porque hay alguien que deseo presentarles… —Jasha intentó volver a razonar con su familia—. Vayan a la casa, llamaré a los abuelos. Ellos saben todo…
— ¿Qué? —Dasha y Jedward observaron incrédulos a su hija—. ¿Nuestros padres?
— Hermanita menor —Jadiel abrazó por los hombros a Jasha—. Es una pena por completo que estés así, ahora los abuelos van a morir por tu culpa.