No podía mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, estaba muy cansada y le comenzó a doler el vientre de un momento a otro. Kadir la abrazó un poco a su cuerpo y lo sintió hirviendo en fiebre. Llegaron a un terreno que solo vio de lejos y el sonido de las hélices de un helicóptero era lo único que escuchaba. La ciudad estaba bastante lejos de ese sitio y de paso el Hospital de la Universidad de Utah.
— ¿No había otro ser vivo? —preguntó Kadir y ella fijó la vista borrosa en el hombre que estaba dentro del helicóptero—. ¿En serio?
— No es el momento de ponerte celoso por el ex de mi hermana —Jadiel abrió la puerta trasera—. Dámela, la subiremos al…
— Desde que llegaron me han querido separar de mi esposa…
— Será para subirla allá —apuntó su hermano—. Ven, deja tus celos para cuando ella esté mejor para discutir contigo.
Jasha se liberó de los brazos de Kadir para ir hacia su hermano, el cual la recibió con los brazos abiertos. Kadir iba detrás de ellos, pero el vómito la atacó antes de subir y ella tuvo que hacer una línea recta con los labios para no reírse de lo que le pasaba a su esposo. Joshua los esperaba listo para llevarlos al hospital.
— ¿Mamá lo sabe? —Jasha miró a su hermano, nerviosa—. Lo sabe, ¿verdad?
— Sí, lo sabe por culpa de Kadir —Jadiel se pasó una mano por el cabello—. Se escapó del hospital y mamá iba llegando a la casa. Tuvieron que sedarla…
— No me daban razones de ti y mi familia parecía estar más en mi contra que a favor —él hizo una mueca—. Tengo mucho sueño en este momento…
— Es obvio que lo vas a tener si apenas puedes con tu vida —Jadiel le puso el cinturón a su hermana—. No se muevan, llegaremos…
— ¿Mamá está bien? —Jasha cortó a su hermano—. ¿No está en el hospital?
— Mamá está muy enojada con papá, Jasha —Jadiel dio dos golpes al asiento de Joshua para que se pusiera en marcha—. Esto se salió de control. Lo que te pasó…
— Fue mi culpa —ella se sintió mal—. Debí decir antes quién era, pero nadie me creería… y…
— No fue tu culpa, mucho menos de alguno de nuestra familia, que esa clase de locos aparecieran para tomar la palabra de Dios como un juego —Jadiel estuvo triste por su hermana—. Descansa un poco, porque tu esposo ya se fue con San Pedro.
Jasha dejó de mirar a su hermano para concentrarse en su esposo que estaba dormido o desmayado por el cansancio. No lo culpaba, la herida estaba abierta, así que rompió la camiseta de Kadir y detuvo el sangrado con sus manos. Joshua no había hablado en ningún momento acerca de nada, solo se mantenía llevándolos al hospital universitario del estado.
Aterrizaron minutos más tarde en el techo del hospital, siendo custodiados por varios guardias y el equipo médico competente.
— Debes soltarlo, Jasha —requirió su hermano—. Esa herida no se ve bien.
— ¿Pero por qué tengo que dejarlo? —ella abrazó a su esposo—. ¡Aléjense!
— No me hagas usar la fuerza bruta contigo —su hermano sentenció—. Suelta a Kadir. Será revisado por los médicos competentes, porque se nota que está sangrando desde adentro.
— Pero no…
— Ya me cansé.
Jadiel jaló por el tobillo a su hermana, olvidándose que estaba lastimada, y la alejó de Kadir de golpe. Ella comenzó a gritar con enojo, puesto que no quería que lo alejaran de ella. Jasha fue colocada en una camilla por su hermano, viendo como se llevaban a su esposo rápidamente hasta el elevador, puesto que casi no tenía pulso y ella no pudo evitar llorar.
En cuanto vio que le querían colocar una intravenosa, se asustó tanto que su hermano tuvo que agarrarla por los hombros, puesto que se puso aún peor cuando los doctores intentaron controlarla.
— Está embarazada, la sangre no es de ella —comenzó a explicarle a los doctores—. Tiene golpes en su vientre y en sus tobillos… creo que tiene algo fuera de su lugar.
— ¿Qué tenía? —le preguntó un doctor entrando al elevador—. Se ven cómo las cicatrices que dejan cadenas.
— Sí, tenía cadenas oxidadas —le explicó—. Escuche, hace dos días estuve aquí con el hombre que trajeron. Haga todo lo que esté en sus manos para que se salve…
— No tiene que decirme lo que debo hacer…
Jadiel no se despegó de su hermana en ningún momento, incluso vio como pasaban corriendo con Kadir para llevarlo a cirugía. Jasha fue llevada al área privada del hospital, la cual estaba equipada con los utensilios de emergencia.
— Debe soltarla para revisarla…
— No, no —Jasha negó mirando a su hermano—. No te vayas, por favor —lo agarró del brazo—. No me dejes sola.
— Haga lo que tiene que hacer conmigo presente y verifique al bebé de manera calmada, ordenada y precisa —le ordenó al médico a cargo—. Su vida es la que está en peligro.
El hombre suspiró sin disimulo y le ordenó al otro médico que prosiguiera a realizar todo. Solo había dos enfermeras en la habitación que ayudaban en todo lo necesario. No soltó la mano de su hermana en ningún momento, incluso, tuvo que subirle la bata que ese sujeto le puso.
— Estás teniendo una amenaza de aborto en este momento —el doctor le hizo una seña a una de las enfermeras—. Tenemos que poner a los bebés en…
— ¿Bebés? —Jasha apretó la mano de su hermano—. ¿Acaba de decirme que son bebés?
— Sí, son dos —el hombre movió el transductor sobre el vientre de Jasha—. La persona que le dio esos golpes no se percató o estaba fuera de sí para no darse cuenta de que podía tener una amenaza de aborto.
— ¿Se van a morir? —sintió sus ojos arder por las lágrimas—. No puede ser…
— ¿Lleva control…?
— No, vine a saber que estaba embarazada hace un día o dos —confesó—. No llevo ningún control…
— Estás desnutrida, pero veo que llevas ocho semanas y media de embarazo —siguió moviendo el aparato sobre su vientre—. Repito, la persona que te hizo esos golpes sabía bastante bien eso…
— ¿Está seguro…?
— Sí, todo está bien, parece raro, pero sí —el hombre dejó de ver el monitor—. Escuche, tenemos que moverla a otra habitación para evitar el aborto…