Cargó a Karla en sus brazos, puesto que era la más inquieta de las dos y se ganó ese nombre con orgullo. No se equivocó cuando dijo que esa era la que más patadas le daba en el vientre. Su pequeña ya tenía un mes cómo su gemela Gabriela, que estaba junto a Kadir. Al momento de nacer tres semanas antes de lo previsto, imaginó que los doctores le dirían que nacieron con alguna enfermedad, pero estaban bien las dos.
Estudió todo a su alrededor, dándose cuenta de que solo le quedaban unas pocas semanas antes de que finalizara el año de su contrato de matrimonio y nunca logró hacer que Kadir la amara. Laisha se había casado antes de traer a sus hijos al mundo hace unos pocos días, la pobre tuvo uno de los peores embarazos que pudo haber visto en toda su vida. Esperaba estar equivocada y que ese tal Kaleb no la hiciera sufrir más.
— Vamos a molestar a los abuelos —meció a su hija—. Si tu hermana se despierta, tienes que hacerlo tú —le dio algunos besos en la mejilla mientras caminaba rumbo a las escaleras—. Porque ambas deben molestar a su papá, no solo una —le dio un toque en la nariz—. Después se acostumbra y él es el mantenido por mí.
— Miren quién está aquí —Jedward apareció al inicio de las escaleras—. Si es la bebé más hermosa que he visto en toda mi vida —le quitó a la pequeña Karla, quien refunfuñó al no estar en los brazos de su madre—. El abuelo te ama mucho.
— Soy la bebé más hermosa que has visto en toda tu vida…
— Es una pena que eso no sea cierto, porque te conocí cuando tenías cinco años —Jedward le dio la espalda—. No cuentas a esa edad como bebé.
Jasha abrió la boca sorprendida a más no poder por cómo su padre iba a alejándose después de ofenderla de ese modo. Vio a Kadir hablar por teléfono con alguien mientras tenía en sus brazos a Gabriela.
— ¿Estás bien, cariño? —Dasha le pasó una taza de café y un frasco con dulces de coco—. Estás tensa…
— Queda poco tiempo, mamá —hizo un puchero—. Pronto se terminará el contrato de un año.
— Lo hará —afirmó su madre—. Kadir sí te ama, cariño. ¿Te ha dicho algo de que quiere romper el contrato?
— Él me odia —Jasha desvió la mirada—. Incluso, me di cuenta de que estoy muy gorda. Yara tiene razón en decírmelo…
— Yara lo dice porque le diste dos hermanas, algo que me decías todo el tiempo con Zeus, Ian y Xaniel —Dasha hizo que saliera por la puerta del jardín—. Sé que queda poco tiempo de ustedes juntos, pero yo sí creo que él te ama mucho. Te lo ha demostrado.
— ¿Eh?
— No puede ser que no te des cuenta de que ese hombre te ama demasiado —bajaron algunos escalones para llegar a la playa—. No se ha despegado de ti desde que se casaron, sus ojos están siguiendo tus pasos.
Jasha miró sin disimulo a dónde se encontraba Kadir, el cual a pesar de estar hablando por teléfono, la miraba. Eran las mismas palabras que su abuela Karla le dijo en el pasado…
— Eso no dice nada…
— Estás demostrando que eres inteligente para los negocios, pero te bloqueas como el resto de la familia cuando se enamoran —Dasha negó con la cabeza—. Tienes uno de los anillos más caros de esta familia. Ese anillo simboliza lo eterno, puesto que es tan caro que no se le puede dar a todo el mundo.
— Le dije en modo de broma que quería algo caro —tomó un poco de sus dulces y le pasó el frasco a su madre—. Pensé que me lo diría cuando…
— Ah, no olvidemos cuando casi se muere cuando te fue a buscar mientras estuviste secuestrada…
— Eso logró que odiaras a papá —Jasha bebió un poco de su café—. Sigue sin ser relevante.
— Hija, en verdad eres una completa imbécil —Dasha le insultó sin tapujos—. En esta familia, todos saben que es mejor demostrar que te aman, que decírtelo. A nadie le interesa esas palabras.
— Pero, mamá… ¿Acabas de insultarme? ¿Desde cuándo eres tan liberal?
— Siempre he sido de ese modo, mejor dicho, tu abuela Natacha me mostró lo hermosa que es la vida —Dasha negó divertida—. Volviendo al tema, Kadir fue a buscarte a pesar de estar herido, te compró el anillo caro, te aguantó durante los meses en los cuales estuviste embarazada, te daba masajes, te bañaba, te daba de comer…
— Eso es lo que un esposo debe hacer por su esposa —farfulló—. Quiero que me lo diga, porque yo tengo veinte años diciéndole…
— Que lo amas, pero debes entender de igual manera que él es más de ser un hombre de acción que palabras —Dasha comió un poco de dulce—. Tienes que hacer un recordatorio de todas las cosas que él ha estado haciendo por ti en los últimos meses, o mejor dicho, desde que volviste a su vida.
— Es que ya no sé qué hacer, mamá —hizo un puchero—. No se siente bien esto.
— ¿Por qué no te ha dicho que te ama?
— Porque literalmente lo estoy obligando a estar conmigo desde que lo conocí —se limpió las mejillas—. Después del parto está un poco más alejada de mí. Se la pasa hablando por teléfono y…
— ¿Se ha descuidado en algún momento de ti?
— Nunca.
— Ya tienes una respuesta para tus preguntas —su madre le indicó con el dedo que siguiera tomando de su café—. Ahora bien, cariño. Tienes que entender que los tiempos cambian, ya nada es como antes y que por más que desees sacarle esas palabras, es posible que él no quiera decirlas o busca el momento para hacerlo.
— Le daré tiempo hasta que termine el contrato —Jasha se limpió las mejillas—. Lo liberaré de mí como indican los documentos que firmamos.
— Eres tan parecida a tu padre —se detuvieron cerca del agua—. Recuerdo cuando estuve en esta casa hace más de veinticinco años —Dasha se abrazó a sí misma—. Una de las cosas por las cuales me enojé con tu padre, fue porque me ocultó lo de ustedes…
— Ya me estoy cansando de decirte que no es su culpa… solo quería protegerte…
— Lo es, porque ustedes dejaron de verme como su madre por él y también porque me enteré de algo que hizo antes del nacimiento de Zeus —Dasha frunció un poco los labios—. Volviendo al tema de Kadir, habla con él.