Esposos por obligación

Capítulo # 3

Capítulo # 3

En la casa De Simone Basile.

En la habitación de Rachele y Oliver.

—Dime. —dijo él mirándola.

Ella, suspiró, no tenía ninguna obligación en decirle algo.

—Feliz noche. —dijo ella acomodándose y dándole la espalda.

—Oye. —dijo tocándole el hombro.

—Quita la mano de ahí. —le ordenó ella molesta. —Estamos casados, por Saraí. Solo por eso, no tenemos ninguna confianza. No tengo que contarte mis intimidades.

Oliver quitó la mano de su hombro, giró rabioso, los dos se quedaron dormidos horas después.

Él se despertó soñoliento, no pudo dormir bien, se la pasó soñando con el cuerpo de Rachele, su cuerpo estaba tenso de solo pensarlo. Nunca se imaginó que ella escondiera su cuerpo de esa manera, entró al baño para salir a desayunar.

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En la cocina.

Rachele terminó de darle de comer Saraí, para llevarla un rato al jardín para que jugara un poco, miro una foto de Sara con ella, no pudo evitar llorar, extraña a su amiga horriblemente, quería tenerla de vuelta a su lado, intentó calmarse. Tenía que sonreírle a su princesita.

—Buenos días. —dijo Oliver apareciendo y mirando a Rachele. —¿Qué te pasa?

—Nada. —dijo ella entregándole Saraí. —Tenla unos momentos, ahora vengo. —le comunica alejándose

—¿Qué le pasó? —le preguntó mirándola Saraí y la Saraí sonríe. —Voy a desayunar. —dijo sentándose y abriendo la bandeja. —Wow esto, se ve delicioso, se nota que comeremos muy bien al lado de Rachele.

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En la habitación.

Ella se lavó la cara y suspiro, se sentía muy triste por perder a su amiga. Tiene que ser fuerte, para levantar Saraí y darle una buena educación, tratar de llevarse bien con Oliver.

En la cocina.

En teléfono comenzó a sonar y Oliver lo agarró.     

—Buenos días, hogar De Simone Basile. —habló él con formalidad.

—¿Hogar qué? —dijo la voz de un hombre. —¿En dónde está Rachele?

—Mi esposa, se encuentra ocupada. —dijo él celoso.

—¡Esposa! —exclamó él. —Pásame a Rachele. —le ordenó.

—¿Quién se cree, que es? —le preguntó furioso.

—¡Soy el padre de Rachele! —le aclaró alterado.

Oliver quedó mudo, está hablando con su suegro. Se comporto cómo un estúpido.

—Yo. —sintió cómo Rachele le quita el teléfono.

—Papi. —dijo ella seria, sabía que era él. Nadie más la llama. —¿Qué pasó?

—Espérame en tu casa. —dijo él furioso. —Ahora me vas a explicar. Que estás casada. —habló antes de cortarle.

—Le dijiste. —dijo Rachele tirando el teléfono en el sofá. —Idi. —se contuvo por la niña y se fue corriendo.

—Parece que la regué. —dijo él mirando Saraí, Saraí asintió cómo sí supiera. —Eres muy inteligente.

Rachele está furiosa, conoce el carácter de su padre y de su madre, no van a perdonarla por lo que hizo, los nervios le están ganando y tiene deseos de vomitar, salió corriendo al baño y vomitó todo el desayuno.

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En otra parte de la casa.

Oliver estaba buscando a Rachele por toda la casa, pero no la encontró. Fue para la habitación y se sorprendió en verla.

—Dios mío. —dijo Oliver acercándose a ella. —¿Qué te pasa? —le preguntó sentando a la niña en la cama.

Ella no quería hablar, está perdida en sus pensamientos y su llanto. 

—Dime. —dijo él moviéndola

—¡Déjame! —le grito. —Vete, por tu culpa. —dijo ella en llanto.

—No. —dijo él y la abrazó, ella no se soltó. —Te ayudaré. Lo juro.

—Tú no entiendes. —dijo ella abrazándolo con fuerza. —Ella no lo va a entender. —confiesa desesperada.

—Eres mi esposa y no permitiré que te pase nada.

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Horas después.

En el hogar De Simone Basile. 

—¿Cómo pudiste? —le preguntó Karine cacheteando fuertemente a Rachele. —No te crie, para ser las cosas de esta manera. —dijo, la iba a golpear. Oliver no lo permitió. —Suéltame.

—Puede ser su hija. Es mi esposa. —dijo Oliver con seriedad, soltándole la mano, mirando a la mujer rubia de ojos azules cielo como los de Rachele. 

—Grave error. —dijo Karine furiosa y chateándolo.

Rachele y Renzo quedaron sin habla, al ver el arranque de frenesís de ella. Rachele está asustada, Oliver tiene los ojos llenos de ira, no lo culpa, su madre es muy impulsiva y odia que hagan las cosas a escondidas de ella.

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En Italia.

En una cafetería. 

—Entonces. —dijo un hombre mirando la foto de Saraí Marchetti Conte. —Es mi hija. —comenta él asombrado. —Sara me mintió. 

—Sí. —le dijo Patricio sonriendo. —Tu querida Sara, engaño a Dominic haciéndole creer que esa pequeña era su hija. Me enteré por su diario.

—¿Y por qué ellos? —le preguntó mirando la foto de Rachele y Oliver. 

—No lo sé. —dijo Patricio serio. —Mi prima estaba desesperada. Con decirte que ni siquiera pensó en mis tíos.

—Sara. —dijo suspirando. —Voy a recuperar a mi hija. —lo miro Lauro levantándose de la silla con brusquedad. —Ellos podrán ser sus padres legales. Yo soy su padre biológico, nos veremos en Roma. —le dice él alejándose.

Patricio miró sonriente y llamó a su celular. 

—Todo perfecto. —dijo él feliz. —Se tragó el cuento. Ahora Rachele será mía para siempre.

—Gracias por tu ayuda. —dijo ella con voz maliciosa. —Nos veremos pronto. —le dice cortando.

—Serás mía, Rachele Basile. —dijo sonriendo triunfante.




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