Essentia

Fantasmas asesinos

Siempre he pensado que el destino trabaja de formas misteriosas; puedes decirle Dios, Odín, o como quieras; al final, todo se reduce a una fuerza superior e indescriptible que actúa a favor o en contra nuestra. El destino forma parejas correctas o incorrectas, sin una explicación aparente; nos da la vida y no nos pregunta si la queremos, luego nos la arrebata cuando nos acostumbramos un poco a ella, cuando no nos sentimos tan fuera de contexto y hemos encontrado un lugar al que realmente pertenecemos…

¿Por qué el helado de coco es blanco, si el exterior de la fruta es marrón…? ¡Ya lo recuerdo! Porque el coco es blanco en el centro… Pero es muy discriminativo, porque el marrón se sentirá odiado si no lo incluyen de algún modo, ¿no?…

—¿Vas a responder o esa roca te está compartiendo los secretos del universo, y por eso es más importante?

Esos pensamientos ocupaban mi mente mientras tenía la vista fija en una enorme roca del jardín, que por poco no fue la que me recibió cuando caía de la pared.

Seguía en la misma posición en que había aterrizado, con un dolor en el trasero que parecía estar dormido, aplacado siempre que permaneciera en esa quietud, pero que amenazaba con atacarme de nuevo si hacía el más leve movimiento. Por eso no me había girado para encarar a Jason y responderle, esa era la excusa que me repetía internamente, una y otra vez.

Pero sabía que era una mentira. La única y verdadera razón por la que no mostraba mi rostro era esta: no sabía qué decir, mi mente estaba en blanco y no tenía ni idea de cómo justificar la posición en que me hallaba.

Ni siquiera sabía cuándo había llegado; era la primera vez que lo veía en toda la noche, y supuse que fue a la fiesta solo para salir enseguida o para esconderse todo el tiempo.

Ya no podía continuar en aquel silencio; además de que sería maleducado, me haría ver más sospechosa que antes.

—No hiciste ninguna pregunta. —Fue lo mejor que se me ocurrió decirle. Seguía sin darme la vuelta, y él tampoco se había acercado.

—Acabo de hacerla —replicó, con una nota de fastidio en la voz.

—Y por eso te respondí, ¿comprendes? —Hice lo posible por agregarle un tono condescendiente. Solo quería que se fuera y me dejara pensar un rato—. Además, solo estás diciendo cosas sin sentido desde que llegaste.

Y es la primera vez que dices algo sin que nadie te obligue” pensé.

—Claro, y escalar las paredes de otras casas tiene tanto sentido —ironizó—. Y no necesito que me obliguen a hablar, Elizabeth. Solo lo hago cuando quiero.

Estoy perdida” pensé con pesar, y me aseguré de que ninguna palabra abandonara mi boca esta vez.

—No tengo que darte ninguna explicación —expuse con calma y me giré para ver a mi interlocutor, adornando mi rostro con la sonrisa más falsa de mi colección.

Jason se había acercado en silencio y ahora solo nos separaba un metro de distancia. Incliné la cabeza hacia atrás hasta que di con su rostro, el cual permanecía imperturbable. Llevaba puestos unos vaqueros oscuros y una camisa azul marino; los mechones de su cabello castaño caían desordenados, algunos casi llegando a cubrirle la mitad del rostro; sus ojos eran color miel, un detalle que ya conocía, pero se veían tan lejanos y… vacíos, como si no existiera nada en su interior.

—Tal vez no a mí —aceptó—, pero Kenji estará interesado en escucharte. —Metió las manos en los bolsillos y miró a otro lado, con una indiferencia insoportable.

—¿Amenazas con decirle? —Estaba incrédula ante su comentario. Nadie podía ser tan idiota.

—No será necesario. —Señaló hacia el balcón; seguí su mirada y no vi nada, pero, sobre el ruido de la fiesta, sí escuché unas voces en la habitación de Gina. Víctor y Kenji estaban dentro, y solo sería cuestión de tiempo hasta que alguno quisiera acercarse a la ventana. No era muy probable, pero tampoco quise arriesgar mi suerte.

Traté de ponerme rápido de pie, pero el dolor en la espalda me hizo ahogar un quejido y dejó en mi cara una mueca que no se fue hasta que terminé de incorporarme penosamente, más lento de lo que quería. Durante todo el proceso, Jason se me quedó viendo.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó cuando estaba de pie y empecé a sacudirme la tierra de encima.

Lo miré mal y no dije nada, solo caminé en dirección a la casa antes de que alguien me viera. Jason venía a mi lado, en completo silencio. No me importó que lo hiciera y simplemente ignoré su presencia.



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En el texto hay: asesinatos, obsesion, ficcion juvenil

Editado: 01.01.2020

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