Essentia

El pasado se repite

Sentí que no había transcurrido ni una hora desde que leyera la carta y mi cabeza tocara la almohada. Pero eso era imposible, naturalmente.

En realidad, había pasado mucho tiempo, más del que yo misma creía.

Ya era de día cuando desperté, y gracias al reloj de la mesita de noche, comprobé que eran pasadas las ocho de la mañana. El primer pensamiento que tuve fue que acababa de llegar a casa, tal vez porque las mantas estaban muy frías.

Me levanté para revisar mis prendas: unos vaqueros holgados (demasiado para mí), una remera naranja y botas de hombre Timberland. Ya suponía que la ropa sería masculina, y esperaba verla en las peores condiciones, por lo que mi sorpresa fue grande cuando la encontré totalmente limpia. No había en las prendas más que algunas manchas de polvo y un hedor a sudor, que me hacía pensar en un chico saliendo de casa tan precipitadamente, que no le daba tiempo a usar desodorante.

Aun así, retiré toda la ropa y la guardé en una bolsa de plástico para encargarme de ella más tarde. Siempre cabía la posibilidad de que fuera relacionada con el crimen cometido.

Tomé un baño y me puse ropa cómoda para pintar un rato. Ni siquiera tenía hambre.

Pensé en llamar a Víctor para pedirle que me acompañara, pero no quise interrumpir su primer día de descanso. Ya hablaríamos todos al día siguiente o esa noche le avisaría que estaba de vuelta, y puede que fuera a mi casa para no perder tiempo y escuchar la historia, aun si no había mucho para decir.

Esperaba que Louis fuera lo primero que vería en la habitación, tal vez exigiendo una explicación por no haber seguido el consejo de él y Víctor: no leer la carta. Pero no había rastro suyo en casa, y entonces supuse que estaría con Edward y llegaría en la noche. El fin de semana pasado no estuvo en su casa porque él había salido de viaje, pero esta vez no se salvaba. Aquel sábado tendría que pasar tiempo con su padre, al igual que al día siguiente.

Ya tendría tiempo para explicarles a los chicos por qué leí la carta. Me detuve en medio de un trazo, recordando esa ansiedad de la noche anterior, las sensaciones que tuve solo de saber que estaba tan cerca y aún no conocía su contenido. También les hablaría sobre la persona que me había incitado a leerla.

No hice pausa alguna hasta que escuché abrirse la puerta principal. Ya llevaba buena parte de un nuevo dibujo en la pared. Comprobé la hora: eran las cuatro, y solo pensé que era extraño ver a Louis tan temprano un sábado, ya que usualmente llegaba pasadas las seis.

Estaba de espaldas a la puerta, pero sentí su presencia cuando llegó al umbral de esta y paró de golpe. Dejé a un lado los pinceles y pinturas para girarme lentamente, con una expresión seria plasmada en el rostro. Quería agregarle suspense a la situación, pero no me esperaba que Louis reaccionara de forma tan aterrada.

Enseguida corrió a mi lado para abrazarme. Correspondí el gesto, que duró más de lo esperado. Vamos, que solo había pasado una noche sin verme. Se estaba preocupando más de lo necesario.

—¿Por qué no me llamaste? —exigió en cuanto rompió el abrazo. Me miraba preocupado.

—Desperté hace solo unas horas. No quería interrumpir tu día familiar —traté de bromear para quitarle algo de tensión al ambiente.

No funcionó. Louis seguía igual de alterado, incluso más que antes.

—¿Qué día crees que es? —Me tomó por los hombros en un gesto rápido, acercando su rostro y buscando en mis ojos para comprobar que no mentía.

¿Por qué lo haría?

—Sábado —hablé con cautela. Por alguna razón, sentía que acababa de dar una respuesta incorrecta. Intenté mirar al reloj de mi mesita para comprobar mi respuesta, pero el cuerpo de Louis me lo impedía.

—Me lo temía —suspiró el pelinegro, cerrando los ojos con un aire de derrota. Volvió a enfocar su vista en mí para responder—: Hoy es lunes, Beth.

—No es posible —negué con la cabeza para hacer énfasis en mis palabras—. Anoche, cuando leí la carta, fue viernes. No puedes decirme que llevo perdida más de dos días.

Louis no respondió al instante. Solo me miraba, puede que pensando en una forma de explicarme mejor las cosas. Se alejó de mí y fue a sentarse en su cama, dejando caer a un lado la bolsa con sus libros.

Sacó el teléfono y escribió algunas palabras: un mensaje para Víctor, supuse.



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En el texto hay: asesinatos, obsesion, ficcion juvenil

Editado: 01.01.2020

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