Ahora estarás pensando que este es el final de la historia y que es terrible, que no responde a ninguna pregunta. Bueno, mi trabajo nunca fue narrar un cuento de hadas, y desde el principio te advertí que esta aventura me devolvió lo que más amaba, y ese era mi hermano… solo que a un precio demasiado alto. Además, lo importante aquí era resolver el misterio de las cartas, que aparentemente no tuvo una explicación lógica.
Vale, estás en lo cierto: este es final de la historia.
Por cierto, hay algo que debí advertirte antes de iniciar esta lectura: que no confiaras en nadie, porque aquí todos se mostraban de una forma aparentemente normal, pero ya ves que todos teníamos nuestro pequeño secreto… empezando por mí, que te oculté casi toda la verdad desde el primer momento.
Sí, leíste bien: en el transcurso de esta historia no he mentido mucho, pero te he dado la verdad a medias. En mi defensa, diré que lo advertí. ¿Recuerdas la mañana en que hablé con Víctor después de que Louis le curó las heridas de la espalda? En cierto punto de la conversación pensé que era un asco diciendo la verdad, por lo que me decidí a mentirle al chico y a ti también desde entonces.
No es nada personal, solo que ciertos detalles de mi vida te habrían dado las respuestas a todo demasiado rápido y eso le quitaría lo divertido a la obra, ¿no? Pero no creas que te voy a dejar con la duda de qué detalles me salté en la narración de mi historia.
No. Te lo diré a continuación ya que, si llegaste a este punto, te mereces esas respuestas como mínimo.