Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. -Nicolas Maquiavelo.
Vida.
¿Qué es eso?
No puedo considerar la mía como una y mucho menos real porque lo que a diario "vivo" es una completa mentira.
Todos me conocen como Hera, la chica, alegre, sociable y segura.
Sin embargo, esa no soy yo.
¿Por qué?
Sencillo: Finjo.
En eso se ha basado gran parte de mí día a día.
Desde hace muchos años he aprendido a guardar cada cosa para mí misma, tanto así que he llegado al punto en que ya estoy acostumbrada a fingir mi estado de ánimo con los demás. Las sonrisas amables, buen ánimo y principalmente seguridad, son actitudes que pretendo mostrar a los demás en una realidad que no es más que una mentira.
Esa chica afable y segura, que conocen los demás, no es la que todas las noches en la oscuridad de su habitación sufre y termina llorando mientras sus demonios la atormentan.
Esa no es la chica que mientras se encuentra en la intimidad que le proporcionan las cuatro paredes su baño mira con asco su reflejo en el desgastado cristal del espejo.
Como se podrán dar cuenta las cosas no son como las pintan los demás. Solo soy un cuerpo con alma vacía, un cúmulo de inseguridades. Esa es la verdadera Hera.
Una chica que finge ser quien no es por temor al rechazo. Que se esconde tras el caparazón de una chica alegre y confiada.
Soy totalmente consciente de mi baja autoestima, sin embargo ¿quién me puede culpar de ello cuando lo que miro en el reflejo todos los malditos días no me causa más que desagrado y repulsa?.
La forma en que he vivido los últimos años es como un mecanismo de defensa que he adoptado con el pasar de los días, días en que muchas veces mis "amigos" de la escuela primaria me golpeaban o decían a los cuatro vientos frente a quien sea lo fea y asquerosa que era, que soy. Quien diría que pudiera existir tanta maldad en un niño, esos seres a los que se considera inocentes.
Siendo apenas una niña de 5 años, me tocó comprobar en carne propia hay mucha gente mala. Y no solo me refiero a los niños que me hacían bullying. Había una "profesora" que siempre me apartaba del resto de mis compañeros. Me daba pellizcos en los brazos, me tironeaba el cabello y me daba empujones que me hacían terminar en el suelo.
Siempre fui un poco torpe por lo que me caía con mucha frecuencia y, por eso mismo es que cuando llegaba a casa con moretones en el cuerpo, mis padres lo atribuían a eso.
Aquella maldita mujer que se hacía llamar profesora me decía cosas como "Hoy te ves más fea de lo normal" "No entiendo como tus padres pueden querer a un engendro como tú" "Si fueses mi hija te hubiera dado en adopción, aunque quién querría adoptar una cosa como tú". A una niña de tan solo cinco malditos años.
Todas estas palabras en su momento no significaron mucho para mí pues era apenas una niña, sin embargo, con el pasar de los años, esas palabras y actos fueron cobrando más sentido. Los años siguientes, mientras avanzaba cursos el maltrato empeoró, tanto física como psicológicamente. El daño era mucho más palpable. La misma "profesora" siguió con sus insultos, dañando más mi mente y mandando al piso la poca autoestima que me quedaba.
La forma en que vivo ahora es mi mecanismo para evitar exteriorizar como realmente me siento. No soportaría ser el foco de atención de un drama en donde todo el mundo se compadece de mí.
Ya bastante tengo con todas las personas que me dan halagos cuando hago algo bueno desinteresadamente.
Aborrezco la atención y muestras de afecto. Todo eso que ellos consideran bueno, lo hago como una forma para desviar su atención, que se fijen en mis acciones y no en mi físico.
Lo anterior no quiere decir que sea una mala persona, por el contrario, siempre que puedo me gusta ayudar a los demás. Aun cuando no me gusta la atención que recibo posteriormente.
Absurdo, lo sé, pero en este ser patético y lamentable ser me he convertido, esto es lo que soy.
Mi rostro, el cual tiene marcas producto del acné que padezco, mis ojos de un raro gris pero con tonalidades amarillentas alrededor del iris que evidencian el mal estado de salud.
Mi cuerpo que con varios kilos de más está totalmente privado de una figura estilizada y curvilínea, también esas malditas manchas que lo recorren completo.
Y para empeorar todo, asma. Esa maldita enfermedad que me tiene dependiente de un inhalador. En pocas palabras, soy un completo desastre.
Ustedes dirán:
"Que absurda que es"
"Solo buscas llamar la atención"
"Estamos en pleno siglo XXI, ya no existen esos estereotipos"
Lo que me trae de vuelta a mí diciéndoles: No pueden estar más equivocados.
Una vez leí algo que decía que los ojos son la puerta del alma, y eso es malditamente cierto porque la vista y la mirada están, más que los otros sentidos, cerca nuestra mente y de nuestra conciencia. Es por eso que los ojos expresan ineludiblemente las emociones de las que muchas veces no somos conscientes.
Con una sola mirada he aprendido a reconocer lo que con sus cuerpos no pueden disimular.
Hasta el momento no ha habido nadie que me conozca realmente. Nadie ha sabido descifrar lo que mis ojos reflejan y honestamente no entiendo, porque cuando me miro al espejo puedo notar claramente mis emociones, mis miedos y mis secretos.
Gracias a los ojos, comunicamos estados de ánimo y manifestamos nuestro carácter. Por eso llega a ser significativa la dirección de nuestra mirada, su intensidad, sus movimientos y muchas otras características que contribuyen a proyectar nuestra persona al mundo exterior.
Las miradas dicen a gritos lo que el corazón calla y es por eso que no entiendo. No logro comprender como es que nadie se ha dado cuenta de lo falsa que soy.
Habrá muchos que entiendan el porqué de mi actitud, otros no lo harán y se preguntarán: ¿Por qué es así?