— ¿Dónde vamos? — Alejandro me observa y vuelve su mirada hacia el frente.
— a cenar — muerdo mi labio inferior por que moria de hambre pero no quería comer.
— no tengo hambre
— come una ensalada Agustina, puedes enfermarte de gastritis u otra cosa.
Me hundo mas en el cómodo asiento de su auto. Las ensaladas no engordaban según entendia. Al estacionarse frente al restaurante, él baja y yo tomó mi bolso. Me sorprende que Alejandro a rodeado el auto para abrirme la puerta, sólo en peliculas o en las novelas lo veia. No me habia pasado a mi.
— este lugar se ve caro — él no responde mientras cierra la puerta.
— es un lugar bonito — se encoge de hombros mientras me guia a la entrada.
Bien, lo primero que a pasado es que muchas cabezas se han girado al verme, bajó el rostro y me siento cohibida, incómoda por que no dejan de mirarme.
— ¿Pasa algo? — miró a Alejandro y me preguntó si no se da cuenta que la gente me mira y murmura.
— yo... no tengo hambre — retira la silla para que me siente, suspiró por que tengo la impresión que él no me escucha.
Al llegar el mesero y entrega la carta, no evitó mirar alrededor, justamente eligió una mesa que estaba en el centro.
— señorita ¿Ya tiene su pedido? — niego pero Alejandro pide por mi, una ensalada.
Al marcharse, él ha apoyado sus codos en la mesa, y su barbilla descansa en sus manos.
— ¿Qué pasa?
— no me siento cómoda — él se queda en silencio por un instante.
— ¿Te molesta mi compañía? — lo miró atónita ¿Cómo puede pensar eso?
— no — mi voz sale un poco alterada.
— ¿Entonces qué es?
— creo que estoy cansada — desvíe la mirada, si le explicara él no entendería.
— dentro de un mes, tienes cita con la psicóloga, bueno la palabra correcta es que tenemos los dos cita.
— eso lei en los documentos que me entregaron del hospital pero no iré, creo se equivocan, yo no estoy loca Alejandro.
Él suelta el aire y lo veo respirar profundo por un momento, luego toma un trago de su vaso de agua.
— esto no es por que estás loca, llegaste al hospital en un estado deplorable, pudiste morir Agustina.
— ¿Morir? Sólo estaba tratando de bajar de peso, cómo dicen en mi pueblo, tengo demasiada reserva en mi cuerpo — susurre muy bajó, más que todo para mis oidos.
— Agustina — sonríe — en tu pueblo son unos completos ignorante.
— ¿Por qué lo dices?
— su cena — Alejandro cierra la boca y no respondió mi pregunta, el mesero coloca la cena y yo pasó una mano por mi mejilla, me sentia fuera de lugar. Las mujeres que estaban ahi se miraban normales, con sus cuerpos delgados.
Eso me deprimia más, el sentirme fuera de lugar.
Alejo
Pudo darme cuenta que todos observaban a Agustina, ella era diferente, alguien que llamaba la atención, tenia unos rasgos muy bonitos, no llevaba ni una gota de maquillaje, asi que su belleza era autentica, podia jurar que su linda nariz no habia sido sometida nunca a una operación plástica, me gustaba como la arrugaba cuándo estaba nerviosa, era alguien que no se daba cuenta que era un diamante, mordia su labio cuándo miraba a nuestro alrededor, si, todos estaban pendientes de ella.
Las mujeres debian sentir envidia de ella, ya que ella no pasaba horas y horas delante de un espejo para verse bonita. Agustina era natural, cuando sonreia que era muy pocas veces, su rostro se iluminaba haciendola ver adorable.
— Alejo — levantó la mirada y ahi junto a la mesa estaba Gigi, una gran amiga de la infancia.
Me pongo de pie y beso sus mejillas.
— hola querida ¿Cuándo volviste?
— hace dos dias, he estado llamando a tu estudio pero nadie me da razón de ti.
— estoy en otro sitio, una historia que luego te contaré, déjame presentarte a Agustina Palacios.
Gigi se gira para saludar a Agustina, ella se ha puesto de pie lentamente, su mirada recorría el cuerpo delgado y enfundado en un vestido negro, pegado a su cuerpo.
— Agustina — Gigi se acerca más a ella y me doy cuenta que la está examinando, su mirada está fija en ella — soy Gigi — extiende su mano y Agustina la estrecha con un poco de torpeza — es un placer.
— igual, si me permiten iré al baño — se da la vuelta y avanza apresurada hacia el baño.
Gigi está pendiente de ella, luego me mira a los ojos y tiene esa mirada que yo ya conocia muy bien.
— es preciosa Alejo — asiento — seria una magnifica modelo — ruedo los ojos por que sé que ella no desistiria hasta tener a Agustina en su revista — Dios, me parece perfecta, es una chica extraordinaria.
— Gigi — colocó una mano en su hombro — ella no está consciente de quién es, para ella, la mujer bonita es la delgada.
Gigi lleva sus manos a su boca y me mira con pesar.
— lo lamentó — asiento.
— en un mes tiene cita con la psicóloga, eso le ayudará mucho para su autoestima y verse realmente como es ella.