— ¡Agustina! — muerdo mi labio y suelto el aire retenido. Tia Maruca me ha sentido llegar.
Me giró y ella está en el umbral de la puerta de la cocina, tiene sus brazos en jarra, su mirada es indescifrable. Camina hacia mi, honestamente me da escalofrios, era pequeña, menudita pero yo mejor que nadie sabia que era una bomba.
Sus ojos están entrecerrados mientras me observa de arriba, hacia abajo.
— te has arreglado — su voz se ha suavizado mientras ella da vuelta alrededor mio — me gusta muchacha.
Siento la garganta seca, honestamente ella me ha puesto nerviosa.
— a cenar — me he quedado de piedra, Alejandro me ha besado, algo que no esperé, necesitaba bajar de peso ahora más que nunca.
— yo... ya cené — doy un paso atrás, el rostro de mi tia a cambiado para uno de total molestia.
— ¿Dónde Agustina?
— eh... — me he quedado muda, no se como mentirle a ella, con ese rostro de enojo.
— a la mesa — cierro los ojos y me digo a mi misma que iré al baño luego.
La cena transcurrio bajó el escrutinio de Tia Maruca, ella no deja de observarme mientras lleva a su boca un bocado, bebe un poco de su refresco, me siento cohibida, es cómo si tratará de leer mis pensamientos.
Cuándo al fin me levantó, comienzo a recoger la mesa, lavare los platos y correre al baño.
— Agustina — la veo sobre mi hombro mientras enjabono los platos — necesito me acompañes donde doña Socorro — niego, necesitaba ir al baño — le he pedido que me confeccione unas blusas.
— yo... estoy cansada tia — ella no responde, sólo quita su delantal, pasa una mano por la falda de su vestido que no se atrevia a tener una arruga por el carácter fuerte de mi tia.
— no me llevará mucho tiempo — se cruza de brazos y me observa.
— esta bien — murmuró derrotada.
Alejandro
Abro la puerta y sonrió al verla ahi.
— pasa — Gigi besa mi mejilla y camina directo al sillón, saca sus zapatos y se recuesta — veo no tuviste un buen dia.
— no — tapa sus ojos con sus brazos.
— ¿Qué pasó? — me dirijo hacia la licorera y le sirvo una bebida fuerte.
— ya no puedo esperar más — aparta su brazo y me mira — es urgente saber si Agustina acepta trabajar en la revista.
— sabes cómo es el sistema público, su cita es un mes Gigi — ella se incorpora.
— tienes miedo Alejo — apoya sus pies desnudos en el suelo — no pasará lo mismo — me arrodilló frente a Gigi.
— ella es más propensa a repetir la historia — Gigi sujeta mis manos — Agustina se estuvo induciendo el vómito después que comia...
— Dios, bulimia — Gigi cierra los ojos — puede ayudarle Alejo.
— ¿Ayudarle? Al mundo que la quieres introducir, es dañino, destructivo. Vivimos en una maldita sociedad donde la mujer delgada es el estereotipo de belleza, muchos la señalaran y no sé si ella está preparada para enfrentarse a ello.
— Alejo — su mirada es de tristeza — esta vez no pasará, estaré muy cerca de ella, igual tú.
— ¿Yo? — me levantó y la observa — soy de lo peor Gigi, la veia diario y jamás hice algo por ella.
— no lo sabiamos pero ahora es diferente, sabemos la manera cómo se pueden hacer daño.
Niego
— Gigi — ella se acerca
— Alejo, quizás ella necesita ver el mundo de otra manera.
Bajó la cabeza pero siento su mano en mi barbilla, al mirarnos a los ojos, pude notar el brillo de las lágrimas.
— tenemos varias chicas con más peso que Agustina y son seguras de su peso, se aman Alejo.
— ¿Si? — ella asiente
— Alejo, ellas se sienten seguras, se aman a si misma. No piensan que el estar pasadas de peso las haga ver feas. Eso es lo que ella necesita, estar rodeada de chicas que viven lo mismo a diario, con la diferencia que ellas saben cómo enfrentar la situación.
— no quiero que ella sufra — ella sonrie.
— no lo hará, tú estarás a su lado — mira hacia otro lado.
— lo siento Gigi — ella no responde — por lastimarte.
— hablar de ella no me lástima — suspira — yo también falle Alejo, lo mio fue imperdonable, vivíamos en el mismo departamento y nunca noté, lo que estaba viviendo ¿Qué buena hermana gemela resulte ser? — mueve una mano — no fue tu culpa Alejo.
— ni la tuya Gigi — ella sonríe con burla.
— necesito una respuesta, en la revista han buscado chicas y tenemos varias, si no habló con Agustina me temo que no podré contratarla después.
Apretó los puños.
— me dijiste que no habian buscado a nadie aún.
— eso es lo que yo pensaba Alejo, pero el equipo está tan emocionado con el giró de la revista que han dejado de lado muchas cosas y se han dado a la tarea de buscar a las chicas, sólo falta un puesto Alejo.
— entiendo — nos hemos quedado en silencio, mi mirada está sobre Gigi, si, la gemela de Giselle, mi prometida, ambas idénticas cómo una gota de agua pero tan distintas a la vez.