Esta soy yo y ¿qué?

Capitulo 23

-Alejandro ¿estas bien? -extiendo mi mano para ayudarlo a levantarse.

- ¿Tu estás bien?-sus manos me sujetan el rostro y su mirada me examina a detalle - ¿te lastimo?

-Creo que si -lo abrazo con fuerza mientras dejo salir las lágrimas, mi cuerpo se estremecía.

-Chiquita, llora, sácalo todo -sentía sus besos en mi cabello y su mano acariciando mi espalda.

-Agustina ¿estas bien? -me separó de Alejo y puedo ver a Gardenia y al equipo de seguridad en el camerino, no se a qué horas llegaron.

-Lo está -respondió Alejo - ¿llamaron a la policía?

-Si -los miré a ambos, ¿en qué momento habían hablado? -viene en camino.

Paul está siendo incorporado, se muestra un poco desorientado pero clava su mirada en Alejo y luego en mí.

-Diles a estos incompetentes quien soy yo amor -mis manos se hacen un puño ante sus palabras.

- ¿Quien se supone que eres Paul? No eres nadie y no me llames amor, tú perdiste tu derecho el día que me humillaste por mi peso.

- ¡Me abandonaste maldita! -ruedo los ojos.

-Cuando te dirijas a mí, lo haces con respeto, me doy cuenta que en tu casa no te enseñaron a respetar a la mujer, pero aprenderás a hacerlo conmigo. No entiendo que haces en la revista y menos que en tu mente creas que tenemos algo. Paul nuestra relación termino donde la modista, lo que yo hice desde ese día no es de tu incumbencia.

-Tu me has amado desde que éramos unos niños, estas dolida por todo lo que paso, pero uno no olvida al amor de su vida de la noche a la mañana.

-Tienes razón de la noche a la mañana uno no olvida al amor de su vida y yo a ti te olvide rápidamente, eso significa que no estaba enamorada de ti, que todo solo era una confusión de sentimientos Paul.

-Tú me amas Agustina Palacios, has hecho todo esto para llamar mi atención y lo lograste, me tienes aquí, dispuesto a darte otra oportunidad.

- ¿Qué? -Lo miró sorprendida, el ego de Paul no tenia límite - ¿tú me vas a dar una oportunidad?

-Si, estoy dispuesto a olvidar que has andado con este estúpido, te daré otra oportunidad Agustina, de ti depende que está relación funcione.

-No estoy buscando una oportunidad contigo, llegaste a mi lugar de trabajo e intestaste abusar de mí...

-No intente abusar de ti, estaba tomando lo que me ofreciste en el pueblo, lo estabas disfrutando Agustina, siempre te gustaron mis besos. Deja de tratar de vengarte y acepta que estabas disfrutando nuestro reencuentro.

-No Paul, en serio necesitas ayuda -de reojo puedo notar que Alejo esta apretando los dientes y tiene las manos hechas un puño, está luchando consigo mismo para calmarse -Yo no quiero nada contigo ni hoy, ni mañana, ni nunca. Tengo mi vida hecha y tú no entras en ella.

- ¡Esto no se va a quedar así! - su voz se ha alzado, su rostro se ha tornado mas rojo, las venas en su cuello se han marcado mas... la verdad, siento miedo, nunca lo había visto así pero al mirar de reojo a Alejo, me doy cuenta que no estoy sola, el está conmigo... cuidándome, protegiéndome y el solo hecho de estar luchando contra sí mismo para no alterarme más de lo que me encuentro me hace darme cuenta que él es maravilloso y que nada puedo temer con él.

- ¡Cállate! -Paul se ha quedado atónito ante la orden de Gardenia, el no está acostumbrado a que lo manden, menos una mujer. En el pueblo la mayoría lo adora, lo idolatran, el es el sueño de toda niña pero acá el no hace ese efecto.

- ¿Qué? -Su mirada se posa en Gardenia, luego en mi, frunce los labios y escupe todo su veneno -Tu mereces azotes por atreverte a callar a un hombre -Gardenia suelta una carcajada de burla, lleva sus brazos a sus caderas.

-Vives en la prehistoria -baja su mirada a sus uñas y luego mira a Paul como si fuera un bicho asqueroso arrastrándose por el suelo -Te callas o te hago callar.

Se gira y se hace a un rincón del camerino, Paul sigue atónito y se ha callado, Alejo aprovecha para acercarse a mí, siento su brazo rodearme, levanto el rostro y me pierdo en esa mirada, esa que me transmite paz, que me hace sentirme bella, deseada, única. Ante mi esta el hombre maravilloso que no teme gritarle al mundo entero que soy su chica, que no le importa que sepan que esta chica de talla grande es su mujer, su novia, su prometida como quieran llamarme, el, grita a los cuatro vientos que soy suya y con su mirada de chico malo amenaza a cualquier hombre que se acerque... el descubrió a la mujer que se escondía, esa que todos maltrataban y vituperaban por los kilos de más, la mujer que vivía atemorizada y avergonzada por su cuerpo, tengo estrillas, esas marcas blancas que odie con todas mis fuerzas pero que Alejo besaba y acariciaba como si del más bonito tatuaje se tratara. El me miraba perfecta en medio de mis imperfecciones.

-Chiquita ¿estas bien? -sonreí por que yo era todo menos chiquita, era talla grande, yo nunca tuve amigas con las que podíamos prestarnos ropa, menos zapatos.... ya que comparada a todas las chicas con las que me relacione yo era pie grande.

-Lo estoy

-Eres una maldita Agustina Palacios, me tentaste y ahora te haces la santa conmigo, cuando te tuve desnuda suplicando que te hiciera el amor -esto es el colmo, me muevo rápidamente hacia él y le he cruzado el rostro con una cachetada, su ojos relampaguean de furia pero no me importa, el no acepta un no por respuesta, está acostumbrado a que todos hagan lo que él quiere.

-Un caballero jamás habla de una mujer, nunca llegamos a ese nivel y si hubiese sido el caso, jamás sacas a relucir esos detalles.

-Vuelves a faltarle el respeto a mi prometido y te juro que visitaras al dentista -Alejo y él se miran como enemigos.

-Ella es mía maldito - levanta el mentón y sonríe con ironía -solo está molesta por lo que paso entre nosotros, apuesto que nunca te ha dicho que te ama -lo veo perpleja y niego el muy maldito recordó lo que una vez le dije ¨Me costaba expresar mis sentimientos, yo demostraba mis sentimientos con hechos porque con palabra se me hacía muy difícil ¨- Eso es porque esas palabras solo a mi me las ha dicho, solo mis oídos lo han escuchado y nadie más.




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