Daniel se despertó de pronto frente al escritorio de su habitación.
— ¿Se encuentra bien, joven?
Daniel se levantó de golpe, sintiendo su corazón agitado.
Una sirvienta, que trabajaba para la familia Rossi, dejó en el escritorio una taza con té.
— ¿Qué ha… ? — Balbuceó Daniel y miró a la sirvienta. — ¿Usted?
Era la sirvienta de su esposa Anastasia, Jenifer, que se encontraba ocho años más joven de lo que debería.
— ¿He hecho algo que le haya molestado, joven? — Jenifer se preocupó y Daniel hizo un gesto con la mano para que se marchara.
Jenifer abandonó rápidamente la habitación del joven Daniel, antes de que éste se molestara.
— Jenifer, ¿qué ocurre? ¿Por qué sales tan rápido de la habitación? — Le preguntó Laura Rossi a una joven Jenifer.
— El señorito Daniel se ha quedado toda la noche despierto y ahora parece que se encuentra de mal humor. — Contestó Jenifer, sin contenerse a la hora de dar su opinión.
Laura sonrió a la chica y acarició su brazo.
— Yo me encargo de él. Puedes seguir con tu trabajo. — Le habló Laura.
— ¡Sí, señora! — Jenifer asintió con energía y luego se marchó para seguir trabajando.
Cuando la señora Laura entró en la habitación de su hijo, lo vio mirándose en un espejo con la mirada desencajada, como si se encontrara confundido.
— ¿Te has quedado toda la noche trabajando, como de costumbre?
— Madre. — Daniel miró a su madre y la vio más joven. — Pero… ¿Qué es lo que me está ocurriendo?
— Eso me pregunto yo. — Laura se acercó a su hijo Daniel, tocándole con su mano la frente. — ¿Te sientes enfermo?
Daniel agarró la mano de su madre y pensó en su hija Daniela.
— Daniela… — Dijo, dejando a su madre y corriendo hacia la habitación que era de su hija Daniela.
Allí lo único Daniel encontró fue una habitación normal, una de las tantas que había en la mansión Rossi.
— Daniel, hijo mío, me estoy preocupando. — Laura no sabía lo que le pasaba a su hijo, pero sí lo estaba viendo extraño. — ¿Todo esto es por la discusión que tuviste anoche con tu padre? Él solo quiere lo mejor para ti, y esa chica, Cecilia, no lo es.
— ¿En qué época nos encontramos? — Daniel preguntó a su madre.
— Daniel… — Laura se aferró las manos contra su pecho cuando su hijo la agarró de los brazos.
— Por favor, madre, ¿en qué año nos encontramos? — Le suplicó Daniel.
Laura vio angustia en los ojos de su hijo, no sabía que le podía estar pasando, pero no quería que se exaltara más.
— Nos encontramos a nueve de enero del año 2016, ahora dime, Daniel, ¿qué te está pasando? — La señora Laura agarró a su hijo de la cara.
Daniel se soltó de su madre, marchándose de la habitación hacia la suya, no comprendía lo que le estaba pasando y se estaba sintiendo asfixiado. Si se encontraba a nueve de enero del 2016, eso significaba que sus padres irían a la casa de los padres de Anastasia para juntarlos en un compromiso.
Daniel se pasó casi toda la mañana tumbado en la cama y pensando en su vida, todo no podía haber sido un sueño. Daniel alzó su brazo y se miró la mano, el dedo donde debía de encontrarse su alianza de boda.
— Anastasia… ¿por qué la última vez que nos vimos te tuve que hablar así?
Él sabía que, en cuanto Anastasia saliera por la puerta de su despacho, se iba a romper a llorar.
Daniel bajó su mano y se cubrió los ojos, mordiéndose el labio inferior por echar de menos a su hija.
Se quedó así unos minutos, analizando lo que había ocurrido, preguntándose porqué despertó ocho años en el pasado o si, tal vez, todo había sido producto de su imaginación.
Su padre le advirtió que terminara su relación con Cecilia y que se casara con la hija de su amigo… Una chica que nunca había visto… Anastasia.
Daniel se incorporó de la cama, esa chica era su esposa Anastasia, entonces si iba a verla tal vez descubriría lo que estaba ocurriendo.
Su teléfono móvil sonó en la mesilla de noche y Daniel extendió su brazo, al agarrarlo vio quien llamaba, era Cecilia Día, su primer y quien creía que era su único amor.
— Daniel. — Cecilia protestó desde el lugar de rodaje. — ¿Por qué no has venido a verme? Me prometiste que serías mi patrocinador y que me ibas a apoyar en todo.
— Lo siento. — Daniel se disculpó, disgustado por tener una llamada así por la mañana. — He estado ocupado trabajando toda la noche.
— Y eso es excusa para no haber venido a verme. — Cecilia miró por la playa. — Me siento molesta porque mi pareja no se encuentra conmigo.
En aquella ocasión, Daniel fue hasta el lugar de rodaje y tras acabar Cecilia de rodar sus escenas fueron juntos a almorzar. Él le propuso matrimonio y ella lo rechazó, ya que había empezado a ser conocida como actriz y quería enfocarse en su carrera.
— No sé si podré ir. — Habló Daniel. — Mis padres no se encuentran y tengo todavía mucho trabajo.
Daniel no llevaba mucho tiempo trabajando en la empresa de cosméticos de su familia. Aunque por dentro seguía siendo una persona de treinta y cinco años, por fuera era un Daniel de veintisiete años.
— ¿Me vas a abandonar? ¿A mí? — Cecilia miró a su mánager que se acercó a ella. — Si no vienes te vas a arrepentir, ¿me has escuchado?
Antes de que Daniel abriera la boca, Cecilia ya le había colgado el teléfono.
Daniel se empezó a sentir frustrado, Cecilia era todo lo que él necesitaba, pero tenía miedo al saber que Anastasia y su pequeña hija Daniela no se encontraban a su lado y eso, no podía soportarlo.