Esta vez, será un hasta luego

Alma

Cero…

 

— Alma, abre los ojos... ¿Cómo te encuentras?— Suelto el aire que retenía tras llegar al final de la cuenta atrás y lentamente abro los ojos. Estoy en la consulta de mi psicóloga, Lucía, con la que retomé las visitas tras mi tercera crisis de ansiedad en dos días.

— Mejor gracias, se me ha pasado un poco el mareo, pero si me levanto tengo miedo de que la habitación comience a dar vueltas de nuevo— Lucía se levantó para traerme un vaso de agua, tras años de terapia conocía todas y cada una de mis reacciones y se anticipaba a mis necesidades. Más que una terapeuta, era ya una amiga.

— Bebe despacio. La nueva medicación, dime, ¿Más efectos secundarios?

— Además de hacerme dormir 6 horas del tirón y estos mareos, ninguno. Es un alivio que no me dejen zombi todo el día.— me terminé el vaso de agua y lo dejé sobre la mesa de centro que tenía frente a mi sillón. Lucía me miraba en silencio, como siempre esperando a que diera el paso y llevara las riendas del camino que iba a tomar nuestra charla — Me abrazó, Lucía, me abrazó y no dijo nada más. Después me llevó a casa y desde la ventana de mi habitación, vi que se quedó en el coche bajo la lluvia... después arrancó y se fue.

— ¿No os habéis visto desde entonces?

— No... al día siguiente cogí una mochila y me fui a pasar unos días en la casa de la montaña. Mis padres creen que estuve allí con los chicos y Luna, como es otoño, durante la semana allí no hay nadie, ni mis vecinos, así que tuve tiempo para pensar— cerré los ojos y respiré hondo, ya no estaba mareada y mi pulso volvía poco a poco a la normalidad.

— Y ahora... ¿Qué opinas de tu decisión?

— No lo sé, Lucía... Por un lado, me siento bien, no paso los días en una cuenta atrás, tachando números en un calendario. Yo tomé la decisión de dar el paso y estar juntos, era feliz, de verdad que lo era, Gabriel es... ¡Increíble! no puedo definirlo de otra manera, es atento, cariñoso, te escucha, sientes que eres la única persona de la habitación cuando te mira...— hice una pausa. Notaba que las lágrimas querían regresar y tuve que tomarme un momento. Costaba.

— Pero... — Lucía, ante mi nuevo silencio, me tomó el relevo — Por otro lado, estar sin él te dio el anticipo de lo que será el futuro y te asustaste. 

—Alma, no podemos vivir pensando en qué pasará mañana. Nos perdemos el presente y es efímero, dura milésimas de segundo y pasa a convertirse en pasado. Y al hacerlo, vivimos pensando en ese pasado que no aprovechamos y le sumamos de nuevo, la preocupación de ese futuro que aún no ha llegado. 

Entramos en ese círculo vicioso y salir, depende ti, Alma. Recuerdo que en Marzo me mandaste un mensaje, solo decía "Voy a vivir" ... ¿Y ahora, Alma? ¿Crees que estás viviendo? No me malinterpretes por favor, sabes que nunca te he dicho que debías hacer, me considero tu amiga y me duele ver que han vuelto las pesadillas y los ataques de pánico.— Lucía me apretaba la mano que le había dado mientras hablaba. Estaba seria, preocupada.

— Lo se... Por otro lado, pienso que me lancé al vacío sin paracaídas y a mitad del trayecto tiré de la anilla y no la encontré. Gabriel me devolvió la sonrisa, me recordó que yo también tengo sueños. Él, Alexander y Luna me demostraron que se puede ser feliz a pesar de todo, pero ellos tienen una valentía que yo desconozco. Han cambiado de vida muchas veces, Lucía... Gabriel dejó su país, regresó para terminar los estudios y volvió a Valencia, sabiendo que empezaría de nuevo con el tiempo. Alexander siguió a Luna hasta aquí, la dejó ir durante años y la esperó. y yo... ¿Yo, qué? Mi sueño ha llamado a la puerta y yo he cerrado con llave, he puesto un armario delante y me he escondido y a Gabriel le pedí tiempo para mí, para respirar y hacerme a la idea de que se acabó.

— Pero con Luna y Álex no es lo mismo ¿Verdad?— Lucía era sabia, daba en el punto exacto y tú solo podías darle la razón.

— Luna y Álex me recuerdan que no puedo tenerlo todo. Quiero lo que ellos tienen, pero no puedo tenerlo con quien quiero...— ya, una lágrima se deslizaba por mi mejilla, las demás no tardarían — Y Gabriel también, pero él es valiente y a pesar de decirme que nos ve juntos en EEUU, me dijo que renuncia a mí para que cumpla mi sueño, porque...— No, ya no podía seguir hablando y de nuevo, mi querida Lucía puso voz a mis pensamientos.

— Porque Gabriel no es Dani, Alma. Él te quiere de verdad y os habéis encontrado en el momento justo, aunque tú no lo veas ahora.— la miré extrañada, no comprendía como un desastre de la magnitud que habíamos creado por creernos superiores y capaces de lo imposible, podía ser algo bueno según ella — Alma, no me mires así... Gabriel conoció a la misma Alma que yo, una muñeca rota. Y pieza por pieza fue recomponiéndote, pero ya sabes lo que dicen del jarrón roto, que nunca será el mismo... ¡Chorradas Alma! No será el mismo, pero será igual de bello. Aún con sus grietas, no merece que lo tiren a la basura, merece que encuentre a quien lo valore por lo que es. 

—Y vosotros os encontrasteis, conseguisteis lo que mucha gente busca en vano el resto de su vida. Todo tiene final, Alma... Sabes que me quedé viuda a los 2 años de casada ¿y crees que de haberlo sabido, no me hubiera enamorado de David? No cambiaría ni un segundo de nuestra historia, aunque fuera corta Alma, aunque su final estuviera escrito y lo conociera de antemano, porque hay gente que está destinada a cruzarse en nuestro camino y no quedarse. No te voy a decir que vuelvas con él, solo te pido que vivas, Alma, de la manera que creas conveniente y sobre todo, recuerda tu poema favorito.




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