Una tarde de principios de Marzo, en nuestra biblioteca, Carla me vigilaba mientras fingía estudiar, me perseguía con cualquier excusa cuando me levantaba y cada vez se me hacía más difícil tenerla cerca. Después de la noche de San Valentín dejó de llamarme durante dos semanas para volver a mi vida como si nada, comenzando con su nueva rutina.
— ¿Qué estudias Alma?—
— No estoy estudiando, estoy repasando un documento importante— le contestó sin apenas levantar la vista del ordenador.
— Ah...— Carla miró mi teléfono que sobre la mesa vibraba con la entrada de un WhatsApp y yo la miré a ella, esperando que no me preguntara de quién era porque no iba a gustarle mi respuesta. Leí el mensaje de Álex que me suplicaba que recogiera a Alma de la guardería, porque Luna llegaría tarde de Madrid y él tenía tutoría, cerré mi novela y le dije a Alma que me iba a por la niña.
— ¿Puedo quedarme en vuestra casa hasta que llegue Andrea? Se fue el viernes y volverá tarde— me preguntó distraída sin recordar que Carla seguía allí y ganándose una mirada tan fría que hasta a mi me asustó.
— Claro... vamos— Carla se levantó de golpe y salió antes que nosotros y como bien imaginé, nos esperaba en mi coche para acompañarnos. Fuimos a recoger a la niña que se agarró a mi cuello feliz en cuanto nos vio llegar, riendo con su tía Alma que le daba besos en el cuello y poniéndose muy seria cuando Carla intentó cogerla. La puse en su sillita y Alma se sentó a su lado.
— Mi hermano se casa en Septiembre, Gabe— soltó Carla de repente. Fingí no enterarme mientras veía por el retrovisor como jugaba Alma con la pequeña y ella siguió— ¿Me has oído?
— Felicidades...—
— ¿No vas a decir nada más?— insistió ella.
— Alma, hemos llegado, voy a llevar a Carla a su casa. —Una vez estuvimos solos, Carla seguía insistiendo.
— ¿Y bien?— suspiré cansado mientras esperaba que el semáforo se pusiera en verde.— La boda...— y ahí entendí.
— Carla...— empecé a hablar tras aparcar a pocos metros de la casa de sus padres.— Hace dos semanas que no hablamos, lo cual me parece bien no te creas y lo primero que me dices es que tu hermano se casa y supongo que tu insistencia es porque quieres que te acompañe— esperé su reacción y continué al ver que no hablaba — En agosto, estaré en Galveston con mis hermanas y mis padres, que tendrán vacaciones, en septiembre vuelvo a trabajar en mi tesis y empezaré otra vez con el trabajo que dejé el verano pasado.
— Pero...—
—Carla, no...— hizo un falso amago de ponerse a llorar que conmigo no iba surtir efecto y antes de que me montara alguna escena, me despedí de ella y arranqué, dejándola bastante cabreada.