Estambrisueños

LA HIJA DEL INSPECTOR

27 de septiembre de 2013

—Cásate conmigo— dice el hombre viendo como ella voltea a verlo con su hija entre sus brazos.

Ella lo miró con sorpresa y deposita a la pequeña bebé que abraza con dulzura dentro de su carriola.

—¿De qué hablas?—dice ella mirándolo extrañada de sus palabras.

Tienen poco que se conocen aunque trabajan en el mismo lugar y ella en verdad adora a su hija cuando él se la encarga pero no han convivido tanto tiempo para que él le haga ese tipo de propuesta.Vaya, ni siquiera tiene ese tipo de relación.

 

—Tú necesitas dinero y yo necesito una madre para mi hija. Sé que la amas, no es hipócrita tu cariño hacia ella. Te he investigado, sé que querías casarte y tener hijos pero solo has conocido hombres que se han aprovechado de tu cariño—al decir esto la joven baja la cabeza tristemente.—También estoy consciente que nuestra relación es estrictamente de trabajo y que no hay romance entre nosotros, pero en mi trabajo cualquier día puedo morir y en tu caso tu familia cada día está peor; creo que ambos ganaremos con esto. Me haré cargo de tu familia a cambio de que seas una madre para mi hija. Ella necesita a alguien como tú. ¿Qué me dices Luna?—

 

Luna tantea sus palabras,  trata de reflexionar, pero todo parece avanzar en algo demasiado rápido para ella.  Ella tiene 27 años y el inspector le lleva casi 15 años, no es la diferencia de edades lo que le molesta si no el hecho que pretenda “comprarla”, porque así era, compra una madre para su hija…. ¿No es así?

 

Voltea a ver a la  niña dormida en su carriola con esa aura angelical que la hace desvivirse por ella, siempre quiso una hija pero había abandonado la idea de casarse luego de otro de sus muchos fracasos amorosos, la mayoría de los hombres que había conocido solo se aprovechaban de su ingenua persona, engañandola con promesas y palabras falsas.

 

—Te protegeré Luna-—Habla de nuevo el inspector sacándola de sus pensamientos. —A ti y a tu familia los protegeré, por favor acepta. Sé de tus deudas, sé que trabajas dos turnos para poder cubrir los gastos de tu hermano y de tu madre. No te pediré jamás que cumplas tus obligaciones de esposa, solo quiero que mi hija tenga a una mujer que la ame y la críe como si fuera suya, yo sé que mi hija te amará como su madre biológica.—

 

El inspector Riley la mira con esos ojos grises que hace temblar a sus enemigos, generalmente aquellos ojos son siempre serios y llenos de seguridad pero ahora mismo expresan tristeza. Como si sintiera que ella lo mirará con asco en cualquier momento y lejos de lo que él piensa, ella siempre lo ha considerado muy atractivo, sobre todo recto en su forma de conducirse. Luna  siente que hay algo más en esa petición tan extraña, un dolor secreto que él no se atreve a confesarle.

 

—Acepto— dice ella sin tratar de adivinar lo que oculta el hombre, aunque desea saber lo que ha originado esta situación, siente un leve sonrojo en su cara y antes de que él diga algo, lo interrumpe.—Pero quiero que sepa algo antes…—

 

Él asiente con la cabeza indicando que tiene toda su atención.

 

—No aceptó porque me ayudará a cuidar a mi familia.Acepto por esta niña, porque adoro el tiempo que paso con ella. En verdad la amo, prometo cuidar bien de ella. Tampoco dejaré de trabajar, seguiré haciéndome cargo de mis propios gastos, para no sentir que me aprovecho de su petición.—explica ella con su cara roja por la timidez que siente.

 

El hombre ríe ante la rectitud de la chica y siente ganas de abrazarla, de estrecharla entre sus brazos, pero eso no es algo que él se permitiría hacer sin el consentimiento de ella. Solo se limita a reír enternecido del espíritu de aquella muchacha al que el destino ha tratado tan mal. Conoce todo acerca de ella o todo lo que su trabajo le ha permitido averiguar, sabe que tiene una madre enferma y un pequeño hermano del que se hace cargó, la mujer no ha tenido éxito en sus relaciones ya sea porque sus pretendientes se espantan ante su situación familiar o solo desean tener una aventura con ella.

—Entonces vamos. Hay alguien a quien quiero que conozcas.— dice él colocando su mano sobre el hombro de ella.

 

—¿Eh? Oh, ok.— responde sin estar muy convencida y empuja la carriola de la niña.

 

Mientras van caminando por la estación de policía, escucha los cuchicheos de sus compañeros de trabajo y siente cómo su rostro va adquiriendo un color rojo

 

—¿Está bien esto?— preguntó ella viendo al inspector.

 

—No me importa que digan ¿A ti te preocupa?—le responde él mirándola a los ojos.

 

—No—se limitó a decir ella con una sonrisa.

 

Al salir de la estación de policía, se ve el atardecer caer y dar paso a la noche. Afuera hay un auto que los espera y dentro de él, hay una vieja mujer vestida de forma elegante que los observa. Ellos se aproximan hacia el vehículo y Luna siente escalofríos, siente que la mujer la mira con recelo.

Cuando todos suben y el inspector cierra la puerta del auto, Luna mira a la mujer que le escudriña con la mirada.

 

—Buenas noches… mi nombre es Luna.—dice ella tímidamente.




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