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SILENCIO
En la penumbra, donde la luz se desvanece y las sombras dominan, nuestro juicio se distorsiona y nuestros miedos más profundos emergen.
En estos momentos de oscuridad, donde creemos ver la maldad en aquellos rostros familiares, y la paranoia se cierne sobre nosotros como un velo impenetrable, la vida con su cruel ironía, nos recuerda que esta percepción es solo el comienzo.
Cuando creemos haber llegado al límite de nuestro entendimiento del mal, se nos revela que siempre existe un abismo más profundo y aterrador, donde los horrores superan incluso nuestras peores pesadillas.
Aún me pregunto qué habría sucedido si no me hubiese ido enojada de mi apartamento.
Sin embargo, mi cálida casa comenzó a parecerme desconocida y me provocaba el vómito a mí misma cada vez que recordaba lo que había visto la semana pasada dentro de mi propia habitación. Pensar que respiraba el mismo aire que Jason me ahogaba, imaginar que sobre mi cama le había ofrecido orgasmos a mi mejor amiga durante meses me llenaba de lágrimas el rostro.
Me aterró más el mundo cuando la única persona en la que confíe me hizo pedazos. En mi caso, el dolor fue doble, pues dos personas que amaba con mi vida me habían destrozado el alma.
Luego de una noche repleta de frustración me convencí de que necesitaba irme lejos y dejar todo atrás. Así que conduje con desesperación durante horas, sin contar el tiempo, sin mirar el mapa y sin prestar atención a mi gata que estaba aterrada por la velocidad en la que estaba manejando.
La densa neblina y el viento que soplaba con ira parecía obligarme a regresar con el pasar de las horas, pero yo solo deseaba huir lo más lejos de casa. En aquel segundo, pensé en la muerte, imaginé lo tranquila que estaría mi alma si dejara de sentir dolor y angustia, si tan solo pudiera cerrar los ojos y dejar de imaginar aquella escena en bucle.
Pensé que con tan solo cerrar los ojos y acelerar, acabaría con mi dolor para siempre, así que presioné mis párpados con fuerza y no dejé de pisar el acelerador hasta que escuché un último ruido que estremeció todo mi cuerpo de una sola sacudida.
Había chocado con algo que no lograba ver debido a la densa niebla que abrazaba el lugar y un profundo y escalofriante silencio me hizo por primera vez cerca de la muerte. Sin embargo, a veces las segundas oportunidades pueden ser un tormento torturador.
Sentí un dolor punzante en la cabeza que me obligó a fruncir las cejas y un zumbido incesante en los oídos me hizo hacer lo posible por abrir los ojos.
Quería saber si había fallecido, aunque el dolor de mi cuerpo me gritaba que aún estaba viva.
Todo a mí alrededor se vio borroso durante sofocantes minutos que se hicieron eternos y torturadores, como si mirara a través de un grueso vidrio empañado una imagen que no lograba reconocer.
Intenté moverme pese a la ola de nauseas que sentía en el estómago, y cuando pude enderezarme sobre la esponjosa superficie en la que me encontraba, mi corazón latió apresurado. Poco a poco, comencé a recordar: el ruido ensordecedor, el impacto, y luego, la oscuridad.
Mi corazón latió con más fuerza, resonando contra mi pecho cuando me di cuenta que estaba en una habitación repleta de espejos. Me miraba en cada esquina y me asustaba el hecho de no saber que me había ocurrido y cómo había parado en un lugar así.
Creí estar en un hospital, pero el amaderado suelo y el olor del polvo y la antigüedad, me confirmó que me encontraba en una casa. Las paredes, descoloridas por el tiempo, eran testigos silenciosos de años pasados.
Había algunos muebles de madera oscura y grietas que marcaban su uso.
No había ruido, solo un incesante silencio que me obligó a hablar en voz alta.
—¿Dónde carajos estoy?
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Los proximos capítulos están de camino :3
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Editado: 02.11.2024