«Mierda, que susto» pensó Hiro, después de escuchar ese trueno que iluminó el cielo gris de la tarde. Sintió que podía escuchar a su madre riéndose de él, por no llevar paraguas, y diciéndole te lo dije, un millón de veces.
Se había reunido con Tensu para ir a comprar estupideces por la mañana, y aunque su amigo lo había llevado le aviso que se vaya sin él, porque estaría viendo otras cosas y no quería retrasarlo en sus obligaciones.
Fue una mala idea, por eso estaba bajo un pequeño techo que sobresale de un negocio cerrado, viendo caer la lluvia, con su teléfono en el bolsillo, reflexionando a quién podría llamar para que lo rescatara. Su lista de amigos era limitada y por la hora, sabía que todos estaba muy ocupados, de pronto reflexioné en un reciente número agregado a su lista, y por ello, se planteó hablar con Mikey; el ruido fuerte de un nuevo trueno, iluminando todo el cielo, fue el gran argumento que lo hizo marcar.
—Hola, Mikey. Lamento molestarte, y sé que está lloviendo, pero estoy, literalmente, varado en el centro y me preguntaba si podrías acercarme a mi casa, en tu moto —hablo rápido, intentando no trabarse.
—¿Quién dijiste que eras? —preguntó seguido de un bostezo.
—Soy Hiro —y con esa respuesta, Mikey se levantó de su cama.
—Mándame tu ubicación, y voy —pidió y luego corto.
—¿A dónde vas? Está lloviendo —informó una voz femenina, y una linda rubia se acercó a Mikey.
—Uy. Hola, Emma, buenos días —dijo con una sonrisa perezosa, pero su hermana menor arrugó el entrecejo.
—¿Buenos días? —preguntó—, ¿Acaso sabes que hora es? —Mikey, solo se hundió de hombros.
—La lluvia me da sueño —se justificó, mientras se levantaba buscando sus zapatos.
—Por cierto, ¿A dónde vas? —preguntó de nuevo, mientras veía como su hermano revisaba su teléfono.
—Voy a buscar a un amigo —dijo mientras tomaba sus llaves—. Se quedó lejos de su casa por la lluvia.
—Draken, no saldría con la lluvia —afirmó ella, pero Mikey arrugó el entrecejo.
—No es él —afirmó, sonando más duro e indiferente de lo que pretendía—. Es Hiro, y cuando los conozcas verás que es una linda persona —aseguró—. Bueno, me voy.
Salió antes de escuchar cualquier respuesta de su hermana. Debido a la lluvia, el rubio tuvo las calles desiertas, lo que le permite acelerar a su gusto y por esa razón, estuvo frente a Hiro, en menos de cuarenta minutos. Cuando él lo reconoció, se levantó y solo cuando estaba a poco segundo de distancia, el fuerte ruido de un trueno provocó que se lanzará a Mikey para abrazarlo; era una reacción inconsciente, porque tenía mucho miedo a los truenos. El acto fue tan repentino, pero aun así, Mikey podía sentir el ligero temblor en el cuerpo del más pequeño.
—Lo siento —se disculpó, mientras se alejaba avergonzado—. Ya sabes, miedo a los truenos —se justificó restando importancia y subiendo de copiloto a la moto. Mikey le paso un casco.
—Está bien —dijo Mikey, y sin dudar arrancó, aunque no estaba convencido de la justificación.
—Nada más déjame en la esquina —pidió mientras veía como se acercaban a la calle.
—¿Seguro? —preguntó sin estar convencido.
—Si, no te preocupes —comentó, mientras la moto iba a parando—. Gracias, Mikey. En serio.
Mientras veía como Hiro se iba alejando de la lluvia, Mikey se percató de un auto de policía estacionado unos metros lejos de él, en el otro lado de la calle, y eso levantó muchas sospechas.
Por otro lado, Tensu no había tenido la mejor suerte de todas. Su moto se había quedado en medio de la lluvia, y no quiso arrancar más. Así que tuvo que empezar su camino a casa, sin moto, sin paraguas porque creía que iba a llegar a casa, y con la lluvia torrencialmente fuerte, junto con un viento que traía mucha tierra.
—¿Tensu? —la voz grave de Draken, sorprendió al mencionado—. ¿Qué haces por aquí? —preguntó mientras lo cubría con su paraguas.
—Gracias, carajo el agua está muy fría —fue lo primero que dijo, mientras sentía el viento— Me quede sin moto, y bueno, tengo que llegar a casa —comentó algo apenado.
—La lluvia no parece que vaya a parar, será mejor que vengas a mi casa, o podrías enfermarte — dijo mientras caminaba a su lado.
—Gracias —murmuró el pelirrojo, sin mirarlo— ¿Estás bien? —preguntó.
—Si, ¿Por qué?, ¿Parece que no lo estoy? —preguntó serio.
—Te ves como la mierda, como yo cuando peleo con Hiro —aclaró, y al no escuchar una respuesta, entendió—. Te peleaste con Mikey —dijo sin delicadeza.
—Si, ese enano no quiere entender razones —contestó con molestia palpable— ¿Cómo está, Hiro? —preguntó, en un intento de cambiar el tema.
—Estable —contestó—. Con la noticia de la muerte de Kagome Jomei, pensé que le pasarían más cosas, pero ha estado tranquilo. Aunque, es lo que más me molesta de ese pequeño imbécil —se quejó—. No va a mostrar debilidades, aún no puede hacerlo, y lo entiendo, pero no es la primera vez —y con esas palabras, se cayó de forma abrupta— Lo siento, hable de más —se disculpó— ¿Dónde vives? —preguntó para romper el silencio incómodo que lo estaba ahogando.