Estar contigo

CAPITULO 1

NOELIA.

 

—No puedo creer que me llames un sábado a las cinco de la mañana Víctor. —protesto somnolienta.

—No hay nadie más Noelia, —dice justificándose— todos están ocupados en estas fechas.

—Está bien iré. Espero que valga la pena y que tu amigo no sea un imbécil —advierto.

—Es un buen tipo en un mal momento, te lo aseguro, además de que te deberé un gran favor —dice.

—Me debes muchos favores, pero iré. Está bien.

—Gracias de verdad Mike es importante para mí, no cedas ante el Juez Morrison. Se conocen, y no dudará de que pase la noche en prisión. Cuando vuelva te cuento todo. Te quiero amiga. —Y así es como me encamino el día 1 de diciembre hacia los juzgados de guardia.

No sé quién es Mike, pero sé que es importante para Víctor. Jamás me ha pedido un favor, así tan preocupado.

El juez Morrison no es santo de devoción, pero por lo menos no es un corrupto.

Estacionó el coche en el parqueo y me dirijo directamente hacia los calabozos donde le pregunto al guardia de seguridad por Mike Levis y me guía hacia su celda.

Al llegar me encuentro con un hombre con el rostro tenso y bolsas bajo sus ojos negros. Es tremendamente atractivo, pero está en un estado lamentable, camisa por fuera y una manga rota.

Alza su cabeza para mirarme.

—¿Eres mi abogada? —pregunta cuando el guardia de seguridad abre la puerta para que pase.

—Abogada Noelia Millas. Vamos, voy a sacarte de aquí. —Le anuncio mientras estiro mi mano en modo saludo, duda si darme la mano, pero al final lo hace.

—Abogada, dudo que el juez Morrison deje que me vaya. —advierte—. Es un imbécil. —Me habla acercándose y entonces es cuando noto el hedor a alcohol.

—El juez Morrison solo dicta la ley y por ley te vienes conmigo. —Anuncio sin dejar de andar hacia fuera.

Dejo a Mike Levis a cargo de los guardias, esto será interesante. Conozco a Morrison desde hace mucho tiempo, incluso tuvimos un par de citas que acabaron en nada.

Está claro que está resentido por algo, ya que se niega a que se vaya. Discutimos por un buen rato hasta que por fin anuncia.

—Señorita Millas, dejaré que su cliente se vaya.

Sonrió satisfecha, «me debes una gorda Víctor» pienso.

—Muchas gracias. —digo preparada para marcharme.

—Señorita, eso no es todo. Como veo que tiene tanta fe en el señor Levis y cree que cumplirá con el programa contra el alcohol debidamente, no tendrá objeción alguna en que la haga su tutora durante los dieciséis días que dura el curso, ¿verdad? —pregunta.

—¿Y eso por qué ahora? —le replico.

—Usted misma lo ha dicho. Si es un caso puntual, ¿por qué no? —Sonríe.

«Maldito diablo», pienso para mis adentros. 

Esto no me lo esperaba, si incumple sus visitas me meteré en un gran lío, pero no puedo decirle a Víctor que lo dejé aquí.

—Está bien, dónde firmo. Debo irme. —Morrison me mira sorprendido. Sabe que mi trabajo está antes que nada, es por lo cual solo tuvimos dos citas.

—Debe ser importante para usted ese hombre abogada —masculla serio.

—No te creas que me conoces Morrison, no lo conozco de nada. —Él no responde, solo me acerca la hoja de la tutela donde firmo y salgo a toda prisa a por el individuo. Al llegar me mira esperando a que hable.

—Venga levanta. —Digo enseñando la hoja a los guardias que lo custodian—. Nos vamos. —Mike luce sorprendido. Pero se levanta rápidamente y camina a mi lado. Salimos juntos de la estación y le indico los ascensores, me sigue sin preguntar nada. Cuando abro la puerta del coche, entonces sorprendido me habla.

—¿También vas a llevarme a casa? —Sonríe. —Una vez dentro del auto le entrego la hoja de tutela, la cual lee incrédulo.

—¿Qué mierda es esto? —Pregunta molesto.

—Significa que durante este mes, tú harás lo que te diga y vivirás conmigo.




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