Estar contigo

CAPITULO 2

NOELIA.

 

—No me hace falta niñera. —gruñe.

—Pero si te hacía falta una abogada, así que si no quieres volver a ese antro de comisaría agradeces y te callas. —Contesto mordaz.

—Prepotente, y a ti quien te dijo que yo necesito ayuda. Ahí no estaba tan mal. —Sonríe irónicamente.

Suspiro e intento relajarme antes de contestar al imbécil. Después de la gran pelea que provocó en Santos, un bar de la zona, tiene cargos por agresión y vandalismo, además de destrozos a la propiedad pública. Eso demuestra que es un salvaje.

—Mira, señorito Levis, me importa muy poco dónde quisieras quedarte, mi padrino y amigo Víctor me pidió que te sacara de ahí. Tienes que ser importante para que él me pida un favor, ya que los cobro caros. —«Jamás le cobraría el favor a Víctor, pero él no lo sabe», pienso.  —La única manera de hacerlo es que cumplas con los días del curso bajo mi tutela, así que harás lo que te digo.

—¿Y, si no? —Me reta.

—Haré de tu mísera vida, un infierno —anuncio y Mike alza ambas manos a modo de rendición.

—Tranquila fiera. ¿Vas a dejarme ir a mi casa a recoger por lo menos un poco de ropa?

—Dame tu dirección, nos acercaremos ahora, después iremos a mi casa y te instalarás, ¿de acuerdo? —Mike parece más tranquilo que hace una hora. Sus gestos se han relajado.

Pongo en el GPS la dirección de su casa. Mi sorpresa es grande cuando veo que su casa está en una de las zonas mejor valoradas de Londres.

Al llegar ahí me pide que acceda a un parking subterráneo que hay en una de las casas de planta baja. El ver su morada, eso hace que me planteé varias preguntas. ¿Quién es? ¿Qué hacía en esos barrios? ¿De qué lo conoce Víctor?

Este último me debe muchas explicaciones.

—¿Vas a quedarte ahí, parada o piensas pasar? —gruñe.

—¿Quién eres? —pregunto instintivamente.

—No soy nadie. ¿Vas a pasar o no? —contesta irritado de nuevo.

Al pasar a la lujosa casa, lo que más llama mi atención son las fotos que hay colocadas en los minimalistas muebles.

En ellas aparece Mike con un chico muy parecido a él. Están sonrientes en un barco de pesca y este le pasa el brazo por el hombro a mi tutelado. Tienen que ser familia y por el parecido, su hermano.

»Ya tengo todo, cuando quieras nos vamos —masculla seco.

Miro hacia las escaleras desde donde sale, no puedo creer lo que cambia este hombre arreglado. Si antes era atractivo, ahora lo es diez veces más.

Me dirijo a la puerta de salida. Mi estómago gruñe, no he comido nada y me levanté muy temprano.

»¿Tienes hambre? Si quieres podemos desayunar algo antes de marcharnos.

—Tengo que volver a casa, tengo trabajo —contesto.

—Vienes de trabajar, ¿es qué no paras acaso? —pregunta.

—No. Mi vida para mí es mi trabajo. 

Sin dar tiempo a decir nada más, salgo de la casa, su cercanía me pone nerviosa. Más tarde debe de ir a empezar el curso impuesto por Morrison, cuanto antes empiece antes acaba y quisiera que descanse un poco antes. 

Al llegar a mi apartamento me doy una ducha y para mi sorpresa es que cuando salgo Mike ha preparado el desayuno para los dos, unos huevos revueltos, frutas, zumo y café.

—No sabía qué desayunas. Espero no te importe —Me comenta.

—Muchas gracias. —Desayunando, pregunto de qué conoce a Víctor, y me explica que era su mejor amigo y el de su hermano. Pero desde hace casi un año han perdido la comunicación, y ya no se llevan. 

Pregunto qué había pasado, y le comento que Víctor estaba preocupado. Quiero seguir preguntando, pero Mike me corta en seco.

—¿Debo seguir respondiendo? —indica molesto.

—Solo si quieres. —refiero y entonces se pone de pie, acomoda su americana y sin mucha simpatía me contesta.

—Pues no, no quiero, para ser una profesional es bastante entrometida, ocúpate de tu linda vida —escupe. 

Veo como va hacia la puerta de salida, me levanto rápido, quiero saber dónde va este ogro maleducado. ¿Si sabrá que cada quien tiene sus propios problemas en su vida?

—¿A dónde crees que vas? —Intento detenerlo por el brazo molesta, pero ya ha abierto la puerta.

—A trabajar y después a ese curso impuesto, claro. ¿Dónde más iría? ¿A por regalos navideños? —sonríe irónico.

—Pues no lo sé, pero por tu reputación quizás vayas a emborracharte desde temprano. —Sé que es un golpe bajo, pero es un tremendo idiota.

—Te puedes ir a… —Suspira y sin acabar de hablar se da media vuelta.

—No me jodas Levis o te arrepentirás —advierto.

—Déjame en paz niñera, si tanto miedo tienes no hubieras firmado. Es más, yo iré al curso y olvidamos que nos conocemos. —Me replica.

—No voy a hacer eso, ni creas que me fío de ti, los tipos como tú son… .—Me detengo ahí, este idiota me ha hecho perder el juicio. Nunca mejor dicho. Da un portazo sin dejarme hablar, y automáticamente pienso, «dónde me he metido, ahora mismo te odio padrino».




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