Estar contigo

CAPITULO 3

 

NOELIA.

 

Al llegar al despacho, Alex, mi asistente me está esperando con los brazos cruzados.

—Cómo es posible que la señorita Miller acuda a trabajar una hora tarde y yo no me haya enterado —pregunta curioso.

—Tuve que trabajar temprano y todavía no he parado. —Ciertamente, desde las 5 de la mañana siento que realmente estoy trabajando cuidando de Mike.

—¿Pero en qué caso has trabajado? Si todos los tienes bien armados —advierte curioso.

—Es un favor personal a alguien, Alex. —comento—. Disculpa. 

La mañana me pasa rápido recibiendo clientes y armando nuevos casos.

Hoy hace cuatro días que Mike está en casa y asiste al   curso religiosamente.

Antes de almorzar con un cliente le envío un mensaje a Mike para saber si va a mi apartamento almorzar, aunque siempre me ignora olímpicamente, da igual que esté viviendo conmigo. Para mi sorpresa, esta vez responde que no irá, que tiene una reunión.

Tranquila con su respuesta, cojo mi bolso junto a las llaves y me dirijo al restaurante, donde me espera Coleman.

Coleman es un hombre joven que tiene una hija a la que su suegra no deja ver desde que su pareja murió por leucemia.

Lo que me sensibiliza con su situación no es solo que ella murió, sino también es que no estaban casados y sus suegros, mientras él se dedicaba a cuidar de su amor, se hicieron cargo de la niña con falsas promesas de devolvérsela.

Al entrar al restaurante veo a Mike en una mesa al fondo, me alegra ver que no me ha mentido. No nos vemos mucho, yo trabajo casi doce horas y, por ahora, él no me está dando problemas.

El segundo día de convivencia me preguntó si no tengo vida social y simplemente le contesté que no. No quiero que sepa de mi vida. Suficiente tengo con tenerlo en mi casa, podría ir a la suya, sí, la diferencia es que en la mía le impongo el toque de queda. 

Mike no se da cuenta de que estoy aquí, unos biombos naranjas nos separan.

Mike.

Miro de reojo entre los huecos del biombo y veo a la rubia prepotente de mi niñera. Lleva una falda negra de tubo marcando su cadera y una camisa amarilla de seda, se ve muy segura de sí misma, y los imbéciles de aquí, no le quitan el ojo. Ella solo sonríe y es suficiente para ser más bella del lugar.

El momento del día en el que más tranquilidad tengo es, cuando en la noche sonríe, viendo una serie de humor mientras cenamos, aunque conmigo no sonríe o lo hace poco.

Noelia ha querido acercarse a mí de forma amigable en algún momento, pero sutilmente no la he dejado. No soy bueno para ella, ni para nadie, lo tengo claro. Cuanto antes acabe el curso, antes acabaremos con todo esto, podré vender mis acciones y mi casa e irme lejos.

Solo me faltaba encontrarme con ella aquí. Espero que no se acerque a mí ahora o no le gustará lo que escuchará de mí.

—No puedes marcharte y dejarnos a la deriva. Nos lo debes. —Exige Pedro—. ¿O tengo que recordarte que nosotros estaríamos mejor con una familia? ¡Familia que tú nos arrebataste!

—Seguirá recibiendo un cheque, no se preocupe, lo dejaré por escrito. Pero no piense que voy a vivir aquí, lo tengo claro —expreso, molesto.

—Pues a nosotros nos importa muy poco lo que pienses, si intentas marcharte o vender la empresa diremos al mundo lo que el asesino de Mike Levis hizo con su terquedad, ¿me escuchas? —habla incorporándose a coger el cuello de mi camisa amenazante. Giro la cara, cierro los ojos para que no se escapen mis lágrimas y asiento con la cabeza—. Todo es tu culpa, eso es lo que no tienes que olvidar. Vergüenza me daría siquiera insinuar que nos dejas en la estacada.

Realmente no sé qué más quiere este hombre, trabaja como jefe de una sección en mi empresa y le doy un cheque que ni los altos cargos cobran, pero eso no puede apagar su dolor y lo entiendo. El dinero tampoco apaga el mío.

Noelia en este momento nos está mirando, saco un billete de cien de la cartera y lo tiro sobre la mesa. Salgo del restaurante y me dirijo al bar donde ahogo mis penas.

«Sí, le prometí a la rubita de ojos bonitos que no lo haría, pero no puedo aguantar este dolor y solo será una copa», reflexiono.




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