Estar contigo

CAPITULO 6

MIKE.

 

—¡Otra copa Alex! —Pido.

—Amigo, creo que ya está bien. Entiendo que estás jodido, pero ya no puedes beber más. —Explica pacientemente.

—Si no me vas a dar otra copa, me voy a otro lugar. —Contesto cargado de razón.

—Vamos, Levis no jodas. —Se molesta.

Quiero otra puñetera copa y nadie me la da. Siento que la cabeza me va a explotar, y no puedo olvidar el último día ni sus últimas palabras.

Flashback

Mike tienes que ir, podemos dejar que se hagan con la constructora. Ellos nos ayudarán —habla Samuel enojado.

No voy a ir y, no firmaré nada. —Replico.

Eres un jodido pasota, no ves que te quieren a su lado, son de fiar.

No iré, ya está todo dicho.

Bien, dame las llaves de tu coche, iré yo. Pero si vas a pasar de todo, yo también pasaré de ti. —Gruñe abriendo el coche —Vamos Allison, acompáñame a esa reunión —le dice a mi cuñada ayudándola a subir con su enorme panza.

Una media hora después recibí la llamada que cambió mi vida para siempre.

—¿Levis? ¿Mike Levis? —Dice una voz de mujer.

—Llamamos del Hospital Santa Cruz, su hermano ha tenido un accidente…

Fin del flashback.

Las llaves de mi coche no están encima de la barra. Alex dice que no las tiene, pero yo sé que sí, si aquí no me dan algo para que olvide quiero ir a otro lugar.

Miro hacia la puerta y veo a Bart hablando con mi rubia. Bueno, no es mía, pero sí vivo con ella. Es un precioso grano en el culo, esta mujer, un jodido sexy grano en el culo.

Ella se acerca con cara de estar muy enfadada, pero no me apetece escucharla. Lo mejor es fingir que no la veo y salir por la puerta.

Noelia.

—Gracias por venir, tenía su tarjeta y no sabía a quién llamar. —Me dice Bart.

—Gracias a ti por llamarme, nos acabas de ahorrar muchos problemas. —Sonrió agradecida.

Veo que Mike me ve y se levanta, es gracioso como va pegado a las sillas mirando a otro lado como si pudiera desaparecer. Se cree que no lo veo, pero me mira de reojo, de verdad que no sé si reír a carcajadas o pegarle una colleja para que espabile.

—¿A dónde crees que vas Levis? —Pregunto cuando pasa por mi lado.

—A donde me dé la gana rubia, tú no me mandas. —Contesta.

—Vamos Mike, te llevaré a casa. —Digo en un tono conciliador.

—No, no me voy a tu casa. —Dice pasando por mi lado y saliendo a la calle.

—Levis, no me toques la moral que vamos mal. —Le advierto.

—No me voy… —Se cruza de brazos.

No lo dejo acabar la frase, cuando ya lo he cogido del brazo y lo voy guiando hacia mi coche.

—¿Por qué me llevas obligado? ¿Sabe usted abogada que esto es secuestro? —Pregunta malhumorado.

—¿Sabe que soy su tutora señor Levis?

—Lo que sé, es que, eres un grano en el culo. Uno que pica mucho. —Dice cuando llegamos a mi coche.

Las luces de la carrera me deslumbran, me olvidé de coger las gafas con la prisa que salí.

La otra noche fue un acierto dejar mi tarjeta a Bart. Y efectivamente, como esperaba, me ha llamado.

—Espera Levis, mi coche está allá. —Digo señalando en dirección contraria.

—Ves… déjame solo, quiero estar solo—dice tambaleándose.

—¡Serás idiota! ¡Que vengas digo! Ya está bien de comportarse como un crío. —Grito muy molesta y tiro de su brazo.

Con su estado y mi fuerza casi consigo que los dos nos tambaleamos y caigamos al suelo. Por suerte, Levis se agarra a las rejas de una ventana baja.

Suspiro, e intento relajarme antes de hablar porque juro que quiero ahogarlo.

—Levis, vamos a casa, estoy cansada. —Pido con voz suave.

Veo la duda en sus ojos, le sonrío y giro la cabeza señalando mi coche.

—¿Por qué te importa tanto lo que haga? ¿Tu carrera? ¿O es una especie de obra de caridad? —Cuestiona.

—¿Quieres saber la respuesta? Sígueme.

Mike.

Quiero saber qué tiene la rubia en esa cabeza además de pelo, intento caminar a su ritmo pero no puedo.

Antes de montar en su coche le vuelvo a preguntar, tengo curiosidad.

—¿Y bien? ¿Por qué me ayudas?

Ella sonríe y sube al coche, yo hago lo mismo, la miro esperando una respuesta.

—Está bien… lo hago… —Suspira y yo la miro interesado —lo hago porque me da la real gana. —Ríe 

Ahora parece que se le ha pasado la molestia porque va riendo sola. A mí no me hace gracia, ninguna. Qué mujer más… irritante.

Al llegar abre la puerta del apartamento, paso directo a la cocina, necesito beber agua.

Noelia ha ido a su cuarto, imagino que, como todos, no me quiere ver.

A los cinco minutos aparece con el pijama, revuelve un armario de la cocina y saca una pastilla, seguidamente enciende la cafetera y pone dos tazas, la sigo silenciosamente con la mirada.

Al acabar coloca una frente a mí.

—Bebe —Me ofrece el café, el cual va acompañado de la pastilla.

—¿Café a estas horas? —Pregunto.

—Es descafeinado, bebe y luego más tarde la pastilla. —Indica.

Bebo un pequeño café solo de un trago.

—¡Pero qué mierda! ¡Está salado! —Escupo.

Unas ganas inmensas de vomitar me invaden, intento llegar a la taza del váter, pero no sé si lo consiga.

Me abrazó a ella satisfecho por no devolver todo lo de mi estómago por el pasillo.

Noelia.

—Es la mejor medicina cuando no hay otra salida. —Me disculpo. — ¿se te ha pasado la mona verdad?

Digo acabando de colocar mis pendientes dorados, el vestido de tubo azul cielo de manga larga se adapta a mis caderas perfectamente.

Mike me mira serio, recostado en el sofá con un paño frío en la frente.

Con todo esto casi olvido que había quedado hoy con Biker, gracias a un mensaje suyo diciendo que en una hora estaría aquí.

—¿Cómo me veo? —Pregunto al ogro que está en el sofá.

—Pues te ves normal, —ruedo los ojos —a mí me retienes aquí y tú te vas —se queja —podías dejarme ir a mi casa niñera y si no quédate aquí. Estoy enfermo y eres mi niñera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.