MIKE.
Despierto en una habitación de hospital, la tenue luz blanca apenas ilumina a mi alrededor. Mi cuerpo se siente pesado, como si estuviera anclado a la cama, me duele la cabeza. A la memoria me viene la imagen de la casa de la playa y el disparo resuena en mi mente
—¿Noelia? —balbuceo, mi voz apenas es un susurro.
La enfermera se acerca y coloca una mano sobre mi hombro para tranquilizarme.
—Tranquilo, Mike. Noelia está en la habitación de al lado. Está estable, el médico vendrá a hablar contigo y te contará.
Mi corazón late con fuerza mientras asimilo la información que acaba de darme.
—¿Estable? —pregunto, con miedo a lo que pueda significar.
La enfermera asiente con una sonrisa amable.
—Sí, está inconsciente, pero responde bien al tratamiento. El médico te dará más detalles.
La habitación se siente más pequeña de repente, me duele pensar en que se encuentra en esa situación por mi culpa. El médico entra, con su bata blanca, manchada de sangre.
—Mike, Noelia sufrió un impacto grave, pero estamos haciendo todo lo posible. Necesitará tiempo para recuperarse.
Mis manos se aferran al borde de la cama, tratando de incorporarme, al desmayarme me di un golpe en la cabeza, pero nada grave, ahora tengo que asimilar la realidad.
—¿Qué ha pasado, doctor? —pregunto con voz temblorosa.
—Fue un disparo, pero la bala no afectó órganos vitales. Ahora, la clave es su recuperación —El médico ajusta las gafas. —Una mujer que dice ser su madre está fuera, pidiendo verlo, ¿quiere que le diga que pase?
La sangre se me congela, mamá está aquí. ¿Cómo se ha enterado?
NOELIA.
Estoy en un parque al atardecer. Me siento ligera, me dirijo hacia un columpio solitario, donde un niño de rizos dorados se columpia riendo con ganas.
—Mamá, ¡mira cómo me balanceo! —exclama el niño y sus ojos me miran con inocencia.
Lo miro y mi corazón siente una extraña conexión con ese pequeño.
—¿Quién eres? —pregunto acariciando su suave pelo mientras él me sonríe.
—Soy tu hijo, mamá. Quiero que vuelvas con papá. Él nos necesita a los dos.
Me altero al escuchar el nombre de Mike y ahora me encuentro caminando por un camino en mitad de árboles, con la risa del pequeño todavía presente.
MIKE.
—Hijo… —solloza mamá entrando a la habitación.
Sus ojos están rojos, señal de que lleva rato llorando, está parada en el marco de la puerta como si no pudiese moverse.
—Mamá, acércate —pido casi en un susurro
Al llegar a mi lado me abraza fuertemente, al fondo en la puerta de entrada asoman Sofía y Niccolo con semblante serio, pero con una sonrisa en la cara.
—Hola chico, ¿estás bien? —pregunta mi suegro.
Un remordimiento de consciencia me come por dentro al pensar que desobedecí órdenes directas y que mi rubia está en esa habitación por mi culpa.
Con mi madre sollozando entre mis brazos, tomo valor para pedirle una disculpa.
—Niccolo lo siento, debí quedarme en el apartamento, pero yo…
—No hiciste bien —me regaña y esa realidad de sus palabras me duele —pero no todo el mundo cambia su vida por la de su pareja —me da una sonrisa triste —así que no pienses ahora en eso muchacho.
Niccolo sonríe a mi madre y se aleja hacia la puerta, ahora es Sofía la que se acerca. Mi madre deja de abrazarme y se sienta en una silla que está pegada a mi cama.
—Gracias por llamarme Sofía, te estaré eternamente agradecida.
—Tranquila, sé que harías lo mismo. Vamos a pasar a ver a Noelia, el doctor dice que no sabe por qué todavía no despierta.
—Quiero verla, dejadme que la vea, por favor —pido desesperado.
NOELIA.
De repente, el mismo niño aparece entre las sombras de los árboles.
—Mamá, escucha a papá Mike. —dice mientras salta contento por el camino.
“Noelia, necesitamos estar juntos, te extraño”, se escucha la voz Mike cargada de emoción, su voz me llega al alma, siento una mezcla de amor y nostalgia, pero algo en mi interior me dice que este sueño va más allá. El pequeño coge mi mano.
—Por favor, mamá, regresemos con papá, nos necesita. —pide con ternura.
El sonido de unos pitidos lejanos llegan a mí, intento abrir los ojos, pero la fuerte luz blanca me molesta, no me deja abrirlos.
Cuando por fin logro abrirlos un poco, mamá y papá están sentados a mi lado.
—Hija —se acerca papá a besarme. Mamá lo aparta para rodearme con sus brazos.
—Por fin despiertas cariño —me sonríe —nos tenías preocupados.
Las imágenes de los últimos minutos en la playa atraviesan mi mente.
Con la mirada busco a Mike, me preocupa no verlo, que ha pasado con él.
—¿Dónde está? —pregunto ¿Qué ha pasado con Mike? El miedo me invade. ¿Está bien? —pregunto angustiada intentando incorporarme en la cama.
En ese preciso momento, Mike pasa por la puerta con un café en la mano.
—Eh, qué ocurre princesa… —dice con ternura acercándose a la cama. —Estoy aquí rubia, me has preocupado, —me besa despacio.
—Os dejaremos un momento solos, vamos a buscar un café mientras habláis.
MIKE.
Todos salen de la habitación, dejándome a solas con mi rubia.
—Cariño, he tenido tanto miedo… —explico— no te lo imaginas.
Editado: 26.01.2024