5 de enero 2011
-Me enoja, me enojan tanto sus increíbles cambios de humor, su peculiar y estúpida forma de hacerme sentir inferior, su nada glacial manera de mostrarme que ella tiene un gran poder sobre mí, su increíble forma de hacerme sentir mal conmigo misma, todo ella me enoja, ni aunque esta empezando el año me deja en paz, siempre encuentra una manera de molestarme. He intento incontables veces no discutir ni pelearme con ella, pero es imposible, ella es imposible de tratar y ahora más que Jeff termino con ella, está más irritable que nunca. Todavía no entiendo como somos hermanas, somos tan diferentes. Toda ella me hace recordar más y más a mi madre. Ambas son tan iguales, su manera de vestir, su mal genio y su hipocresía hacia los demás es igual…Mi madre…Mi madre a pasar de sus grandes esfuerzos en querer hacerme cambiar, a pesar de que me enojaba cada hora junto a ella, la extraño. Si lo hago, la extraño, los días sin sus discursos ante mi forma de vestir y actuar se hacen cada vez más largos y menos llevaderos, Y mi hermana no hace nada más que recordármela y tenerla a cada minuto pre…
- ¿Otra vez escribiendo disparates? – Escuche a Amalia preguntarme antes de sentir una almohada golpearme la cabeza.
- Déjame tranquila. – Le gruñí enojada, odio que me interrumpan cuando escribo, ella lo sabe y lo hace a posta. Me quite los audífonos.
- No. Levántate y haz algo de comer, tengo hambre.
- Tienes manos, si quieres lo haces tú.
- No me hables así, Cel. Soy tu superior hasta que cumplas la mayoría de edad… - Y así empezó su tonto discurso, tantas veces dicho. Amalia no hacía nada más que recordármelo. La verdad es que no la escuche me coloque los audífonos y subí aún más el volumen.
- Estoy hablando contigo, Cel. – Me dijo la cabra loca quitando mis auriculares.
- ¿De verdad? Es que no me había dado cuenta. – Le dije haciéndola enojar. Pero antes siquiera que ella dijera algo le dije: Vete de mi habitación, Amalia.
Volví a colocarme mis audífonos luego de escuchar el sonido brusco de la puerta al ser cerrada con fuerza que me indico que había salido de mi habitación. Por lo menos tendría una hora de descanso antes de que ella me vuelva a molestar. Si tan solo me dejara en paz.
8 de enero 2011
Soy imposible de tratar, lo entiendo. Mi forma de ser nunca será la correcta, comprendo. Quisiera cambiar, pero no puedo. He aceptado que así soy y lo acepto.
Solté un gruñido (para nada bonito) cuando sentí el agua fría sobre mí.
- Joder, Joder. – Comencé a gritar mientras salía de la cama a tropezones. – ¡Mierda! Te has vuelto loca. ¿Pero qué diablos pasa por tu cabeza? ¿Estúpida, es que no ves que a nadie se despierta así? ¿Eres tonta o te haces? – Le grite fuerte mientras tiritaba del frío.
- No te atrevas hablarme así eres…
- ¡No te atrevas a decirme como debo hablar! – Le grite aún más fuerte. Hoy acabaría con todo esto y la pondría en su puesto. – Estoy harta de tus locas ideas, pero como se te ocurre echarme agua fría con el frío que hace. ¿Te has vuelto loca mujer? Estoy cansada de ti, de querer controlarme y tratarme como una muñeca, no lo soy. Ni soy tu sirvienta ni soy tu esclava, ¿Vas entendiendo? Como vuelvas a hacer esto, te corto tu bello cabello. Soy lo suficientemente mayor para saber cómo debo o no comportarme. ¿Te ha quedado claro? Por esta razón es que tus ex terminan contigo, eres insoportable, inaguantable e intolerante. Nadie te quiere, nadie te querrá nunca por lo controladora y loca que eres. – Me quedo en silencio cuando veo sus ojos aguados y mejillas rosadas. Creo que me excedí un poco.
- ¿Has terminado? – Me pregunto, su voz temblorosa me confirmo que la habían herido mis palabras.
- Si. Ya terminé. – Amalia camino hacia la puerta con la mirada baja. Quería disculparme, sí que quería, pero soy demasiada orgullosa para hacerlo además ella tiene que saber que no puede controlar mi vida.
- Lo siento. – Dijo Amalia parada en la puerta.
- ¿Qué sientes?
- No ser una buena hermana. Ni una buena tutora.
- Yo también lo siento. – Amalia alzo la cabeza sorprendida – Siento, que no lo seas.
Fui dura, demasiado dura. Pero así soy yo, quiero hacer daño a las personas atreves de mis palabras. Es mi manera de defenderme de las otras personas, busco su debilidad y lo ataco. Es uno de mis grandes defectos.