Antonio
La analicé lentamente mientras cerraba la puerta de su habitación, me sostuvo la mirada hasta el último momento, sabe que dudo de lo que dijo, no lo quiero reconocer, pero una parte de mi le cree. ¿Qué hago con eso? ¿Soy una persona tan ingenua? ¿Ella es una buena mentirosa? ¿Alguien la empujó? ¿Está en peligro?
Busqué a un enfermero de turno, encontré un pelirrojo que me miraba sin poder creer que fuera yo en realidad, le pague extra por que la cuide bien, sostuve la mentira de la familiar, una sobrina rebelde que puede escaparse, muy creíble y común.
Encargué los trámites restantes para que pasara la noche en la clínica sin problemas, una vez fuera del lugar mi chofer esperaba nervioso noticias buenas.
-¿Cómo está?- preguntó nada más entre por la puerta trasera del auto, voltee a ver el resto del asiento recordando que estaba ahí su cuerpo durmiendo hace poco.
-Está bien, vamos al departamento- contesté distraído, el recuerdo de sus ojos volvió a mi acaparando toda mi atención, mientras veía la carretera.
No medí la fuerza al acercarme, fue mi culpa, sin advertirlo sus ojos se enfocaron en los míos, fui secuestrado por esa tonalidad café suave, prefería la bebida mañanera amarga y cargada, pero era la primera vez que ese matiz de café se me hizo tentador, es extraño, nunca lo pensé así. ¿Cuándo alguna chica me ha intrigado? ¿Cuándo alguien me ha intrigado, para empezar?
Pero…es que ella, lleva algo diferente, su mirada es despierta y curiosa, llamativa, un mar oscuro y misterioso que me llama a sumergirme en él, exigente, me dejó sin alternativa y en esos segundos, no me importaría si me ahogara, así de atrapado.
Ella no entraba en mí con la mirada, ella me exigía sumergirme en la suya.
¡Esto es estúpido! Son las horas sin dormir, definitivamente, estoy exagerando todo, además esa forma extraña de conocer a alguien, no todos los días se aparecían extraños frente a la camioneta.
Desvié la mirada y recordé que debía ver a Theodor, maldita sea, debí decirle que no desde el inicio, Carlos llamó mi atención entregándome un bolso negro en un semáforo rojo, fruncí el ceño recibiéndolo.
-Estaba en la pista a su lado, debe ser de ella- explicó.
-Gracias- le dí una mirada examinadora sin abrirla y lo dejé a mi lado en el asiento, se lo devolvería después a la castaña.
Dejé mi abrigo en el perchero, ni sé para que lo saco si no lo uso, la luz de la sala estaba encendida, maldije por lo bajo, por favor que se haya quedado encendido o que sea un ladrón, asesino en serio, lo que sea es mejor que…
-Vine a llevarte- dio como saludo el animado chico de gafas rectangulares negras y ojos claros marrones, volteando a verme con una sonrisa amplia, creyendo que esa era una buena noticia,
Suspiré cansado de sólo verle, sabía que era la única persona que entraría sin avisar, llevaba una camisa negra con zapatos del mismo color que hacían ver su piel más naranja de lo que era, pantalón gris y su cabello castaño claro peinado hacia arriba con algo de fijador.
También me considero básico para salir a una fiesta, tomo lo primero que veo, ah, pero para algún concierto o rodaje, creo que soy la pesadilla de los diseñadores, quiero que todo sea perfecto, no puedo evitarlo.
Me examinó sin mover el trasero del sofá blanco en la sala con la televisión encendida, es que este tipo se cree el dueño de mi casa…
-Debo cambiar de sitio esas llaves de emergencia- bufé fastidiado.
-La maceta es tan común. ¿No ves películas?- inquirió él mientras cambiaba de canal.
Resoplé antes de ir a mi habitación, no había notado que traje el bolso de la chica del hospital, lo llevaré al auto luego.
¿Cómo se llamaba? ¿Enical? Nombre raro. ¿Si es peligrosa? O ¿Si necesita ayuda médica especializada? ¿Psicosis? Maldita sea, quiera o no es mi responsabilidad, al menos hasta que ya no tenga alguna herida por el choque del auto.
Tomé lo primero que me pareció indicado, un pantalón azul noche, una camisa azul un tono más claro y unos zapatos de cuero color camello a juego con mi chaqueta, estoy listo, listo para volver a casa y ponerme pijama.
Salí con flojera, casi olvidaba la cartera, no quiero dejarla aquí, de seguro no podré dormir si la veo.
-Ya era hora- se quejó Theodor apagando el televisor -No lo tomes a mal, pero creo que ese bolso desentona- bromeó fingiendo fastidio.
Lo miré mal y negué con la cabeza -No seas idiota.
-¡No me digas! ¿Al fin ha entrado una chica a esta cueva?- miraba hacia los lados buscando a alguien.
-Es de una compañera de la disquera, lo olvidó y me pidió el favor de llevárselo luego, sólo lo dejaré en el auto para no olvidarlo- mentí, no quería darle explicaciones a nadie de lo que ocurrió, sólo lo haría si se me va de las manos, pero aún no pasa.
Theodor asintió sin darle importancia, algo raro en él, salimos al auto sin más que decir, que aburrido, se les tenía que antojar la discoteca más exclusiva de la ciudad, en la entrada todos me saludaron nada más llegar, querían felicitarme buscando caerme bien, los entiendo, es trabajo, así que soy amable en la mayoría de eventos como este.
Agradecía deseando que las horas pasen rápido y poder irme, sin notarlo ya estaba en el área privada entre los modelos y actores más reconocidos que tenía la ciudad, algunos entablando conversación con los demás entre risas, coqueteaban entre sí y otros se drogaban donde las luces no los alcanzaban.
Bebía y sonreía cuando comentaban algo mirándome sin participar mucho, este nunca fue mi mundo, no sé si soy antisocial, amo la música, nací para esto, esto soy, pero esta parte de ella…definitivamente es la que no se lleva bien conmigo.
En un par de horas Theodor ya estaba mareado y tras las faldas de una modelo que no conocía ni me interesa conocer, de todas formas, la va a descartar por la mañana. Ese era mi momento para salir sin que el castaño intente retenerme y por supuesto que lo aproveché.
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Editado: 21.07.2022