Estaré a tu lado

Capítulo 12

Enical

Soñé con todos, al inició Adrián cargándome hasta mi habitación como lo hacía siempre que me quedaba dormida en la sala para no resfriarme, se sintió muy real, luego los recuerdos de navidades con mis padres y Aferi abriendo sus regalos, se sentía nostálgico y doloroso, espinas nadando en mi pecho desde adentro, arañando todo hasta mi garganta, esa sensación lenta me despertó con un ligero dolor de cabeza y las mejillas mojadas, me asusté al no reconocer el techo, segundos después volví a la “realidad”, una donde estoy en otro continente, en nada mas y nada menos que la casa de Antonio Ulfrein, no recuerdo como llegué a la habitación, debí caminar como sonámbula. ¿O Antonio me trajo? No, imposible.

Algo parecido a un globo a punto de reventar en mi abdomen me avisaba que debía ir al baño si no quería morir, la idea de me hizo tentadora unos segundos, pero pensar en que me encuentren apestando a basurero de callejón no me gustó, salí disparada al retrete sin encender la luz, la oscuridad de la noche se me hizo cómoda con lo sombría que me sentía.

Pisadas en tacones desde la sala me alertaron cuando me dirigía de vuelta a la cama, es imposible que sea Antonio, aunque…no, sólo lo dije de broma, pero si lo encontrara vestido de mujer creo que sería lo más loco del mundo, dicen que todos los famosos están algo retorcidos.

-¿Antonio? ¿Dónde estás?- la voz era inconfundiblemente femenina, debía ser su novia, por inercia busqué dónde esconderme, volví a entrar al baño de puntitas, que horror… me siento la amante, pero no quiero darle problemas a la única persona amable conmigo -¡¿Antonio?!- volvió a llamar la voz con más fuerza y la escuché dirigirse a la recámara principal.

“Bebé”, “Tontito”, quería burlarme de esos apodos tan sosos, quién diría que al imponente y malhumorado de rulos le dicen “bebé”, hice esfuerzos por no respirar para que se me ahogue la risa.

Al menos él tiene una novia.

Touch, dolió, pero es cierto, me lleva ventaja, se me escapó un mohín desganado.

Abrí la puerta en cuanto me llamó, estaba apenada porque había escuchado todo, escondida en el baño hasta que ella se fue, que sucia me siento…

-Hola, dime- saludé intentando sonar natural.

-Lo siento por eso, por suerte no saliste… Si Elena te hubiera visto haría preguntas y si la prensa te busca será un problema, en fin, cambiaré esas llaves de lugar- soltó nada más verme, estaba ¿Nervioso?

-No te preocupes por mí, también pensé en qué pasaría si me vieran aquí y me escondí en el baño por impulso- me sinceré esperando a que suene cómico y no dar pena, pasé una mano por mi nuca y con la otra señalé la puerta del baño.

-Son casi las nueve ¿Quieres cenar?- sugirió revoloteando la vista de mis ojos a la cocina como si intentara huir.

-Esta bien- respondí condescendiente.

El ambiente se hizo tenso, incómodo, agradecí que encendiera el televisor, algo de ruido entre nosotros lo volvería todo más ligero, pero no fue cierto, me sentí culpable, Antonio tiene todo el derecho de hacer lo que quiera en su departamento con su novia, mi presencia estorba. Seguro me lo negará si lo menciono, pero también tengo, tenía, un departamento, la libertad que da la privacidad es preciosa, nadie te puede juzgar porque nadie sabe lo que haces dentro.

Debe estar molesto, tal vez quería aceptar la generosa oferta, pero tener una invitada cama adentro no es lo más cómodo. ¿Cómo frustrar los planes de alguien? Estampate en su carro involuntariamente, listo.

Al terminar de cenar no aguanté la tensión, era claro que debía disculparme, por existir, básicamente.

-Lamento haber malogrado tus planes de hoy, conmigo aquí debió resultarte incómodo rechazar a tu novia- solté con la mirada fija en la mesa, me dio vergüenza verlo a la cara.

- ¿Qué?- su voz de confusión me llevó a ver su ceño fruncido -No- agregó -¿Qué te hace pensar eso?- inquirió con curiosidad y su semblante relajado me desconcertó.

-Creí que estabas enfadado- expliqué sintiéndome estúpida.

-No, no estoy enojado, sólo estoy algo distraído por el trabajo que haré mañana- indicó -Es todo, no te mortifiques por eso, ni por Elena, no es mi novia, no volverá a aparecer de sorpresa por aquí- con lo último tuve el impulso de hacer mirada de “chisme” o “vaya una bomba” cuando se escucha algún rumor digno de cotorrear con algún amigo, pero no había con quién hacerlo aquí.

-No, yo lo siento, lo malinterpreté- me disculpé algo sonrojada -Me llevaré esto- tomé los platos vacíos como excusa para salir a la cocina.

-Vamos, lavo yo- no sé por qué, pero esa frase y sus pasos detrás de mi me dejaron nerviosa, sentida.

Me coloqué el pijama improvisado que creé con la ropa del armario y mis lazos para el cabello, no podía dormir y el ordenador seguía en mi cuarto, así que busqué todo lo relacionado a “Viajes en el tiempo”, pero no encontré algo importante, mas allá de teorías muy planas y supuestas, películas o testimonios de haber visto extraterrestres a lo largo del tiempo.

Nada, pura basura, vaya mierda, de la desesperación leí hasta informes de brujería o rituales satánicos que según comentarios no tenían mucho éxito, de todas formas. ¿De dónde iba a sacar yo un cordero virgen?

¿Qué se supone que haga ahora? Quiero irme a casa, mi vida desmoronándose me provoca llorar encaprichada hasta que me saquen de aquí, no veo más salidas, no hay puertas o un camino a tientas, tengo una pared enfrente.

¿Para qué resistirme? Nadie me ve, nadie puede detenerme, dejé que mis lágrimas corran libres por mis mejillas hasta que las nuevas reinas de mis ojos decidan que ya fue suficiente espectáculo y vuelvan al fondo de mi ser a acumularse para salir otra vez, de seguro en un par de horas.

Al menos mi cuerpo podía desahogar la confusión y tristeza que habitaba en mi alma al estar varada, abandonada. Algo me quemaba por dentro, soy peso muerto ardiendo, buscando volver a dormir para olvidarlo todo, olvidar al niño, el bosque, el hombre, la carretera, a Antonio.




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