Antonio
-Eso es todo- di por terminada la reunión con el equipo, todos salieron de la sala de música mientras tomaba un poco de agua antes de ordenar que almorzar.
-¿Cómo está el rey?- Theodor en su camisa azul y pantalón oscuro hizo acto de presencia en la sala casi vacía con una brillante sonrisa.
-Explícame como tienes ese humor después de la reunión de tres horas a las 7 a.m.- me quejé apoyando la espalda en el respaldo de la silla y pasándome una mano por el cabello para removerlo un poco, a ver si así desaparece el cansancio.
-Cafeína, la mejor amiga del hombre, los cachorros están sobrevalorados- comentó sentándose despreocupadamente.
-Si claro, la mejor amiga del sistema nervioso y los corazones- acoté con sarcasmo al cerrar el folder que tenía con los apuntes de la reunión -¿A qué debo esta aparición y cuánto me va a costar deshacerla?
Theodor se llevó una mano al pecho en señal de ofensa -Yo que venía a ver cómo estás- entristeció su tono de voz dándole énfasis con unos segundos de silencio mientras lo veía con aburrimiento y alzando una ceja para que se enterara que no le creía -Y a que me invites a almorzar mientras te resumo los últimos informes de los proyectos, es que a ti te evitan hacer esperar, nunca había visto que un plato llegara en menos de 3 minutos -se sinceró.
-Ahí estaba el precio, vamos rápido- me resigne antes de levantarme y salir de la sala.
-Quiero comida china mi amor- agudizó su voz haciendo aplausos sordos y una sonrisa risueña.
Bufé suprimiendo una sonrisa, negué con la cabeza acostumbrándome a sus bromas estúpidas, lo único que me interesan son los informes y muy a mi pesar Theodor es excelente como jefe del departamento de abogados e informante privado de las demás áreas, su trabajo nunca dejaba algo a desear.
-¿Y qué hay de Enical?- preguntó fingiendo desinterés mientras picaba cosas de los platillos que teníamos enfrente llevándoselos al suyo.
-¿Qué hay de qué?- pregunté fingiendo el mismo desinterés y quitándole con mis palillos el pedazo de carne que acababa de tomar –Eso es mío, ya te comiste el otro- indiqué a la defensiva.
-Antonio. ¿Me crees idiota?
-Si, la mayoría del tiempo- puntualicé.
-Llevaba puesto tu suéter, dos días seguidos, al menos hazlo mejor si no quieres que alguien se entere- atacó y al congelarme tomó rápidamente la carne de mis palillos llevándoselo a la boca.
Después de dos segundos reaccioné -Ideas tuyas, todo el mundo tiene un suéter- reaccioné sin dejar de ver los platos.
Dio una carcajada provocando un par de miradas hacia nosotros -¿No se te ocurrió nada mejor?- preguntó moderando su volumen para que los demás no nos oigan.
-¿Y qué si le presté un estúpido abrigo? Anda a que te den por el culo- contesté sin importar que se me note el mal humor.
-Nada, no tiene nada de malo hombre, tranquilo- comentó con un mohín de despreocupación -Que durmieran juntos tampoco- agregó socarrón disfrutando el momento -Yo no soy nadie para juzgar tus aventuras- alzó sus palillos en señal de paz por mi mirada de aburrimiento en él -Pero es la primera que te veo traer a la oficina. Recuerdo que a Tiana la echaste cuando se apareció diciendo que era tu novia y quería saber dónde estabas.
Recuerdo ese día, estaba de mal humor y un pasatiempo que se creía más que eso queriendo hacerme una escena de celos porque no le contesté el teléfono anoche no me sentó muy bien, le dije lo que me salió de los cojones y por suerte no la volví a ver después.
-Enical no es nada de lo que estas pensando- me sinceré pensando en lo que había pasado en estos días, no puedo decirle que está viviendo en mi casa y menos todo lo demás.
-Al contrario, amigo mío, espero que sea todo lo que estoy pensando, ya te hace falta una así.
-¿Una así?- pregunté sin entender.
-Una de verdad, que no te vea como una campaña de publicidad- aclaró.
-¿Me lo vas a venir a decir tú?- ataqué alzando una ceja.
-Punto para ti, no sigas mi ejemplo o terminarás peor- fue lo último que dijo cerrando el tema antes de robarme más comida.
Al caer la noche encontré todo apagado en el departamento, según Augusto, Enical no salió y según lo que mencionó Morelia desayunó e incluso charlaron animadamente, eso me dejó más tranquilo que esta mañana las bolsas debajo de sus ojos, sé que no era lo mismo hablar conmigo que con una mujer en algunas ocasiones, así que al menos espero que el tener a Morelia la haya desestresado un poco, no parece alguien que trataría mal a una niña, en ese momento me cuestioné si estaba confiando demasiado en ella, no suelo hacer eso, tampoco me hago responsable por alguien más y aquí estoy.
Encontré la puerta de la habitación de invitados abierta, toqué, pero no hubo respuesta, la encontré en la cama temblando un poco por el frío y la arropé con el lado libre del cobertor, sus ojos estaban hinchados otra vez, era fácil saber que se ha dormido llorando, supongo que yo también lloraría si fuera ella, de hecho, también lloro y no soy ella, una sonrisa irónica invadió mis labios.
El ordenados a su lado tenía la luz roja de baja batería, debió apagarse después que ella.
“Una chica de verdad” las palabras de Theodor aparecieron en mi cabeza mientras la veía durmiendo, nada más alejado de la realidad, esta chica ni pertenece aquí y lo único que queremos es que vuelva a su época.
Me llevé el aparato a la sala, para poder apagarlo como se debía tenía que entrar a las paginas que dejó abiertas y cerrarlas, algunas eran sobre España y otras sobre Perú, en lo último se veían unas playas bellísimas llamadas “Pimentel”, “Máncora”, entre otras, me perdí viéndolas por un momento, eran preciosas, de seguro las conocía en persona y por eso el llanto.
Enical
El aroma de la comida me despertó, mi boca estaba seca y recordé que no había ingerido nada desde el desayuno con Morelia, eso sólo significaba que debía ser de noche y Antonio ya estaba en casa, lo confirmé mirando por la ventana el cielo oscuro a través de las cortinas. Escuché pasos y por instinto fingí seguir durmiendo.
#26292 en Novela romántica
#16509 en Otros
#2492 en Humor
depresion y ansiedad, personalidades diversas, destino romance drama comedia
Editado: 21.07.2022