Enical
“Tienes cara de Gabriel, como el ángel” ¿Cómo le pude decir una bobería así?
Bueno, es que en ese momento no es que pudiera razonar muy bien…
-¿Se te viene algún nombre a la mente?- preguntó distraído.
-Se me viene otra cosa- intervino la Pinky con una sonrisa sugerente.
-Ya contrólate, me das asco- bramó la Dark indignada, quería patearla, pero sólo la empujó mientras la Pinky se reía.
No podía pensar con esa pelea y solté lo primero que se me ocurrió antes de decir algo peor.
Según Antonio soy una extranjera que radica en España desde hace 3 años, justo al cumplir la mayoría de edad, esa era mi nueva historia.
En los días siguientes Augusto me acompañó a sacarme fotos para la identificación, aproveché en estudiar y ponerme al corriente, tengo un par de cosas frescas, pero con los últimos acontecimientos creo que olvidé otro par, ayudaba a no llorar la mayoría del tiempo que estaba sola, a un paso a la vez empecé a ver la luz en el túnel y el ordenador se convirtió en mi mejor amigo, perdón Adrián, pero es más útil que tú.
Morelia es mi única compañía femenina, una adorable chica de 15 años, la ayudaba con sus tareas y merendábamos charlando un poco, esquive las preguntas sobre mi pasado, no quería mentirle, al parecer ella tampoco sentía mucha curiosidad o no quería que yo le preguntara el suyo, así que fue un pacto implícito.
Al menos con ella podía pensar sin 4 obstáculos en mi mente, con Antonio era otro cuento, todas se ponían a pelear como adolescentes en pijamada y me ponía cada vez más nerviosa y estúpida, creo que estoy batiendo récords.
Morelia estaba acomodando sus cosas para irse a la escuela cuando escuchamos la puerta principal abrirse con un traqueteo de llaves, Antonio no suele aparecerse a estas horas, pero ahí estaba la cabellera de rulos a toda prisa cruzando el pasadizo.
-Hola chicas, olvidé algo de la oficina, llevo algo de prisa- anunció sin mirarnos entrando a su estudio, salió con una carpeta respirando más tranquilo.
Ahora sí se nos acercó en la cocina, se dirigió a Morelia y ello le sonrió ampliamente al verlo, esa sonrisa…así no me sonríe a mí…y el sonrojo en sus mejillas acompañado por su tartamudeado “Buenos días” fue suficiente para saber que pasaba allí mientras ellos intercambiaban un par de frases cordiales.
-Yo dije que era gay- advirtió la Dark jugando con una pelotita anti estrés, sonriendo como si hubiera ganado una apuesta.
-Yo digo que es un ciego idiota, es hombre, apuesto a que ni lo sabe- indicó con obviedad la Floja cruzándose de brazos y encogiendo sus hombros.
-¿Y por qué le dio un beso en la mejilla a ella y no a nosotras?- protestó la Pinky con un tono de resentimiento, todas nos quedamos calladas, como si le diéramos la razón, lo notamos y empezó el pánico.
¿Lo pensaron todas? Es decir que ya no es sólo una parte de mi, son las cuatro. ¡Mierda! ¿Me importa algo así? ¡No, no puede!
-A nivel cultural europeo, España e Italia acostumbran dar besos en las mejillas a las personas con las que comparten una interacción directa como amigos, familia, etc. Mayormente se da entre hombre-mujeres o mujeres-mujeres- acotó la Nerd a la defensiva sintiéndose nerviosa como las demás.
-Oh eso explica que se nos esté acercando- advirtió la Dark alertando a las demás mientras Antonio invadía mi espacio personal, ni siquiera lo noté hasta que ya era tarde, nunca me ha saludado así.
Me plantó un beso sin más, fue rápido, normal y natural, ya había recibido de esos en amigos o familiares, entonces…¿Por qué vibré por unos segundos y siento que las rodillas me tiemblan? No me preparé mentalmente para esto, es su culpa.
-Me voy- informó, yo seguía con los ojos en algún punto entre el piso y la pared -¿Morelia no deberías estar camino a la escuela?- preguntó mirando el reloj de su muñeca.
-Ya me estaba yendo justo ahora- respondió la castaña con un leve enrojecimiento en las mejillas.
-Si, él ni siquiera se entera que a ella le gusta- sentenció la Floja mirándolos aburrida como si viera algo predecible en la televisión.
-Vamos, te dejo de camino- le propuso Antonio antes de abrir la carpeta que tenía en la mano -Olvidé el otro archivo, anda al coche, ahorita te alcanzo- ordenó volviendo a la oficina.
Por suerte Morelia estaba tan emocionada que no notó mi nerviosismo y se despidió con un beso en la mejilla, a los suyos ya estaba acostumbrada.
-Me voy, vuelvo en la noche- se despidió Antonio cuando Morelia ya había desaparecido, se volvió a acercar, no entendí el por qué hasta que con una mano me rodeó acercándome más a él para dejar otro beso en mi mejilla.
¡¿Me veo como un pendejo muñeco de besos?!
-Nos vemos- soltó antes de desaparecer, dejándome congelada y adormecida.
-¿Qué acaba de pasar?- indagó la Nerd incómoda y extrañada mirando hacia los lados sin mover un solo músculo, al igual que la Pinky y Floja.
-Nada, tu dijiste que aquí es normal despedirse así. ¿No?- respondió la Dark a la defensiva mientras presionaba repetidas veces su pelotita anti estrés.
-Exacto, esa despedida es normal aquí- susurré para convencerme a pesar de que me ardiera la cara y sintiera que me acababan de asaltar.
Antonio
Saludar a Enical con un beso en la mejilla nunca se me pasó por la cabeza, preferí darle su espacio desde el principio y para ser sincero nunca me gustaron los saludos tan cercanos, pero al hacerlo con la menor de las castañas sería extraño no hacerlo con ella o con cualquier otra en la sala.
Costumbres estúpidas.
Un aroma dulzón se registró en mis sentidos cuando me acerqué. ¿Lleva perfume? No se lo había notado. Fue gracioso que vibrara bajo mi tacto y eso me llevó a hacerlo otra vez cuando me fui, tenía que despedirme, tampoco es un delito y pues, qué es un ligero acercamiento con un brazo, una cosa de nada, volvió a temblar obligándome a ahogar una risa. Sí, huele bien y Enical es entretenida, sólo eso.
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Editado: 21.07.2022