Estaré a tu lado

Capítulo 21

Enical

-¿Qué fue eso con Bart?- preguntó Carolina con curiosidad en cuanto la alcancé en la cafetería.

-No lo sé- respondí aún sin entender lo que acababa de pasar -Me invitó a almorzar el fin de semana- solté sin notar que la morocha veía algo detrás de mí, seguí sus ojos y me encontré una bandeja de comida a mis narices, el rizado dueño del almuerzo y de todo el edificio tenía sus oscuros ojos en esta humilde chica de tamaño compacto, me sentí en problemas. ¿Escuchó lo que acabo de decir?

-Pausa, no hemos hecho nada malo. ¿Verdad?- preguntó la Pinky alarmada.

-A mi no me veas, el tal Bart no me simpatiza y Antonio me da igual- respondió la Dark con cara de fastidio.

-Esperen. ¿Se lo queríamos ocultar a Antonio?- preguntó la Nerd y se hizo el silencio.

¿Se lo quería esconder? No se lo iba a mencionar a nadie porque no quiero salir, en realidad…

-Hola chicos- saludé mirando a Theodor.

El castaño se sentó al lado de Carolina después de saludarnos y Antonio justo a mi lado. ¿Por qué me altera eso? Es sólo un amigo Enical, respira.

Prefiero que la tierra me tragué y me escupa en Tombuctú o algo parecido, detecté algo de fastidio en las muecas de Carolina, parece que se esta uniendo a mi causa.

-Escuché que tienes pretendiente- comentó Theodor.

-¿Tú cómo...?- pregunté frunciendo el ceño.

-A mi nada- comentó orgulloso -Ni nadie- desvió la mirada en ambas, seguro para montar el drama -Se me escapa- presumió.

-Siento escalofríos- agregué sacudiendo los hombros -En fin- me resigné, yo no he hecho nada malo -Sólo me invitó a almorzar, no es la gran cosa- finalicé el cuento.

-Además es Bart- comentó Carolina con soltura -Recuerdo que también fuimos a comer, fue agradable, se lo propone a todas- vaya, soy la figurita de un álbum.

-¿Tú has salido con él?- preguntó Theodor casi de inmediato. ¿No que nada se le escapa?

-Claro, Bart nota la química con las personas, es divertido y atento- agregó con malicia. ¿O me parece? Le sonrió a la nada como si lo recordara.

-Entonces vas a salir con él- indagó Antonio hablando por primera vez.

Sus ojos en mí…quería decirle que no, que no me gustaba, pero a él le daría igual, tiene bailarinas para coquetear, chicas buscándolo a la vuelta de cada esquina, me enfadé, no necesito su cuidado desinteresado que lo único que hace es confundirme, no soy una niña y puedo salir a tener una cita. ¿Por qué no?

-Eso parece- afirmé fingiendo desinterés.

No importa, ya no hablamos mucho, el único vinculo que nos unía fue que literalmente me aparecí frente a su auto y me ofreció alojamiento en su casa, pero ya no es así, soy una chica normal y él sigue siendo un músico famoso, era cuestión de tiempo para que nuestras vidas vuelvan a acomodarse por separado.

“Solo vive tu vida, siéntelo todo y deja de pensarlo tanto” el último consejo de Sabrina parecía hecho para este momento, se lo debo. Aquí ya no tengo nada que perder, una cita, arriesgarme.

Bart es encantador, no puedo negarlo, si lo hubiese conocido hace un par de años quizá hubiera funcionado, pero justo ahora se siente como estar en el lugar incorrecto.

Él llevaba una camisa blanca, vaqueros oscuros y zapatillas, debía admitir que era guapísimo, su piel clara hacía contraste con sus ojos verdes, su cabello ligeramente despeinado parecía parte de una trampa para engatusar a las chicas a perderse en su sonrisa.

Sí, apetecible a la vista, el tiro de gracia lo daba su boca, entretenido, el chico perfecto para cualquiera, sospechoso que aún estuviera soltero, algún hechizo o trauma debía tener el príncipe encantador.

Y no es Antonio, un susurro de la sádica consciencia, no puedo argumentar nada contra eso, no era Antonio, él no llevaba el cabello enrulado en una coleta floja mientras sonreía derritiéndolo todo a su alrededor o sugería películas que me hicieran no querer apagar el televisor, aunque muera de sueño, me acostumbré tanto… que error, me encariñé con él.

-¿Qué quieres hacer ahora?- preguntó Bart cuando salimos del restaurante.

-No lo sé- respondí sonrojada y distraída, debo concentrarme en la cita.

-¿No hablas mucho, verdad?- comentó sonriendo.

-Sí hablo, hablo demasiado en realidad- me defendí de forma acelerada -Sólo que en este tipo de cosas soy algo tímida- inexperta creo que es una palabra más adecuada.

Me veía divertido y paciente-Lo entiendo- agregó amable -¿Te gustan los juegos?- comentó con naturalidad -Hay un Bowling cerca. ¿Se te antoja?

-Claro- contesté más animada, no sabía jugar, pero sonaba una buena opción para expulsar al rizado de mi mente por al menos un par de horas.

Antonio

-Esto es ridículo- me quejé cruzando los brazos y frunciendo el ceño en el asiento de copiloto.

-¡Callate! Te van a escuchar- respondió Theodor sosteniendo un libro para ocultar su rostro, se supone que iríamos a almorzar, no a ver como Enical sale de un restaurante.

-A veces me preocupas- lo miré perplejo, ni se inmutó.

-Se mueven- alertó como si fuera la noticia más importante.

-Alto- ordené antes que encendiera el auto -Sé lo que intentas, pero en serio no es necesario, vámonos a comer- insistí.

Me analizó un par de segundos antes de asentir y arrancar su coche en dirección contraria a las calles que Enical seguía mientras reía con su cita.

En cuanto terminamos de comer volví al departamento, quería estar solo, puedo fingir que no me sucede nada, pero no por mucho tiempo, he pensado en mudarme, este lugar me recuerda a ella en cuanto atravieso la puerta, se parece a mí, un lugar vacío, abandonado.

Mis ojos empezaban a picar, el cuerpo se me volvió pesado. ¿Tan temprano? Que más da, me coloqué el pijama, al menos después podré descansar, lo que sea con tal de dormir.

La noche se sentía diferente a las anteriores, me siento más basura que en las otras, el recuerdo de Enical alejándose riendo esta tarde se me ha quedado grabada, lo detestaba, lo odiaba, odiaba ser abandonado otra vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.