Estaré a tu lado

Capítulo 29

Enical

-¡Mirame Enical!-me gritó sacudiéndome por los hombros, sus ojos exigían toda mi atención -¿Qué vas a hacer cuando no puedas controlarlo todo? ¿Frustrarte y renunciar?- exigió y desvié la mirada a sus rulos chocolate, se agitaban con ella como si fueran fuego consumiéndose.

Bufé deshaciéndome de su agarre, no quería darle la razón a Sabrina, no era una maldita manipuladora, solo quería protegerme, sin sorpresas o cosas al azar no hay peligro, tan fácil como eso.

Ahora…todo salió de mi control desde que me empujaron a la carretera, no podía decidir ni donde dormía, en un premio de consuelo lo único que decidía al inicio era qué comer porque Antonio me lo preguntaba.

El toque fuerte en mi puerta me asustó, recordé a Alex, el tipo que Antonio me dejó como seguridad, el hombre no se despegaba de mi puerta mientras otro que no me hablaba estaba siempre en la entrada del edificio o al frente vigilando mi departamento, no había peligro, pero. ¿Quién toca así?

-¿Lo sabías?- la pregunta de Carolina me impacto antes siquiera de verla, tenía los ojos rojos, sus lindos botines negros tenían lodo por todos lados, su cabello nunca se vio tan desastroso, estaba húmedo y esponjado.

Dejé mi humeante tazón de café en la repisa mas cercana dejando por completo la puerta abierta, entró y vi los ojos grises de Alex preguntándome con la mirada si todo estaba bien, le asentí cerrando la puerta para poder hablar con mi amiga a solas, si aún quería ser mi amiga.

De acuerdo, solo había una razón para que estuviera así e hiciera esa pregunta.

-Disculpa, pero no me correspondía a mí decírtelo- me sinceré tomando una toalla que había dejando secar en una silla.

Por suerte estaba lista para que la envolviera quitado los restos de mojado que aún tenía de la lluvia, no sé cuánto caminó, pero por como se ve, debe ser lo suficiente para querer dormir 12 horas.

-¡¿No te correspondía?!- se indignó, sus ojos cargados de traición me miraron expectantes.

-No- afirmé calmada -Esto se le había salido de las manos a Antonio, la que estaba en peligro era yo, a mi me engañó fingiendo amor, Theodor no te usó, si no te lo había dicho y podía mantenerte a salvo yo no podía meterme tan rápido, te pondría en peligro, si no lo notaste ambas estamos en medio sin saberlo, además de eso no quería arruinarte lo que empezaban a construir juntos.

De acuerdo mi fundamento fue muy estúpido, pero me sentía de la mierda y aunque no sé si se llegue a entender, cuando estas del lado del sufrimiento, de la traición y la frialdad de alguien que decía quererte, se pasa horrible y lo que menos quería yo era eso para ella, no se lo desearía a nadie.

Theodor sí la quería, no tenía porque utilizarla, tal vez por esto no la buscó hasta enterarse que se marchaba…no lo sé, pero ahora parece que lo que evité para ella sucedió con o sin mí.

-¿Arruinarme? ¡Enical abrirle lo ojos a alguien jamás será arruinarlo!- exigió tiritando un poco por el frío.

Resoplé cansada, no he dormido plenamente en estos días pensando que alguien va a llegar a llenarme de balas como costal de tiradero, pero tiene razón, mis fundamentes fuera de mi mente sonaban tan pésimo, el dolor me cegó.

-Está bien, lo siento, solo no quería que sufrieras como yo- me sincere con la voz ligeramente ronca -Theodor me buscó hace unos días, quería asegurarse de que no los delataría, le dije que no, solo con la condición de que te lo dijera él mismo, creí que lo sospechabas, yo lo sospechaba.

Me miró recelosa, ahí hay algo…

-Se lo pregunté desde el inicio, cuando salíamos la primera vez, lo negó todo el muy imbécil y yo le creí como una estúpida ciega- sus ojos tenían fuego de rencor, sí, Theodor esta frito en su cabeza dando vueltas con una estaca desde el trasero hasta su cabeza, cocinándose como pollo a la brasa.

-No creo que sea algo que le cuentes a una chica luego de un par de citas- me sinceré -Vamos, tomate una ducha caliente y ropa cómoda, te sentirás mejor.

Asintió con una mueca de dolor y fastidio. Su teléfono vibró, lo sacó y vi las más de 100 llamadas perdidas de Theodor, luego mi teléfono empezó a sonar, ambas vimos la pantalla en la mesa, Theodor otra vez.

-¿Le digo que estas aquí y viva?- le pregunté esta vez, no voy a volver a tomar alguna decisión que le afecte a sus espaldas.

Chasqueó la lengua antes de asentir, ambas sabíamos que Theodor era lo más paranoico de la tierra, sería capaz de poner carteles por todos lados hasta saber que está viva.

-Hola, está conmigo- contesté directa. ¿Para qué rodeos? Se quedó en silencio por unos segundos.

-Esta bien, cuidala por favor- su voz sonaba estrangulada, seca y fatigada.

-¿Algo más?- pregunté.

-No…- se sentía la duda en su entonación, iba a colgar, pero lo escuché tomar aire antes de volver a hablar -Espera. ¿Creés que estaremos bien?

-Yo no tengo la respuesta a eso- me sinceré.

-Cuidala, en serio la amo- se despidió antes de colgar y me dolió mucho, no sé porque esto les había causado una pelea, ellos se querían y era genuino, nadie era no correspondido como yo.

-¿Por qué?- le pregunté a Carolina cuando nos sentamos en la mesa con pijamas cómodas y platos de sopa caliente.

-Jo…Enical ya te dije que a la sopa no se le echan palomitas.

-¡Ya te dije que la canchita de mi país es diferente!- me quejé, cuando habló de cancha automáticamente recordé la que se le ponía a las sopas en Perú -Y no me refería a eso.

-¿Entonces?- respondió concentrándose en su sopa caliente.

-Me refería a tu pelea con Theodor. ¿Por qué esto es una pelea?

Carolina dejó su cuchara a un lado y me analizó por un par de segundos, tuvimos una larga charla donde le conté todo lo que me había dicho Antonio, obviamente el tema de su mamá y los ataques de estrés los evité a toda regla, aunque lo más raro fue que Theodor le dijo que habían dejado eso hace casi dos años cuando salió a la luz y todos vigilaban la disquera.




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