Cuando el profesor desvió la vista, ella soltó el aire que había estado conteniendo y miró su mesa.
Él les dio la espalda a sus alumnos intentando que no se dieran cuenta de su expresión, incluso se sentía sonrojado.
Lo cual estaba muy mal.
Y ambos lo sabían.
Él maestro.
Ella alumna.
Diez años de diferencia.
Un título los separaba.
No podría ser de otra forma.