¿estas conmigo o Estas fuera?

Sentimientos encontrados

— Positivo. Felicidades, está embarazada.

Las palabras del médico resonaron en la habitación como un eco imposible de ignorar. Anna, sentada frente a él, sintió cómo la sangre se le helaba en las venas.

—¿Cómo que estoy embarazada? —murmuró, su voz teñida de incredulidad y nerviosismo.

El médico, ajeno a su desconcierto, le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Así es, señorita Anna. Será una gran noticia para su futuro esposo.

Pero Anna no lo veía como una noticia positiva. Desde que Tom se había marchado a Londres con Dania, había comenzado a notar síntomas extraños: náuseas, mareos, fatiga extrema, y un retraso de tres semanas en su menstruación. La incertidumbre la había obligado a visitar al médico, pero nunca esperó escuchar aquellas palabras.

El doctor le extendió los resultados de las pruebas.

—Según los análisis realizados, tiene aproximadamente dos semanas de embarazo.

Anna tomó el documento con manos temblorosas.

—Gracias, doctor... —susurró antes de levantarse y salir de la consulta.

El aire frío golpeó su rostro al salir del edificio. Caminó por la calle, sintiendo cómo su mente bullía con pensamientos caóticos. Para muchas parejas, un embarazo era motivo de celebración, una bendición. Pero para ella y Tom... no encajaba en sus planes.

Se suponía que su vida estaba ordenada. Se casarían, viajarían, explorarían el mundo juntos. Un bebé cambiaría todo. Complicaría todo.

"Un bebé no va a arruinar mi relación con Tom."

Se repitió esas palabras como si fueran un mantra. Pero su incertidumbre no desapareció.

"Además, un bebé me desfigurará el cuerpo. Subiré de peso, tendré estrías... mi piel se volverá horrible, mis pechos caerán... y ni hablar del dolor del parto."

El miedo al cambio físico se entrelazaba con su temor más profundo: perder lo que había construido con Tom.

Sus pasos se hicieron más lentos mientras una idea comenzaba a formarse en su cabeza. ¿Podría evitar que el bebé interrumpiera su vida sin que Tom lo supiera?

El pensamiento la estremeció.

La idea del aborto apareció de inmediato en su mente, pero la descartó casi al instante. Era drástico. Peligroso. Y sobre todo, no estaba segura de poder llevarlo a cabo.

Además... si Tom llegaba a enterarse...

Anna se encontraba en una encrucijada, atrapada entre sus deseos y la realidad. Sabía que debía tomar una decisión, una que cambiaría su vida para siempre. Pero por primera vez en mucho tiempo, no tenía una respuesta clara.

Londres, Inglaterra

Desde muy temprano, Tom y Dania se presentaron en el recinto donde se anunciarían los resultados de las olimpiadas del conocimiento. La atmósfera estaba cargada de expectativa; los murmullos de los estudiantes se mezclaban con la tensión en el aire.

El director, con gesto solemne, tomó unas hojas entre sus manos y se acercó al micrófono.

—Muchas gracias a todos los estudiantes de preparatoria que participaron en esta competencia, representando a sus escuelas y países. Ha sido un concurso completamente legal, donde se ha valorado el esfuerzo y la dedicación de cada uno de ustedes.

Los susurros aumentaron. Tom sintió el nerviosismo de Dania a su lado y le lanzó una mirada de apoyo.

El director continuó.

—Ahora procederemos a anunciar a los tres ganadores.

Tom cruzó los brazos, conteniendo la ansiedad que comenzaba a invadirlo.

—En tercer lugar... ¡Francia! Representado por el joven André Lukas.

Los aplausos estallaron mientras André subía al podio, recibiendo su medalla de bronce y su reconocimiento.

El director revisó sus hojas nuevamente.

—En segundo lugar... ¡Honduras! Representado por el joven Gutiérrez Enrique.

Más aplausos. Más emoción.

Tom tragó saliva. Dania no había sido mencionada todavía.

Solo quedaba el primer lugar.

Tom la miró de reojo. Dania estaba tensa, sus manos apretadas contra su falda. La incertidumbre en sus ojos era evidente.

El director pausó un momento.

—Y el ganador del primer lugar es...

El silencio se extendió por unos segundos que parecieron eternos.

—¡Brasil! Representado por la joven Dania Almeida.

El estallido de vítores fue inmediato.

Tom sintió una emoción incontenible recorrerle el cuerpo y gritó con alegría. Dania, sin pensarlo, lo abrazó con fuerza, sintiendo su corazón latir desbocado por la emoción.

Subió al podio con una sonrisa triunfante. Su medalla de oro brilló bajo las luces mientras recibía el reconocimiento. El público la ovacionó.

El director le entregó el trofeo de plata con una sonrisa.

—Un año más, Brasil se lleva la victoria, gracias a tu esfuerzo, Dania.

La joven apenas podía contener su felicidad. Miró hacia Tom, quien le devolvió una gran sonrisa. Algo en su expresión cálida hizo que un leve sonrojo pintara las mejillas de Dania.

Tras el festejo, la multitud comenzó a dispersarse. Dania, incapaz de contenerse, corrió hacia Tom y se lanzó a sus brazos, envolviéndolo en un fuerte abrazo.

—¡Ganamos, Tom! —exclamó, todavía temblando por la emoción.

Tom sonrió contra su cabello antes de responder:

—Ganamos, Dania. Ganamos gracias a tu esfuerzo.

Se separaron del abrazo, pero la felicidad seguía reflejada en sus miradas.

—Hay que celebrar tu triunfo. Regresemos al hotel —propuso Tom.

Dania asintió, y juntos caminaron de regreso, con el orgullo y la alegría aún brillando en cada paso que daban.

Después de un día de emociones intensas, Tom y Dania decidieron pasar su última noche en Londres en la habitación de Tom, celebrando su triunfo. Era un momento de pausa, de respiro antes de regresar a la realidad.

Dania se acomodó en la alfombra frente al sofá, estirando las piernas con una relajación palpable. Tom, por su parte, caminó hacia la cocina y sacó una botella de vino junto con dos copas.




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