¿estas conmigo o Estas fuera?

Cuando me necesites solo llama

Otro día más en la clase de Tom. Dania estaba atenta, o al menos lo parecía. Sus ojos seguían cada movimiento del profesor, pero no escuchaba una sola palabra. El murmullo de los estudiantes, el sonido del gis contra el pizarrón, incluso la voz de Tom eran solo ruido lejano. Todo su enfoque estaba en él, aunque su mente navegaba por otros pensamientos.

—Amiga, te está hablando el profesor Tom —susurró Katy, dándole un ligero codazo en el brazo.

Dania parpadeó, sacudida de golpe de su ensueño. Levantó la mirada y vio al profesor esperándola con paciencia.

—Perdón, perdón... —dijo rápidamente, enderezándose en su asiento— No escuché. ¿Me lo puede repetir?

Tom la miró con una media sonrisa.

—Solo le pido que preste atención, señorita. Parece que algo la tiene preocupada. Deje cualquier pensamiento fuera de la clase.

La suavidad en su voz, esa sonrisa... Dania sintió el calor subirle a las mejillas.

Lo sabía. Tom sabía exactamente por qué su mente estaba a la deriva. Esa tarde, el momento en que ambos decidieron mantener su relación en secreto, flotaba entre ellos como un recuerdo ardiente. ¿Tuvieron sexo? Sí. Es por eso que Tom llegó tarde a su departamento, con la ropa revuelta, el cabello desordenado y un aire de peligro en su andar.

Pero desde esa tarde, algo más había cambiado. Tom había ignorado a Anna por completo. No respondía sus mensajes, no atendía sus súplicas por hablar, por arreglar lo que quedaba de su relación. Y aunque Anna seguía luchando por recuperar lo que tenían, Tom ya no sentía nada por ella. Lo único que lo frenaba era la forma en que debía romper con ella oficialmente. Ni siquiera le había dicho que cancelara los preparativos de la boda.

Entonces, ¿Dania era la amante?

El timbre sonó, anunciando el almuerzo. Como siempre, Dania y Katy salieron juntas del aula. Tom las despidió con una mirada que Dania sintió recorrer su espalda. Cuando llegaron al salón vacío, Katy la observó con preocupación.

—Amiga, dime la verdad. ¿Estás bien?

Dania fingió despreocupación.

—Sí, Katy, estoy bien. ¿Por qué lo dices?

—Últimamente estás muy distraída en la clase del profesor Miller. Por las tardes no vas a mi casa y ya ni siquiera hacemos nuestra llamada nocturna de siempre.

Dania soltó un suspiro, sacando su almuerzo de la mochila.

—Es solo que he estado ocupada con tareas y trabajos finales. Ya sabes, los últimos meses de escuela siempre son los más pesados.

Katy no insistió más, pero Dania apenas podía concentrarse en la conversación. Mientras buscaba unas servilletas, sus dedos tocaron algo en el fondo de la mochila. Un celular ajeno.

El recuerdo cayó sobre ella con el peso de una piedra.

Diego. Su rostro descompuesto al ver la fotografía. La imagen de ella besando a Tom. La evidencia que destruyó su relación y lo obligó a marcharse sin despedirse.

Dania había estado buscando en el teléfono cualquier información sobre el dueño, sobre quién los había descubierto. Y entonces encontró un nombre: Sophia Oliveira.

—Katy, ¿conoces a una tal Sophia Oliveira? ¿Va aquí en la escuela?

—Claro que sí. Está en nuestro mismo salón.

Dania sintió un escalofrío. Nunca había escuchado de ella. No era del tipo de persona que se integraba con todos, solo se relacionaba si había bromas o molestias de por medio. Pero nunca recordaba haber oído su nombre.

Y ahora tenía que encontrarla.

A lo lejos, la vio. Una chica pelirroja que reía animadamente con un grupo de amigas, despreocupada, como si no tuviera ninguna culpa. Pero Dania lo sabía. Esa chica tuvo razones serias para haber destruido su relación con Diego.

Se acercó con pasos firmes.

—¿Tú eres Sophia?

La pelirroja la miró con una sonrisa irónica.

—Vaya. ¿Realmente no tenías conocimiento de mí?

Dania entrecerró los ojos. No había venido a hacerse amiga de Sophia.

—No tenía razón para hacerlo. Hasta hace unas semanas, cuando alguien decidió llevarle un chisme a mi novio.

Sophia rió con sorna.

—Si hablas de la fotografía, todo lo que dije es verdad.

Dania apretó la mandíbula.

—Así que lo admites. Tú arruinaste mi relación con Diego.

—Tú misma la arruinaste —respondió Sophia con frialdad—. ¿Realmente creíste que tu amorío con el profesor Miller quedaría en secreto para siempre?

Las miradas alrededor se centraron en ellas. La tensión se hacía palpable.

—Lo peor —continuó Sophia, elevando la voz con falso dramatismo— es que el profesor tiene prometida... y tú eres la amante.

El mundo se congeló. La indignación en la voz de Sophia resonó en los murmullos de los estudiantes.

– ya basta Sophia, no entiendo que es lo que te hice yo para que me hicieras esto– Dania le dijo en voz baja solo para que la escuchara Sophia.

– hay Dania realmente no lo sabes.

Dania le entrego el teléfono a su dueña, la cual de inmediato busco la fotografía por la cual surgieron los problemas, pero su enojo fue más grande al darse cuenta que la fotografía ya no estaba guardada.

– ¿dónde está la fotografía? – pregunto furiosa.

– hay realmente crees que soy mensa como para no borrar la fotografía– rio la chica sarcásticamente – en verdad eres tan nefasta que tu odio hacia mi realmente me importa poco, y te diré algo te falta mucho para llegarme a los talones – volvió a reír en cara de Sophia.

Dania trato de irse del lugar cuando... sintió un golpe en su mejilla y observo como Sophia se sacudía la palma de la mano. Dania obviamente no se quedaría con los brazos cruzados haci que sin pensarlo tiro al piso a Sophia y de un momento a otro ya estaba sobre ella.

– a mí no me vuelves a tocar– le dijo a Sophia entre cada golpe que le daba.

La castaña mantenía aferrada a la pelirroja en el piso y vio por el robadillo de sus ojos como todos a su alrededor comenzaban a alentar la pelea. Sophia trato de quitarla de encima, pero era imposible ya que Dania era mucho más alta que ella.




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