¿estas conmigo o estas fuera?

Mentiras

En el departamento había una gran tensión entre la pareja que se encontraba presente. Después de regresar de la escuela la discusión continua, ahora más fuerte pues solo se gritaban el uno al otro haciendo el conflicto más grande.

— Todo lo que sucedió es culpa tuya, Tom por mentirme— le recalco Anna al hombre — dime que tenía ella que yo no tuviera— exclamo la mujer.

Tom paso una mano por su cabello buscando alguna respuesta adecuada — ella me entiende Anna, con ella me siento bien— explico.

—¡Tom son cinco años de relación los que hemos cumplido, cinco malditos años para que todo se fuera a la maldita basura! — grito furiosa Anna sacando todas sus lágrimas que estaba conteniendo.

— Anna sé que soy un idiota por lo que hice, pero yo ya no siento absolutamente nada por ti— trato de defenderse, pero solo obtiene miradas de odio — todo desde que tu tomaste tu maldita decisión de no formar una familia conmigo, ¿tú sabes cuanto me lastimo eso? Demasiado, quería una familia Anna y que hiciste tú, te llevaste mi felicidad, era un bebe Anna, nuestro bebe al que hubiéramos criado juntos y le hubiéramos dado todo nuestro amor, pero tu decidiste botarlo como una basura— reclamo con tanto dolor.

— Hay Tom, si ese es el problema podemos intentarlo de nuevo— se acercó a él tratando de abrazarlo, pero este se alejó — pero claro, tenía que llegar una muchacha joven a quitarme todo lo que he construido yo, nuestro amor— se alejó para sentarse en el sofá de la sala sacando todo su dolor que sentía por dentro.

Tom sentía un gran remordimiento al verla asi, sin embargo, no iba a ceder ante ella pues su mente solo pensaba en alguien o mejor dicho en Dania preguntándose como estará ella en ese momento y como haría para lograr su perdón.

Se arrodillo frente a la mujer tomo sus manos y dio un cálido beso sobre ellas, pero Anna al sentir el tacto se levantó del sillón — NO, NO, NO, esto no debe ser asi— se repetía una y otra vez —es que por que no me lo dijiste antes Tom, para terminar esta basura de compromiso, no te remordía la conciencia verme realizando los preparativos de la boda tan feliz y contenta mientras te acostabas con otra— reclamo llorando más fuerte inclinándose cubriéndose el rostro con sus manos.

Desvió su mirada hacia uno de los sillones donde se encontraba una caja blanca, la abrió y mostro su interior a Tom.

— Este es mi vestido de Novia, me llego hoy y es hermoso, tenía la ilusión de casarme contigo y vieras lo hermoso que se me veía, pero llego ella y destruyo toda esa ilusión— aventó el vestido al piso y comenzó a pisarlo con todas sus fuerzas mientras lloraba más fuerte y sus lágrimas caían sobre este.

Tom la tomo por la cintura y la alejo del objeto, la abrazo para tranquilizarla, Anna se quitó su anillo de compromiso y se lo entrego.

— no quiero ser la burla de la gente y digan que me case con un hombre el cual no me ama asi que soy yo la que renuncia a este matrimonio— se alejó caminando a su habitación dejando a un Tom lleno de remordimiento.

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Dania abrió lentamente los ojos, sintiendo una sensación de pesadez en todo su cuerpo. La luz blanca del techo la deslumbró momentáneamente, obligándola a parpadear varias veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la claridad. Al observar a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en una habitación pequeña pero ordenada, claramente un consultorio médico. Los muebles eran de un color blanco impoluto y había un escritorio con varios instrumentos médicos alineados perfectamente.

El sonido monótono del monitor cardíaco acompañaba el ritmo de su respiración, llenando el silencio de la habitación. Dania trató de incorporarse, pero un leve mareo la hizo recostarse de nuevo. Fue entonces cuando notó la presencia de una figura en la sala, una persona vestida con una bata blanca que se acercaba con una sonrisa profesional.

— Hola, Dania. Soy el Dr. Hernández. ¿Cómo te sientes? — preguntó con una voz suave y calmada.

Dania trató de hablar, pero su garganta estaba seca. Apenas logró emitir un sonido ronco mientras intentaba recordar cómo había llegado allí. La última imagen en su mente era la de Katy sosteniéndola antes de que todo se volviera negro.

El doctor tomó asiento junto a ella y comenzó a hacerle algunas preguntas. — Dania, ¿has sentido náuseas últimamente? ¿Dolores de cabeza? ¿Cansancio extremo? — Dania asintió débilmente con la cabeza ante cada pregunta, tratando de encontrar las palabras.

— Sí, doctor, he estado sintiéndome muy cansada y con náuseas por las mañanas— respondió finalmente, con un hilo de voz.

El Dr. Hernández asintió, tomando nota en su libreta. — Gracias por compartir eso, Dania. Hemos realizado algunos exámenes y tengo una noticia importante para ti. La razón de tu desmayo y estos síntomas es porque estás embarazada de tres semanas.

Dania abrió los ojos con sorpresa, incapaz de procesar la información de inmediato. Una mezcla de emociones la invadió mientras trataba de asimilar lo que acababa de escuchar.

—¿Embarazada? — murmuró, mirando al doctor en busca de confirmación.

— Sí, Dania— dijo el Dr. Hernández con una sonrisa alentadora. — Es una noticia inesperada, pero ahora lo más importante es que cuides de ti misma y del bebé. Estaremos aquí para apoyarte en cada paso del camino.

En ese momento, la puerta se abrió y Katy entró apresuradamente, con una expresión de alivio y preocupación. —¡Dania! ¡Estás despierta! — exclamó, acercándose rápidamente a la cama y tomando la mano de su amiga.

Después de un par de horas en las que Dania pudo descansar un poco mientras reflexionaba sobre su estado en los próximos meses, la dieron de alta. Caminó a casa con su amiga Katy acompañándola. Katy hablaba de lo emocionada que se sentía por ser tía y cómo cuidaría ella a ese bebé. Dania, al contrario, se encontraba seria sin decir una palabra. En ese momento, se detuvo en seco.




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