¿estás segura?

3

I S S A C

Salgo de la ducha encontrandome con la siguiente escena:

Piedra, pepel o tijera. Ambos hacen tijeras.

— Una vez más y es la definitiva.

Matt se relame los labios mientras hace un gesto de concentración. Piedra, papel o tijera. Adam hace piedra, Matt papel.

— ¡No es justo! Una vez más. 

— ¡Eso dijimos tres rondas atrás!

— Esta es la última vez. Lo prometo. El que gana, gana.

Ambos se miran. Para que sea más gracioso, imaginen una película de cowboys en donde se les hace un acercamiento a los ojos a los dos que se enfrentan, y colocan una imagen encima de la otra. Divertidísimo.

De pie cerca de ellos, observo la batalla que se repite una y otra vez. Pongo los ojos en blanco viendo como Matt accede a seguir con el juego, pero no intervengo. Me limito a observar desde mi cómodo lugar de expectador. 

Suena un teléfono interrumpiendo la quinta batalla. Los tres nos miramos, intentando descifrar a quien trataban de localizar. La pequeña lámpara encima de la cabeza de Adam se enciende y su rostro lo demuestra con una graciosa mueca. Murmura es para mi antes de salir rápidamente de la sala.

— ¡Tenemos que terminar esto! — grita Matt pero el morocho ya había cerrado la puerta de su habitación. Le doy tres palmadas amistosas en la espalda.

— ¿Qué decidían? — pregunto abriendo la heladera para buscar algo de comer. La cierro.

— Quien iba a la casa de las chicas — responde despreocupadamente. — Es que ellas son dos y que vayamos los tres es...

— Yo les dije que no iba. — Matt se voltea bruscamente. Abro la heladera preguntándome que buscaba. La cierro.

— ¿Cuándo dijiste eso? 

Lo miro desconcertado. Abro la heladera, la cierro y recuesto la espalda en la puerta.

— Lo dije en cuanto la chica rubia nos invitó — mi interlocutor junta las cejas en un gesto de que sigue sin entender. — O sea, cuando se fue, yo dije que no iba.

— Entonces no hay nada más que discutir. — Frota las manos, camina hacia mi, con un ademán me pide que me mueva, lo cual hago. Abre la heladera y saca una coca cola en lata. Cierra la heladera. — ¿Por qué no nos dijiste antes? — Abre la lata y da un sorbo.

Si, eso quería yo. Abro la heladera, saco la bebida y la cierro. — No sabía que ustedes, idiotas, estarían decidiendo eso. Bueno, no me sorprende que no me escuchen pero...

— ¡Matt! Yo no voy contigo — informa Adam haciendo un baile victorioso. En ese segundo, el rubio escupe el líquido negro que había colocado en su boca instantes atrás.

— ¿Cómo que "no voy contigo"? ¿Qué significa? — pregunta incrédulo.

Pongo los ojos en blanco, preguntándome si pueden ser más idiotas. Me dirijo al sofá, coloco la bebida en la mesa del centro y enciendo la tele. Tenía ganas de ver una serie nueva, hasta que... ¿yo terminé la que estaba viendo? 

Matt entra a la habitación corriendo y pronuncia tres palabras: — Issac, por favor.

● ● ● 

Nos encontramos caminando por la arena, viendo como el agua está tranquila. La luna se refleja maravillosamente en el agua y confieso que eso nunca deja de sorprenderme.

— El agua es fantástica, eh.

Una sonrisa se planta en su rostro creando una reacción similar en mi.

— Es raro que digas eso, si a vos no te gusta el agua.

— ¿Y? — su semblante es serio pero divertido al mismo tiempo. — Muchas veces las cosas nos dan miedo pero esa no puede ser una excusa para evadir la belleza que tienen. El agua siempre me llamó la atención de una manera inexplicable — me mira expectante pero al ver que no comprendía del todo, continua: — Me refiero a que, esta cantidad de agua es inmensa — hace un ademán abarcando toda el agua a nuestro alrededor — es aterradora, esconde muchos secretos pero aún así es hermosa de muchas otras maneras, como la forma en que se refleja la luna, o la tranquilidad que te hace sentir al estar en ella. — Se encoge de hombros y añade: — Si estás en la orilla, claro.

Reflexiono unos segundos. Y si, es fantástica. Wow, fue lo único que dije porque, sinceramente, no sabía que más decir. Matt se limita a sonreír.

— Me recuerda a ti, porque me llama la atención de una manera inexplicable.

● ● ● 

Subimos por una escalera de madera que nos conduce a una casa enorme. Es blanca por fuera, está bien iluminada y los ventanales son excepcionales. Lo empujo a mi acompañante con el codo, señalándo con las cejas hacia la casa.

— Es enorme, ¿no? — se frota las manos lo que me hace preguntarme por qué siquiera tiene manos.

— La verdad que si... — mi vista se desvía hacia mis pies. — Estoy nervioso — confieso sin mirar a Matt a los ojos.

— Si, yo igual. — Mete las manos en los bolsillos delanteros de su jean para seguido comenzar a mecerse hacia adelante y hacia atrás, distraídamente. — Pero bueno... ya aceptamos, es de mala educación rechazar las invitaciones a último momento.

Sonrío para seguido añadir: — ¿Qué sabes vos de educación? — Sonríe de vuelta y asiente para darme la razón. 

Una vez frente a la puerta, nos decidimos a tocar. En menos de un segundo la chica rubia de hace un rato nos abre con una sonrisa en el rostro. ¿Estaba esperando detrás de la puerta? Como si el rubio me hubiera leído la mente, se encoge de hombros para seguido decir un animoso hola.

— Pasen por favor. — con un ademán se mueve hacia la izquierda dejándonos el paso libre. — Me alegra mucho que hayan venido.

— Gracias por invitarnos. 

La chica asiente. Nosotros entramos.

— La verdad es una hermosa casa. — Desde dentro parece muchísimo más grande, y a diferencia de la nuestra, está bastante desordenada.

Responde gracias mientras se dispone a juntar la ropa que está tirada por todos lados. Literalmente, todos lados. — Perdonen el desorden, estábamos... limpiando un poco.



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En el texto hay: asesinato, thriller, vacaciones

Editado: 30.11.2021

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