¿estás segura?

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D E N N A

Me levanto de golpe y en dos segundos el mundo me da vueltas. Me sujeto la cabeza en un vago intento de mantenerla en el lugar, para seguido recostarme suavemente. No tengo pruebas, pero sé que aún hay alcohol en mi sangre.

Muevo la mano izquierda por la cama buscando mi teléfono, pero en su lugar encuentro un cuerpo, o al parecer, algo parecido a un cuerpo. Perezosamente remuevo la mano derecha que cubre mis ojos, para tener una visión más clara del panorama y, efectivamente, hay alguien junto a mi. Siento como el estómago se me revuelve. Mis manos transpiran.

Busco con la mirada mi teléfono hasta que lo encuentro en el piso, justo debajo de mi, pero siendo sincera, me da un poco de miedo moverme. Miro a la persona junto a mi —que por cierto es Issac, ¿por qué tanto drama?— sacudo la cabeza tratando de borrar mi actual pensamiento y me estiro. Una vez, dos veces, tres veces hasta que lo sostengo. Vuelvo a mi posición inicial, entro a mensajería y trato de contactar a Sarah.

"Hey Sarah..." apoyo el teléfono en mi regazo mientras espero la respuesta.

"Denna..."
"Pensé que dormías"

Una pequeña luz ficticia se enciende dentro de mi.

"Yo pensé que tu dormías" prácticamente la puedo ver poniendo los ojos en blanco.

"¿Qué haces?"
"Tengo hambre..."

Mi acompañante sigue tal y como estaba dos minutos antes. Acerco una mano a su nariz para comprobar que respira. Afirmativo.

"Espero a que Issac se levante pero no tiene pinta de hacerlo pronto."

Lentamente, saco una pierna de debajo de la sábana. Enseguida saco la segunda y con un movimiento raro pero efectivo, estoy de pie junto a la cama. Levanto un vestido rojo floreado del suelo y lo huelo para comprobar que está limpio.

— Menos mal... — dice Sarah con un falso ademán de alivio. — Pensé que tendría que entrar a sacarte y verlos a los dos...

La golpeo con el codo en las costillas haciendo que suelte todo el aire de los pulmones de una sola vez. Murmura algo por lo bajo que no llego a escuchar porque ya estoy encerrada en el baño. Sonrío con suficiencia antes de abrir el agua caliente, ya que aunque estemos en verano, me gusta bañarme con agua caliente. Tres golpes secos en la puerta me sacan de mis pensamientos.

— Desayuno en el bar en diez.

●●●

— ...entonces me pregunta si es cierto que soy mayor de edad, a lo que lo miro con cara rara ¿en serio me das menos de dieciocho? 

Pronunciamos un alegre gracias al unísono al barman que nos alcanza las bebidas. Y por las dudas, estoy hablando de café porque estamos hasta el tope de alcohol. Es más, dudo que probemos otra gota en lo que nos queda de viaje.

— Mira allí... — masculla Sarah aún con el sorbito entre los labios, y señalando en dirección a nuestra casa. — Ahí viene nuestra historia.

Efectivamente, Equis se acerca a paso lento pero decidido al bar. Al principio parece no habernos reconocido, pero en cuento estuvo más cerca, una sonrisa se dibuja en sus labios.

—¡Chicas! — pronuncia una vez se detiene frente a nosotras. Coloca una pesada mano en nuestros hombros, gesto que pone un poco incómoda a Sarah, aún así, sonrie. Yo imito su gesto e invito a Equis a tomar asiento.

— ¿Qué hacen por aquí tan temprano?

Ambas nos miramos intentando crear una conexión. Talvez y así podrían funcionar nuestras tres neuronas.

— Nos levantamos, los chicos seguían en la casa así que decidimos desayunar afuera.

Se encoge de hombros para seguido volcar toda su concentración en su café capuchino. ¿Ven lo que les digo?

Equis nos mira con el ceño fruncido. — Los fumigadores — me apresuro a responder. — Vinieron esta mañana temprano, pero aún siguen ahí.

Las facciones de Equis se relajan, y sonríe. 

— No hay quien se salve de las plagas.

Sarah se ahoga con su bebida por lo que empieza a toser. Yo le doy unos golpes en la espalda provocando que ella sacuda su mano izquierda pidiéndome que me detenga.

— Ay, señor. Ese tipo de plagas son las peores. Créame. 

Ambos se ríen, entonces yo aprovecho a beber mi café negro antes de que se enfríe.

— ¿Nos va a contar la historia de asesinato?

Pregunto agregándole un acento fantasmagórico a la palabra asesinato. Es tonto, lo sé, pero ya lo había hecho cuando me di cuenta.

Equis se remueve un poco incómodo en su asiento. Bebe un trago. Sonríe.

— El otro día estaba... ya sabes... un poco pasado de copas. — Y sé lo que viene. No nos iba a contar nada. La decepción se plasma en el rostro de mi amiga con cada palabra que él pronuncia.

— Está bien si no nos quieres contar — intervengo rápidamente. — Es algo difícil y no es para contárselo a todo el mundo.

Mi dedo indice forma círculos descuidados alrededor de la taza. El señor a mi derecha bebe un sorbo de café, para seguido agregar: — Yo no dije que no se los iba a contar. Quiero decir que tendré más cuidado con lo que digo.

Sarah termina su café y de un golpe deposita la taza en la mesa. 

— ¡Que empiece lo bueno! 

La golpeo otra vez en el estómago, esta vez más leve. Señalo hacia Equis, sacudiendo la cabeza de forma desaprobatoria, aunque él parece no haber oído nada.

— Bueno, esta historia comenzó hace veinticinco años atrás cuando mi hijo Ezra nos presentó a su novia; una muchacha encantadora. Está de más decir que nos gustó desde el principio. — Sonríe nostálgicamente sin quitar la vista del letrero que dice bar, que está colgado sobre el mostrador al fondo. — Ezra se veía súper contento, y nos dimos cuenta, debido a que él no era el tipo de persona que demostraba cariño todo el tiempo. Sabíamos que esta vez era diferente. Pero no lo era para ella.

Trato de acomodarme en este asiento que es bastante incómodo, y me dispongo a terminar mi café. Sarah tiene la cabeza apoyada en las manos, mientras observa a Equis con una concentración asombrosa.



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En el texto hay: asesinato, thriller, vacaciones

Editado: 30.11.2021

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