Este es el hombre

vii

Se acabó, es el fin. He comprendido mi destino. Y lo acepto.

He subido al faro. Tuve que arrastrarme por la escalera de caracol para llegar a la cima de la torre, pero aquí estoy. Me siento a gusto en este lugar. Quizá ya estuve aquí cuando era niño. Quizá mi padre era el encargado del faro. No lo sé. Pero es el sitio ideal para cumplir con mi cometido.

He encontrado tinta y papel y desde aquí, mientras espero que ellos me encuentren, escribo mi testimonio para que el mundo tenga conocimiento de lo sucedido. No creo que tarden mucho. Me duelen las manos pero ya estoy a punto de concluir. Cuando termine enrollaré este manuscrito y lo introduciré en una botella. En la estancia hay bastantes. La taparé bien y después la lanzaré al mar. Aunque las aguas parece que están de su parte, ahora se han calmado. Espero que la botella llegue a manos de alguien que crea mis palabras. Mi historia parece una patraña, lo sé, pero todo es cierto.

Sólo me queda una cosa por decir: darle de nuevo las gracias al capitán Murton. Gracias a él podré redimir mi alma y vengarme. Él me mostró el camino: he cogido el frasco que depositó el capitán en la bolsa. Tiene una inscripción que no había visto antes. Es cianuro. Ahora entiendo lo que quería el capitán. Y, como se lo he prometido, lo haré. Y con satisfacción.

Antes de que me encuentren beberé lo que queda del cianuro. Me aseguraré de darle tiempo para que se reparta bien por mi cuerpo y por mi sangre. El capitán lo tomó demasiado tarde, pero yo no cometeré ese error. ¡No cometeré más errores! ¡Nunca más!

Después dejaré que me asesinen. Si no, si me encontraran ya muerto, sospecharían. Me enfrentaré a ellos y lucharé hasta que acaben conmigo. Y cuando me coman, porque lo harán, ¡seguro que lo harán!, el veneno pasará de mis entrañas a las suyas.

¡Vuestra vida está tan sentenciada como la mía, malditos! Mi carne será la última carne humana que os alimente. Así que, tomad y comed, ¡este es mi cuerpo! Bebed todos de ella, ¡esta es mi sangre! Sangre de la muerte eterna, que os castigará por vuestros pecados. Yo soy el jinete de vuestro Apocalipsis. ¡Id al infierno del que procedéis! ¡Al infierno esta isla! ¡Y al infierno Vepar! Comedme infames. ¡Yo seré vuestra última cena!

¡Ya llegan! Los oigo merodeando alrededor del faro. ¡Por fin! Bebo el cianuro. Brindo por ti, capitán; por los demás, Israel, Animal y el senegalés —siento no acordarme de tu nombre—; por mis padres y por el porvenir de la humanidad. El porvenir del cianuro.

Ya lo he bebido. Es agridulce. Lo siento fluir por mis venas confiriéndome todo su poder.  ¡Es maravilloso!

Ya suben por la escalera. ¡Venid a mí! ¡Vamos! He abierto las puertas del infierno para vosotros. Seguro que ardéis en deseos de asesinarme. ¿Estáis hambrientos? ¡Venga!

Golpean el portón. ¡Ya están aquí! Justo a tiempo. Sólo la portezuela me separa de ellos, y no resistirá mucho. Los goznes empiezan a ceder. Se acabó. Es hora de terminar este escrito y enviarlo al mar, y es hora de morir. Pero no tengo miedo, porque, como alguien dijo una vez:

 Morir es probar que sabemos defendernos.

 

FIN



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En el texto hay: satanismo, terror, naufragio

Editado: 08.07.2021

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