Este es mi Karma

10. Una lección de vida

—Debiste haber usado la alerta rosa —me regaña Sara—. Eso no debió pasar, ¿Qué hay de Federico?

Ella siempre es precisa con las palabras, sabe qué decir y cómo hacerlo en el proceso; sin duda, es una psicóloga increíble y es ahí cuando me doy cuenta de que usa sus conocimientos profesionales para salir a la defensiva, y darme un llamado de atención de vez en cuando.

—No necesito que la doctora Sara Márquez me sermonee sobre mis acciones —digo en mi defensa y me cruzo de brazos.

—Estoy de acuerdo —se une Mateo—. Es decir, es adulta y ella sabe qué hacer y qué no, lo de la alerta rosa es para situaciones raras, ¿recuerdan?, como cuando ese tipo intentó tocarme... ya saben dónde, debajo de la mesa. —Se estremece ante el recuerdo—. Lo que le pasó a Pau, no fue una situación incómoda, además, si es guapo, mejor todavía.

—No la alientes, eso cuenta como sexo con desconocidos —habla Sara para defender su argumento—. No lo conoces del todo, y..., ¿no dijiste que te da malas vibras?

—Lo sé, lo sé. —Lo mejor en estos casos es darle la razón, sobre todo cuando tiene argumentos sólidos para refutar y, aunque la contradijera, ella haría sus jugarretas para salirse con la suya—. Eso no cambia lo que pienso de él, pero..., las cosas se dieron por sí solas, como cuando...

—Cómo cuando te acostaste con Federico en el festival de San Pedro —interrumpe Mateo—. No se nos olvida que nos abandonaste esa noche, aunque él me cae mejor y ya lo conozco, tendré que conocer a ese tal Raúl para tener una mejor imagen de él, ya sabes, conocer las dos versiones de la historia.

—No lo conocerán —insto con los puños apretados, seguir profundizando en el tema me pondrá de mal humor—. La próxima vez que nos veamos, le diré que es mejor hacer como que no nos hemos visto nunca, que esto no funcionará ni como amistad y-y..., y lo de Federico no tiene nada que ver, es una situación diferente, él regresó y estoy dispuesta a aceptar su amistad, o..., lo que quiera tener conmigo; además, lo sucedido en ese festival es cosa del pasado y debe permanecer enterrado, por muy buen día que haya sido.

—Ja, seguro la próxima oportunidad que tengas te acostarás con él, y..., espera, ¿Cómo fue que te dijo? ¿retomar la química que tuvieron en San Pedro? —Cuando se trata de ser una arpía venenosa, ahí está Mateo, sacando su lado más vil y, para rematar, trae situaciones del pasado para hacerte sentir mal, justo como en este momento; pero no se saldrán con la suya, no señor.

Recuerdo haberles contado con sumo detalle sobre el encuentro que tuve con Federico en la oficina y la eventual cita que tuvimos unos días después. Se aprovechan de eso, son crueles, pero son mis mejores amigos y en más de una oportunidad han tenido la razón, por mucho que les objete y contradiga, por lo que resulta importante saber lo que piensan de Raúl.

—Sí, eso dijo —afirmo—. Y me parece un bonito gesto teniendo en cuenta que lo ignoré por estar con Esteban; él ya lo sabe, se desahogó y me contó lo que piensa de ello y aun así me perdonó, me dio la oportunidad de seguir hablando, y con él no ocurrirá lo mismo que con Raúl. Esta vez me aseguraré de que las cosas con Federico vayan lentas y sin afanes, de esa forma nadie sufrirá ni nos haremos ilusiones. —Ambos abren la boca para interrumpir y decido seguir hablando para que no lo hagan—. Sí, debí haber usado la alerta rosa, lo siento, chicos; pero prometo que tomaré las cosas con más calma la próxima vez, no queremos errores de los que nos arrepentiremos después, tienen razón, es solo que... Federico y la bebé tienen mi cabeza hecha un caos.

También les había contado sobre la bebé con todos los detalles, y ambos coincidieron en que, es mejor conocer la razón por la que Danilo abandonó a la niña y, de acuerdo a eso, tomar una decisión definitiva. Una parte de mí se niega a renunciar a ella, a esa pequeña personita que he decidido llamar como mi abuela: Sofía; por otro lado, la policía está avanzando con la investigación y pronto darán con el responsable, aunque yo lo he descubierto antes de que ellos lo hicieran, pero debo conocer la versión de mi vecino para poder tomar cartas en el asunto.

Suspiro. Solo unos cuantos minutos y sabré la verdad.

Los he invitado a comprar una cuna y diferentes accesorios para bebés porque quiero tenerla conmigo, porque independientemente de la razón que él tenga y el resultado de la investigación, esa niña merece mejores condiciones de vida, sea porque continúa viviendo conmigo o porque alguien más decida acogerla. Necesito escucharlo, necesito hablar con él para que tantas decisiones que tambalean en mi cabeza se inclinen hacia algún lado de la balanza.

Por eso los he convocado, no solo para hablar de Raúl, sino para elegir todo lo que quiero comprarle a Sofía. Los acontecimientos de los últimos minutos me tienen sumamente nerviosa y es por eso que ellos hacen las elecciones, yo solo asiento con mi cabeza o la muevo de un lado al otro, si estoy en desacuerdo con algo o todo lo contrario. Tengo mucho en qué pensar.

—Gracias por la compañía y por los consejos, chicos —les digo a ambos unos minutos más tarde—. Son increíbles.

Estamos repletos de bolsas y tenemos al lado de nosotros una cuna; afortunadamente, Sara ha rentado un auto para hacer varias diligencias que tiene pendientes para el día y le sale más barato que movilizarse en taxis; ha sido una gran oportunidad que he aprovechado para llegar a casa con todas las compras, sobre todo con ese armatoste donde la pequeña dormirá.

Luego de dejarme en el edificio, ellos toman su rumbo, tienen planes a los que he desistido porque debo atender la situación de Danilo y no alargar más las cosas. Debo saber la verdad.

・・・★・・・

Danilo me recibe con mucha calma, con más calma que aquella noche en la que llegué a su casa preguntando por la chica de la foto.

—Sigue y ponte cómoda —expresa en un tono calmado—. Prepararé té.



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En el texto hay: chick lit, colombia, abogada y gerente

Editado: 05.09.2025

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