PARTE II
Nagmil visitó a Josephine dos horas después de que Asfhil llegó alterada a su habitación.
Josephine estaba dormida en el sillón de una manera un tanto extraña, tenía la boca abierta y un hilo de baba recorría por su mejilla, había un libro en su panza y Nagmil se imaginó lo que sucedía. Joséphine se había quedado dormida mientras leía. Ya no era tan joven como parecía.
—¿Hay alguna razón por la que estas ahí intentando despertarme? — cuestionó Joséphine, aún con los ojos cerrados.
—Me imagino que ya lo sabes, no sé para que lo preguntas — respondió Nagmil, mientras se acercaba a la otra mujer.
—Los rebeldes han llegado.—afirmó.
—Asi es. — asintió.
—Aquí no, Nagmil. Aquí no llegaron. Han llegado a tu preciado lugar.
—¿Cómo...? El bosque...
—Tuve una vision... Hace mucho tiempo. Los rebeldes comenzaban a atacar a todos los humanos de tu lugar, así que visite a uno de tus refugiados, creo que enloqueció después de muchas visitas que hice.
—Te dije que los dejaras en paz.
—Agradece que los visité, ahora deben de estar buscándonos. Algunas cosas que tenía ellos las poseen, así que será fácil que regresen a dónde pertenecen.
—Sabía que los íbamos a llamar cuando esto sucediera y que solo esperaríamos a su llegada, pero me preocupa que estén solos.
—Podrías ir a por ellos...
—Sabes que no puedo, tenemos que proteger también este lugar. Y tengo que ir al bosque, definitivamente.
—Como sea, da igual.—Josephine se volvió a acomodar en su sillón y de nuevo, cerró los ojos.
—Quiero saber cómo están. — susurró Nagmil.
— Están bien. — respondió sin rodeos. Trató de dormir de nuevo, pero sentía la mirada penetrante de Nagmil.
—Querida mía, tu tienes algo que yo no. — comenzó y Joséphine sabía a lo que quería llegar.
—Querida Nagmil, no vas a profanar mi mente. — gruñó.
°°
—¿Logras mirarlos? — preguntó Joséphine.
—Si, pero concéntrate en ellos, quiero verlos mejor.
—La cabeza me está doliendo, creo que voy a desmayarme— se quejó Joséphine— ¿Dime porqué acepté que te metieras en mi mente?
—Por que llegamos al trato de que podrías escribir la historia de ellos y eso involucra ayudarme con cualquier cosa que los salve.
—Ah.
Morgan y Blake estaban juntos y al parecer, estaban bien. Eso era lo más importante.
—¿Y las demás Auroras? — cuestionó Joséphine mientras tomaba asiento en una de las sillas del gran comedor después de terminar de hacer su visita al otra lado.
—Mañana Aelys y yo iremos a por ellas.
—¿Cuáles son los planes de hoy?
—Hay tantas cosas por hacer y ni siquiera se por donde empezar— susurró Nagmil mientras escondía se cara entre sus manos, se sentía presionada, demasiado presionada.
—Ser la más fuerte no siempre es lo mejor— Josephine tomó sus manos llevandolas a su corazón, Nagmil levantó el rostro y en él unas lágrimas recorrían en todo su rostro, sus ojos estaban rojos y la preocupación estaba plasmada en toda su expresión. — Nagmil, mi Nagmil, todo saldrá bien. Todo estará bien, la luz de tus ojos siempre saldrá a salvarnos.
—Tengo miedo...— respondió con la voz temblando, habían muchas cosas de por medio, corrían muchos peligros y no todos estaban de su lado, lo único que Nagmil quería era sentir seguridad, sentir que alguien la protegía, pero, lastimosamente, era ella quien protegía a los demás.
—Algo dentro de ti nos salvará. Alumbrará el camino de los nuestros y dejará en paz a tu alma. — susurró Joséphine y limpió las lágrimas de ella, el dolor era compartido y las lágrimas no solo eran de Nagmil.
—Mirarte y escucharte dejará en paz mi alma. — sonrió Nagmil, se levantó y siguió su camino, pues aún habían muchas cosas por hacer.
Después de ahí, se dirigió al bosque en busca de los guardianes.