La clase estaba a punto de terminar, todos los involucrados estaban mirando el reloj en la pared. Almerí había notado la ansiedad en sus alumnos minutos antes. Se preguntaba que estaría pasando, pero sinceramente no le interesaba intervenir.
Fue una sorpresa ver a ese chico nuevo, el que tenía cara de omega. Era curioso que se sintiera cómodo con esa apariencia, aunque aun si se cortaba el cabello no haría la gran diferencia, el alfa era pequeño y flaco.
Estaba terminando de escribir la tarea que les había mandado a copiar, se quedó supervisando a los muchachos y notó que el rubio de pelo largo fue de los primeros en aparentemente acabar, guardó sus cosas y estaba listo para irse varios minutos antes de que la campana sonara.
Tae no tenía la cabeza en la clase, copiaba mecánicamente lo que el profesor les puso, de todos modos seguro Giel podría pasarle lo que no copiara. Ella era demasiado aplicada en clases, la chica sacaba diez en todo. Hasta en las tareas de los primeros días que no servían para nada.
Taero estaba pensando en Bange, cuando apenas tuvo su celo no quería saber nada más de él. Las burlas de todo el campamento lo llenaron de suficiente rencor y vergüenza para odiar a esos hermanos.
Sus padres también se habían encargado de prohibirle todo tipo de contacto con los niños Portrat. “Fenomenos” les había llamado Yudith, su mamá. La alfa acompañó de varios regaños el resto del verano y parte de la temporada escolar sobre “Juntarse con cualquier tipo de gente.”.
Él ya no era un niño, ya no era iluso como para que le afectaran los regaños de su madre. Extrañó a Bange demasiado, a pesar de tener otros amigos cercanos. La amistad con él había sido diferente y es que se comprendían en cosas que Tae no lograba conectar de nuevo con nadie. Por algo fueron mejores amigos.
Pero tenía el otro problema, Misha. Que el rubio le dijera que no le permitiría hablar con Bange ni le importó, pero era irritante. Terminó de copiar, sin revisar nada empezó a guardar todo en su mochila, se la puso al hombro y apoyó su otra mano en la mesa moviendo sus dedos en suaves golpecitos sobre la madera.
Iría a ver al omega, tenía que estar allí. Miraba el reloj esperando que la campana sonara. Almerí ya había recogido sus cosas y desfilaba hacía la puerta.
- El día de mañana los espero puntuales. - Dijo el viejo alfa segundos antes de desaparecer.
Kylen y Dereck se regresaron a mirar para atrás pero a él no le importaba lo más mínimo los problemas que Misha se ganó. Se puso de pie y caminó a la puerta al mismo tiempo que esos alfas se levantaban en dirección a la banca de Misha.
Tae necesitaba resolver esa etapa de su vida, donde había despreciado a Bange. Si no le perdonaba al menos le pediría una disculpa.
Escuchó el golpe en una de las mesas y al rubio quejarse, no quería detenerse a mirar. No tenía que hacerlo, no lo hagas... No jodas. Se giró a ver.
Dereck le jaló la mochila a Misha, el rubio a pesar de ser tan pequeño no la soltaba. Giel lo alcanzó en la puerta mientras el resto de compañeros del salón se iban.
- Lo van a matar. - Dijo ella, pegándose a Tae. Se veía asustada.
Tae no dijo nada, observaba al rubio. El mismo cabello largo y sedoso pero una personalidad totalmente opuesta a cuando eran niños. Recordaba tan bien al tímido, callado y llorón Misha. Este que tenía en frente era odioso, bocón y metiche.
Misha fue... Algo distinto. Había sido especial, claro. Pero no era omega, eso dejaba todo claro. Bange era importante, aun siendo omega. Por que había sido su mejor amigo, era confuso...
Vio que Kylen tenía su mano en el hombro de Misha, no le dejaba pararse del asiento. El rubio le exigía que lo suelte. Ya no había profesor que lo defienda, de todos modos Almerí era un cabrón, seguramente no hubiera hecho nada por ayudar al pequeño alfa.
No quería seguir mirando eso, se giró jalando a Giel por la espalda baja para que ella se fuera también. No tenía nada que ver con ellos, quería evitar relacionarse con Misha Portrat de nuevo. Alcanzó a escucharlo gritar “¡Ya basta!” Giel apuró el paso, ella tampoco quería escuchar.
Misha hacía un esfuerzo por no temblar. Trataba de mantener la voz firme. Por más que intentara no podía quitarse a Kylen de encima, Dereck ya le había quitado la mochila y la tiró por el pizarrón. Estaba en el piso.
- Esta vez no tienes a donde escapar, princesa. - Dijo Dereck, sonriendo de emoción.
El rubio pensaba en su hermano, preocupado. No quería que Bange subiera a buscarlo, debió decirle que se fuera sólo a casa si no llegaba. No, la idea de Bange yendo sólo a casa tampoco le daba ningún consuelo. No podía creer como en el primer día ya había terminado así.
- No tengo tiempo para esto. - Exclamó Misha con fastidio. Dereck reía pero Kylen estaba serio, no parecía enojado pero Misha desconfiaba. Intentó pararse una vez más y Kylen le dejó.
Dereck también se sorprendió pero duró poco, Kylen jaló la mesa, la quitó de su camino y se acercó a Misha. El rubio se recargó contra otra de las mesas, bajó la mirada al suelo y recordó que sus padres no debían saber.