Misha subía las gradas a su habitación, pudo escuchar a su mamá cuestionar horrorizada lo que acababa de decir. Le gustó acusar a Bange, por que sabía que estaba viendo a Taero. Su hermano olía un poco a vainilla y humedad.
El primer día estuvo cerca de Tae tanto tiempo que el aroma se le quedó metido en la nariz. La idea de que ellos estaban viéndose... Le desordenaba mucho la cabeza.
Además, en cualquier momento Bange iba a delatarlo por no ir a clases. Era cuestión de tiempo, ambos andaban evitándose y como que estaban peleados. Al menos eso sentía él. Así que no iba a esperar a ser la victima.
Entró al cuarto y cerró la puerta casi por completo, dejó un espacio para poder escuchar lo que pasaba. Sus padres regañaron a Bange por dos horas. Le hablaron de cosas en extremo vergonzosas y aunque el omega negó cualquier acto sexual o amoroso, no pudo evitar tener la charla.
Esa charla incomoda que los padres tienen cuando cumples una cierta edad para decirte que te cuides. Hasta él se sintió incomodo escuchando eso desde lejos, sonreía satisfecho.
Pudo escuchar que su hermano sollozaba cuando subió a su cuarto. Se sintió un poquito mal al notar eso. Pero Bange se lo merecía, no hizo caso a ninguna de sus advertencias y ahora estaba de nuevo con Taero. Era lo mínimo que debía hacer como hermano, no podía ocultar algo así. Si a Bange le pasaba algo malo, él se sentiría culpable como la última vez.
Se encerró con llave y fue a su cama de nuevo. Se echó en esta y se giró a ver el celular. No tenía nada que hacer, faltar a clases era aburridísimo. No hacía más que dormir y rodar entre sus cobijas.
Mañana ya no pensaba saltarse el día. Aun si sus padres no estaban, se arriesgaba a que llamen del colegio y les contaran que llevaba días sin ir. Se puso los audífonos, le dio play a su lista de reproducción en el ipad y cerró los ojos. Así que, ya estaban grandes...
El despertador de su teléfono sonó a las 6h30 de la mañana. Se sentó en la cama con mucha lentitud, se había quedado dormido demasiado pronto. No tenía excusas para sentir pereza, aun así no quería levantarse e ir a clases.
Lo que le pasaba, era que no quería volver a ver a Kylen y Dereck. El miedo que sintió en el salón regresaba cada vez que se ponía el uniforme. No iba a contarle a sus padres, así que hoy tenía que ir. Debía armarse de valor y enfrentarlo.
Se bañó, vistió, se cepilló el cabello y bajó. Escuchó a Bange hablando, pensó que era con Adela. Al llegar abajo notó que sus padres ya no estaban, su hermano hablaba en el celular. Se miraron, el omega le dio la espalda. Misha se irritó al instante.
- ¿Estás hablando con ese estúpido? - No podía creer que estuviera al teléfono con el alfa idiota ese.
- Cállate. - Le respondió, debía aplaudirle el valor. El omega se fue a la sala para seguir hablando tranquilo.
Misha sonrió ¿Era muy raro que sintiera satisfacción por hacer enojar a su hermano? Buscó yogurt en la nevera, se sirvió un vaso y luego agarró un pan. Estaba comiendo cuando escuchó la puerta de la casa abrirse y cerrarse. Se acercó a la entrada y la abrió.
Bange se estaba subiendo en el mismo auto que estuvo fuera la otra noche, era Tae. Se volvió a meter a la casa, con el pan en la boca y el vaso de yogurt en la mano ¿Para que iba a ir a clases? Volvió a la cocina y dejó lo que tenía. Se le esfumó el apetito.
Enojado, se regresó al cuarto. Se encerró y se echó en la cama. Se metió entre las cobijas con demasiada urgencia. Se hizo un ovillo y cerró los ojos con fuerza. Su cabeza tenía demasiados pensamientos desordenados.
Demasiadas cosas negativas pasaban por su mente, cosas hirientes. Intentaba callarlo, intentaba ignorar todo. Pero no podía y dolía, estaba muy confundido. Se levantó con el llanto amenazando en estallar. Se sentó frente al escritorio y empezó a escribir en su diario.
“Debes estar muy feliz con él, seguro te agrada muchísimo que te lleve en ese auto estúpido y te acompañe al colegio. Siempre te gustó el dinero de los demás.” Estaba tan enojado que no pensaba con que intención escribía.
“Taero es un mentiroso, solo es un alfa. Los alfas son lo mismo siempre, no importa quien, son unos abusivos imbéciles.” Al final terminó llorando. Esos días ya había llorado sobre el diario y las hojas se arruinaron. Así que dejó de escribir.
Se sentía extraño, las emociones eran confusas. Se regresó a la cama y siguió llorando hasta que le dolió la cabeza. Terminó durmiéndose.
Para cuando despertó ya eran las tres de la tarde, se removió quitándose las cobijas de encima, había sudado por estar hecho un ovillo. Sus padres ya estaban en casa, podía escuchar los pasos y murmullos de las voces fuera.
Se levantó y fue al baño, Adela le vio pero no cruzaron palabra. Misha tenía una mueca de molestia. Se lavó la cara, al mirarse en el espejo notó que se veía fatal. Casi no había comido nada en esos días.
“¡Misha, baja!” Era Peter, salió del baño. Trató de actuar normal, aun llevaba el uniforme así que les diría que se durmió al llegar de clases. Se acercó a las escaleras y vio a Bange subir. Se detuvo un momento.
- ¿Qué tal el colegio? - Habló bajo tratando de no sonar tan enojado.