Aunque estuvo ocupado en planear el cumpleaños con sus amigos, la semana pasó lenta y tortuosa. Al llegar al colegio saludaba a Misha todas las mañanas, quería romper esa barrera entre ellos de que no hablaban por nada bueno. Claro que escuchaba sus respuestas pero no tenía cara para hacer algo más. No tenía el valor para seguir hablando, no aun.
Pensó todo el fin de semana sobre lo que pasó en la fiesta, se sintió un tarado por como trató al rubio y lo que le dijo. Cada vez que se quedaban solos se le atoraban las palabras y los pensamientos. Se ponía nervioso, ansiaba solo besarlo y dejar todo lo demás para después. Debía dejar de actuar así y pensar antes de actuar.
En clases lo miraba de lejos y se cuestionaba como podría haber hecho mejor las cosas. Aun creía que su idea sobre quitarse las ganas era la correcta, eran dos alfas y realmente no podían aspirar a otra cosa. No pudo más con su confusión y tuvo que buscar consejo.
Giel había estado insistiendo en que le cuente que le estaba pasando con Misha, a pesar de sus amenazas de delatarlo ella no lo hizo. El día martes después de acabar de planear bien lo de la fiesta habló con sus amigos.
Jane, Lion, Cristian y Giel escucharon atentos lo que había estado pasando, todos ellos sabían la historia de los hermanos Portrat. Las caras de sorpresa al enterarse que de nuevo se enredó con ellos fue desalentadora.
Creyó que lo iban a juzgar, que de nuevo sus amigos le darían la espalda y quedaría solo tal como le había pasado hace unos años. No fue así, todos lo apoyaron. Aun Giel que estaba muy enojada por no haberle dicho nada antes, le recordó que se preocupaban por él y que lo querían.
Tae había estado andando deprimido y callado, no era normal pero le dieron tiempo de hablar de ello por su cuenta. Insistieron en que iban a estar para él si algo salía mal, Cristian le aconsejó. Le recordó que Misha ya no pensaba como omega, el alfa rubio se horrorizó al saber las cosas que Taero estuvo haciendo y se burló de él también.
Tae no solía ser así, era coqueto y sabía cortejar. Escuchar que con Misha le salía todo mal fue divertido. Cristian le dijo “Habla con él y mantenlo simple, sé sincero.” Quizás era por que hasta ahora, nadie le había gustado en serio. Con las chicas había sido muy fácil, no se ponía nervioso. Era sencillo y todo fluía solo, con Misha todo eran dudas.
Hasta ahora solo habían hablado en malos momentos o ebrios. Hoy sabía que él iba a estar allí, Bange le contó. No había tomado una gota de alcohol por que quería que esta vez saliera bien, que si lo rechazaba fuera en serio y de una manera correcta.
Si seguía haciendo las cosas mal no solo iba a perder a Misha en el proceso, Bange se había estado distanciando. Esta vez no fue sin una razón, el omega le dejo bien claro que si lastimaba a su hermano la amistad entre ellos se acabaría.
Bange se preocupaba por Misha. Siempre fue así, aun si fue un niño difícil tuvo presente a su hermano mayor y lo cuidaba a su manera. Era algo que el omega le había confesado de niños cuando eran mejores amigos, mucho antes de que los celos los arruinaran a todos.
El fin de semana coincidió con un viaje de negocios de sus padres, aprovechó para armar algo con su grupito y celebrar el cumpleaños de Cristian. Tendrían todo el fin de semana, limpiarían y ordenarían al día siguiente. Magda no solía delatarlo, mientras cuidaran las cosas y no se dañara nada. Era el plan perfecto.
Ese día estaba ansioso, nervioso. Bajó de su habitación tratando de respirar tranquilo, recordándose que tenía que actuar maduro. Se arregló como de costumbre, una camiseta blanca, pantalón y zapatos deportivos. Cómodo pero ostentoso, eran prendas caras. Su atuendo rebasaba los doscientos dólares.
Bajó al salón y saludó a todos, especialmente al que iba a cumplir años. Aun faltaba, era el 20 pero esas fechas seguramente estarían más ocupados con sus familias. Bange estaba ahí, los nervios subieron. Misha tenía que estar allí también. Le sorprendió que Miranda llegara a la fiesta, Giel no solía llevarla a ninguna. Eran amigos, de lejos pero se conocían y la chica le agradaba.
Se la presentaron a Bange y Linus, se supone que ella estaba a punto de entrar en su colegio. Mientras todos hablaban se relajó, no quería correr a buscar al rubio. Cristian y él estuvieron discutiendo un montón sobre que podría hacer para acercarse de una buena manera. Planear eso con anticipación le ayudo a manejar sus impulsos.
Entonces Camil pasó junto a ellos con Misha de la mano y Taero no pudo quitarle la mirada de encima. El negro le quedaba tan bien, contrastaba con su piel, cabello y ojos. Cuando ya no pudo verlo salió de su ensoñación y notó que todos le miraban.
Se tensó, era momento. Tenía que hacer algo ahora. Se apartó del grupo sin disimular a donde iba. Se detuvo en el portal de la cocina y los vio. Había tensión, fue obvio que Misha se puso nervioso. Hubiera reído pero él también estaba demasiado nervioso.
Caminó por la cocina, se acercó a ellos con una expresión seria. Sabía que Camil iba a decirle alguna estupidez o que incluso Misha podría ser mordaz con sus palabras. No le importaba, este era el momento. Tenía que ser ahora, toda la semana pasó afligido. No pensaba seguir así ni un día más.
- Hey, hola. - Saludó como pudo, tratando de sonar normal. La música no llegaba tan fuerte allí.