NOTA: Advertencia, contenido delicado.
Misha terminó de escribir un poco en su diario, la mañana le alcanzó para muchas cosas. Comió una tostada, se bañó, arregló el cuarto; y, dobló y guardó la ropa de Tae en su armario. Sus zapatos y boxers eran las únicas cosas que llegaron a casa. Estaban completamente húmedas, las puso a lavar.
Al terminar de ordenar todo, vestirse y arreglarse se sentó a escribir. Estuvo una hora redactando los besos de Taero, sus nuevos amigos y como se sentía. Era extraño, estaba de buen humor.
Se apartó de la mesa, agarró el celular y se echó en la cama, estaba esperando a que su papá les diera la orden de salir. Al desbloquear el aparato revisó sus mensajes, Camil le había agregado en un chat grupal. Entró a ver con curiosidad.
“¿Hola?” Envió.
“Princesaaaaa!” Le respondió alguien, Misha entró a la foto y vio a Eme sonriendo mientras abrazaba a una chica.
“Tarado.” Mandó una carita sonriendo.
“Hey.” Volvió a ver la foto, era Itan.
Entró al menú del chat y fue agregando sus números, Amara también estaba allí. El rubio sonreía, estaba tan feliz de sentir que era parte de algo. Que ellos lo estaban incluyendo en ese grupo, en su amistad.
“Buenas nocheeeess! ¿Todo bien en casa?” Mandó Camil. “Queremos salir a comer, confirma.”
“Hoy no puedo, voy a salir con mis padres.”
“Hola chicos!” Envió Amara.
Se quedó conversando un rato en ese chat, Eme mandaba stickers tontos e hizo enojar a Camil por que ella quería organizar algo para todos. Misha se reía de los mensajes, ni siquiera en un chat Itan interactuaba mucho. El alfa azabache reaccionaba a casi todo pero no respondía a casi nada.
Mientras se reía, llegó una notificación de otro chat. Misha dejó de reír y salió para revisar, era Taero. Apartó el teléfono para agarrar su almohada y volvió a retorcerse de felicidad como cuando llegó a casa hace varias horas.
Volvió a tomar el aparato con nerviosismo y entró al chat. Leyó con el rubor en sus mejillas “Hola, ¿Dormiste bien?” El rubio se derretía con esas simples tres palabras, era una locura que Taero le hablara con tanta comodidad. “Voy a ir al punto, quiero que hablemos, ¿Nos podemos ver hoy?”
La sonrisa se le borró apenas, los nervios empezaron a crecer. Misha no respondía por el temor que de repente apareció, ¿Y si Taero estuvo ebrio? ¿Y si en la noche se lo pensó mejor todo y ya no quería nada? ¿Y si todo había sido una broma de mal gusto?
“Hola.” Envió nada más para no dejarle en visto.
- ¡Chicos ya nos vamos! - Llamó su papá, el peor momento.
“???” Envió Tae, Misha hizo un audio.
- Hola Tae, estamos saliendo a comer con Peter y Adela. Dormí muy bien y sobre vernos... Tal vez más tarde cuando regresemos. Como a las seis .- Trató de sonar tranquilo y confiado, se levantó de la cama y buscó sus audífonos por si acaso.
En el pasillo Bange estaba bajando las gradas primero, notaba a su hermano omega muy contento también. Seguro estaba hablando con Giel. Bajó las gradas y sonó la notificación de mensaje, Tae escribió “Esta bien, te escribo más tarde.”
¿Así de corto? Se detuvo en las gradas, mirando el celular. No sabía que decirle o que poner. “:(“ Envió, sin decirle nada más. Suspiró y bajó, ¿Por qué la felicidad no le duraba nada? La sensación en su pecho regresó, habia pensado que ya no iba a tener que sentir eso...
Subieron al auto y salieron a comer, no agarró más el celular. No le gustaba sentirse así, lo vería más tarde, cerca de la hora en que regresarían. Como sus padres no acostumbraban hacer tiempo para ellos, Misha sabía que irían a pasear o comprar algo. Así fue, sus padres les llevaron a ver ropa. Luego pasaron por el supermercado y les compraron unos libros.
Misha no leía demasiado, hasta dudaba de que Bange lo hiciera. De todos modos sus padres pensaron que sería buena idea que tuvieran nuevos hobbies. A las cinco de la tarde estaban apenas regresando al auto y allí revisó su celular. Lo había dejado en silencio, tenía varias notificaciones. En el chat grupal como cincuenta, sonrió.
Tae no le escribió nada, la sonrisa se fue. Pensó que al menos un par de mensajes serían de él. Taero le dijo que le escribiría, ¿Ya no lo iba a hacer? ¿Se enojó? ¿Debía escribirle él? Regresaron a casa, eran diez a las seis y Tae no le mandaba nada.
Misha subió a su habitación, tiró el celular en la cama y se echó en ella. Agarró una almohada y la abrazó fuertemente, que frustrante. No quería sentirse así, Taero tendría que haberle escrito ya. Quizás estaba ocupado, quizás algo pasó que le hizo olvidar que tenía que escribirle.
Eso tenía que ser, se giró en la cama y sujetó el aparato. Entró al chat y lo vio en línea, empezó a escribir, borró. Escribió de nuevo, borró. No sabía como empezar la conversación, tenía miedo de arruinarlo todo. Seis y quince y aun no se hablaban. Estaba a punto de llorar, quería escribirle alguna grosería, un reclamo. Lo que fuera.
- Oye Misha. - Bange apareció por su puerta
- ¿Qué? - Preguntó con mal tono regresando a ver de mala gana.
Tae estaba parado allí, sonriendo. Misha se sentó de golpe en la cama y dejó el celular a un lado. Bange le puso los ojos en blanco y se fue a su habitación. Agradeció haber ordenado su desastre, Taero entró con cuidado y cerró la puerta suavemente.