Jueves, Taero miraba la pizarra mientras Almerí explicaba un ejercicio de matemáticas. Estaba del peor humor posible, desde el domingo las cosas en su vida seguían estando muy mal.
Sus padres no habían dejado las peleas bastante intensas en casa, los pocos minutos que se veían se decían de todo a pesar de que no convivían prácticamente para nada. Tae intentaba no estar allí cuando ellos llegaban, se encerraba o salía con sus amigos.
Giel estaba destrozada, la habían visto poco y se veía fatal. Ayer les había contado a su grupo de amigos lo que había hecho por el deslice del celo en un mensaje de audio, Tae la entendió al instante. En los celos uno no piensa con claridad, el dolor y la ansia pueden hacer que hagas o digas cosas de las que luego te arrepientes.
Su amiga estaba convencida de que espantó a Bange por ser demasiado pegota, sumándole a eso lo que le dijo por el celo... Ya no había vuelta atrás. Intentaron subirle el ánimo con mensajes de apoyo. Giel no fue a clases ese día tampoco, llevaba faltando desde el martes.
Bange le ignoraba los mensajes, el muy desgraciado no le decía nada de nada. Lo dejó en visto cada vez que le escribió y no sabía que hacer. Quería preguntarle que pasó para poder darle consuelo a Giel pero al mismo tiempo, estaba preocupado por Bange. Que cerrara su red fue muy extraño hasta para él.
Para rematar, Misha no le hablaba, tampoco le respondía los mensajes. Era peor por que estaban en el mismo salón, entonces durante clases el menor lo ignoraba hasta el cansancio. Ya ni siquiera le respondía los saludos en la mañana. Consideró darle su espacio, pero se sentía mal que esto estuviera durando tantos días.
Solo a veces, cuando le preguntaba por mensaje si el trato se había cancelado Misha le respondía que seguía en pie y que ya hablarían. No tenía una puta idea de que les pasaba a los hermanos pero estaba al borde de un colapso nervioso por sus actitudes estúpidas.
- Campcell. - Escuchó su nombre en un tono nada agradable y levantó la mirada al profesor con ferocidad. Varios compañeros le miraron. - Resuelva el ejercicio.
- No quiero. - Contestó como un niño antipático. Almerí lo miró con sorpresa y cinismo. Él quería desquitarse, igual cualquier cosa que pasara su mamá iba a solucionarlo.
- Vaya, parece que hoy nos levantamos con el pie equivocado. - Soltó irónico su maestro, Tae volvió la mirada a la banca. - Creí que esa conducta problemática se había esfumado. - Insistió el adulto.
Taero ni se movió, los primeros años allí había sido un chico problema. No era casualidad que llegó a ser amigo de Kylen y Dereck, a pesar de no ser cercano a ellos. Era igual a esos alfas, enojado todo el tiempo, molestando a los demás. Se reía de quien tenía la mala suerte de caer en la mira de Kylen.
Con la llegada de los hermanos tuvo que elegir, no quiso secundar los abusos de ese alfa con ellos. Por eso había cambiado, por eso estuvo actuando diferente esas semanas. Ahora con todo encima, con la ingratitud de los hermanos sintió que había estado perdiendo su tiempo. ¡Incluso los defendió a los golpes!
Estaba listo para meterse en problemas con su maestro, en ese momento sería capaz de golpear incluso a un adulto. Quizás la expulsión lo libraría de todo, de los hermanos, de sus amigos y de su familia. Entre su disparate mental, sintió una mano en su espalda. Apenas fue un roce, era Misha.
- ¿Qué pasa? - Le escuchó susurrar al menor y todo el enojo se volvió frustración.
- Disculpe señor Almerí. - Dijo mecánicamente en voz alta sin mirar al maestro. Misha no dejó de tocarlo.
- Tendrá que pensar en su conducta. - Su profesor no estaba tan mordaz ese día. - Tome, vaya a inspección.
Tae se levantó, sin mirar a nadie avanzó para tomar el papel que tenía Almerí en su mano y salió al pasillo. Recibiría un llamado de atención, era todo. Bajó las gradas camino a inspección general que estaba en el primer piso, ya conocía el lugar. A punto de llegar vio a Bange subiendo. Lo agarró del brazo con sorpresa.
- Hey. - Llamó irritado, Bange le miró con temor. Lo soltó. - Perdona, oye ¿Qué diablos te está pasando? - Algo tenía, lo notaba en su mirada.
- Hola, nada. No me pasa nada. - Bange se encogió de hombros, Tae sabía que le estaba mintiendo.
- ¿Nada? Diablos Bange, todos estamos muy preocupados. - Admitió, con pesadez. - No me respondes los mensajes, Giel se volvió loca con lo que hiciste. - El omega dejó de mirarle. - Bange en serio, solo quiero saber que estas bien. Olvida lo de Giel, no pasa nada con eso.
- Estaba enfermo, es todo. - Se excusó su amigo, de nuevo le mentía. - Sobre Giel, ya no voy a hablar con ella. Ya le dije.
- ¿Podemos hablar más tarde? - Insistió Tae. - Te llamo o te voy a ver.
- Por ahora no quiero ver a nadie. - Bange pretendió irse y dejarlo hablando solo. Tae iba a explotar.
- No me jodas, que actitud de mierda tienes con tus amigos. - Le siguió hasta que subieron las gradas al pasillo de omegas.
- Taero no me molestes ahora, lo hablamos luego. - Insistió el omega, con mal tono.
- No. - Le agarró del uniforme de nuevo.
- ¡Suéltame maldición! - Bange forcejeó para que lo dejara.