Esto es amor

18

Myung Soo me cubrió con su cuerpo, mirando al hombre del tatuaje fijamente.

—¿Que quieres? —replicó mi novio con voz fría.

—Que dejes de ensuciar mi calle, L.

Arqueé una ceja. ¿Lo había llamado L? Creía que sólo Sung Kyu y Sung Yeol lo llamaban así.

—¿Tu calle?

—Sí, mi calle —me miró—. ¿Sales con ese afeminado?

—Ese no es tu asunto, imbécil.

—¡No le hables así al jefe, mocoso! —gruñó otra voz y reconocí al tipo que había dicho no tener problema con que yo fuera un chico.

Me estremecí.

—Así que si sales con él —la voz de Chul Moo sonaba inexpresiva—. Debería romperles la cara sólo por revolver mi estómago.

Myung Soo no dijo nada, pero noté como miraba hacia los lados de Chul Moo. Sólo eran tres contando al líder. Había dejado al resto de la pandilla en casa.

—Hágalo, jefe —lo animó uno de sus acompañantes.

—Cierra el pico, Long —y se escuchó el sonido de un golpe—. Creía que serías más hombre, L. Ya veo que las costumbres de tu hermano se te pegaron—. Volvió a clavar sus ojos en mí —o tal vez ese pequeño afeminado te...

No terminó la frase. Myung Soo había saltado hacia adelante y le había golpeado en la mandíbula con el puño derecho.

Chul Moo se tambaleó.

—Te dije que no era asunto tuyo —y la frialdad de Myung Soo había desaparecido. Estaba furioso, tanto como yo aquella noche.

Myung Soo no pudo agregar nada más pues los otros dos tipos se arrojaron sobre él.

Lancé un grito cuando Myung Soo recibió un golpe en el brazo, pero esquivó el golpe del otro y dió uno a su vez.

Sabía pelear.

Y, sin embargo, yo estaba aterrado.

Mientras Myung Soo luchaba contra los dos tipos yo me hice a un lado, mirando hacia todas partes, pero no había nadie por ahí. Estábamos solos.

Y me fijé en Chul Moo, se había inclinado hacia el suelo, logrando que su cabello cayera hacia adelante, se lo apartó de un manotazo y observé una linea blanquecina sobre su frente.

Una cicatriz, cortesía de Sung Kyu.

Chul Moo se incorporó con lo que parecía un tubo en las manos.

Lo ví todo en cámara lenta, como se acercaba a paso tranquilo hacia donde Myung Soo peleaba. Lo ví acercarse por la espalda. Lo ví levantar el tubo...

—¡NO!

Actué por puro instinto. Lo empujé con todas mis fuerzas, pero no logré derribarle. Chul Moo dejó caer el tubo y clavó sus ojos en mí, estos eran negros y vacíos.

Intenté retroceder, pero fue más rápido y me sujetó por el pelo.

Solté un grito, tratando de soltarme.

—Cierra el pico, marica —me espetó con una voz llena de desprecio y me arrojó contra la pared.

El impulso era demasiado fuerte y lo único que pude hacer fue usar mis manos para proteger mi rostro.

Reboté contra la pared y caí al suelo de sentón, sobre un montón de latas y envolturas de comida rápida.

—¡Sung Jong!

Esa era la voz de Myung Soo.

Me giré a tiempo para verlo desprenderse de los dos tipos y lanzarse sobre Chul Moo. Este esquivó el primer golpe, con una mueca de asco en el rostro.

—No te atrevas a tocarme de nuevo, asqueroso homosexual.

Sentí un aire helado colarse por mi interior ante la crueldad de sus palabras, pero Myung Soo ni siquiera se inmutó.

Su hermoso rostro se contrajó durante un segundo y volvió a lanzarse sobre él. Esta vez no falló. Y su puño se estrelló directo en la nariz de Chul Moo.

Podría jurar que el crujido se escuchó a kilómetros de distancia.

—¡Jefe! —chillaron sus esbirros al unísono.

Chul Moo había sido derribado, empapado además con un chorro de su propia sangre que parecía salir a raudeles de su rota nariz.

—Si vuelves a tocarlo, te mataré —dictaminó Myung Soo, de pie, mirando a Chul Moo.

Había vuelto a su actitud fría. Era de nuevo ese chico que tanto me había cautivado la primera vez que lo ví.

Chul Moo y sus aliados lo miraron con odio.

Eso no acabaría bien.

Y entonces ocurrió un milagro.

Una sirena comenzó a sonar. Una patrulla. Se acercaba.

—Larguemonos —siseó el derrotado líder mientras se levantaba. Miró a Myung Soo una vez más y acto seguido los tres echaron a correr en medio de la oscuridad.

Myung Soo corrió hacia mí.

—Jongie, ¿estás bien?

—Sí.

Pero no era del todo cierto. Estaba temblando y un sudor frío me bajaba por la espalda.

Me tomó entre sus brazos.

La sirena se escuchaba con más fuerza.

Myung Soo me llevó de nuevo a la pared donde minutos antes nos habíamos besado.

—No hagas ruido —susurró contra mi oído.

El coche policial rodó lentamente por la calle, iluminando durante unos segundos el escenario de la pelea.

Pensé que la sangre los alertaría, pero no fue así, siguieron de largo, dejando el callejón de nuevo sumido en la oscuridad.

—Myung Soo.

—Está bien. Todo estará bien. Estoy aquí.

Sentí como besaba las puntas de mis cabellos y me estrechaba aún con más fuerza, pero también sentí como le temblaban las manos.

 



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En el texto hay: homosexual, woogyu, myungjong

Editado: 10.07.2022

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