—¿Jongie? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
Respiré hondo al escuchar su suave voz.
—¿Qué pasa entonces?
—Mi profesora se desmayó y salimos antes. ¿Puedes venir por mí?
—Claro que sí, cariño, estaré ahí ahora mismo.
—Ah... Gracias.
—No te muevas de ahí. Voy para allá.
—Aquí estaré.
Corté la comunicación y me volví hacia Sung Kyu y Hoya.
—Sung Jong ha salido antes. Me voy por él ahora mismo.
—Voy contigo —declaró al momento mi hermano mientras se levantaba.
—Déjenme ir con ustedes. Hace tiempo que no veo a Sung Jong —se unió Hoya.
—Lo viste no hace mucho —replicó Sung Kyu, pero ya no les presté atención.
Salí de ahí tan rápido como pude, maldiciendo no tener un auto. Tal vez si hablaba con mamá y su esposo... Es decir, con mis padres, aunque dudaba que aceptaran, no con las calificaciones que tenía. Otra cosa para maldecir, ¿por qué no le había prestado más atención a mis estudios?
Veinte minutos después llegamos al edificio donde Jongie tomaba sus clases de canto, pero no había nadie ahí. La ola de angustia regresó a mí con mucha más fuerza.
Me quedé inmóvil un segundo antes de que una gran multitud no muy lejos de ahí llamara mi atención.
Y no sólo eso. Había dos patrullas. Y una ambulancia.
Mi corazón se aceleró. Y el miedo se instaló en mi cabeza, el convencimiento de que algo horrible e irremediable había ocurrido.
Me acerqué a paso lento, sintiendo las piernas como si estuvieran hechas de plomo.
—Que horror esos tipos —decía una joven, abrazada a un señor mayor.
—Lástima que hayan huido antes de...
—¿Los viste?
—Eran vándalos. Y usaban unas camionetas que...
—Pobres chicos.
—Seguro que trataron de asaltarlos.
Esos murmullos. Esas voces. Estaban volviéndome loco.
Me abrí paso a empujones y llegué hasta el centro.
Había dos policías ahí, manteniendo a los curiosos a raya.
Y había manchas de sangre fresca en el pavimento. Demasiada sangre.
Quise huir, fingir que no había visto nada, que Jongie estaría esperándome en otro lado, a salvo, que él no...
Y entonces lo ví, llevado en una camilla, a punto de ser subido en la ambulancia.
Sung Yeol.
Corrí hacia él, pero un policía me detuvo.
—Muchacho, esto no es un espectáculo. Aléjate.
—Pero lo conozco.
Sólo así me dejó acercarme.
—Sung Yeol.
Mi amigo levantó un poco la cabeza al escucharme. Tenía el ojo izquierdo completamente cerrado y su nariz ladeada de una forma poco natural.
—L.
—Sí, soy yo.
—Sung Jong.
—¿Qué?
—Él... Él...
No terminó la frase y perdió el conocimiento. Los paramédicos me hicieron a un lado y cerraron la ambulancia, llevándoselo.
Me quedé inmóvil, procesando lo que había dicho.
Sung Jong.
¿Dónde estaba él?
—Disculpe, ¿a qué hospital van a llevarlo? —escuché a lo lejos la voz de Sung Kyu.
—Probablemente al mismo donde llevaron al otro chico —respondió el policía que me había detenido—. Espera un segundo, el nombre es...
Me giré al momento.
¿Al otro chico? ¿Había dicho al otro chico?
Jongie...
Mi mente se nubló y lo siguiente que recuerdo es estar vomitando en un baño con olor a desinfectante.
Jalé la cadena y me senté en la tapa, confundido y desorientado.
Sung Jong.
Quise golpear algo para sacar mi rabia y mi frustración.
Golpearon la puerta del cubículo donde estaba.
—L. ¿Estas mejor?
Me levanté y salí.
—¿Cómo llegué aquí? —inquirí al ver a Sung Kyu, pero no esperé respuesta y me acerqué al lavabo para echarme agua en la cara. Me llevé otra sorpresa al mirar mi reflejo en el espejo y ver mi labio inferior hinchado.
—Lo siento por eso —dijo Sung Kyu —pero fue la única forma de calmarte.
—¿Me golpeaste?
—Te pusiste como loco cuando te dijeron que Sung Jong tendría que entrar a cirugía y...
—¿Qué?
Me volví de golpe, con el corazón en un puño.
—Oh, parece que bloqueaste todo —me dio una palmada en el hombro—. No eres el único. Woo Hyun está igual. Al final fuí yo quien firmó la autorización.
—Jongie...
—Sigue en cirugía, pero su condición era estable cuando lo ingresaron al quirófano.
Mi hermano hablaba con firmeza, pero sus ojos rojizos no podían engañarme. Había llorado.
¿Cuanto tiempo había pasado desde que ví a Sung Yeol en la ambulancia hasta ese momento?
Sung Yeol.
Me volví de nuevo.
—¿Cómo está Sung Yeol?
—También en cirugía. Perdió mucha sangre, así que fueron necesarios varios donadores. Su padre viene en camino.
Abrí el grifo y sumergi la cabeza bajo el chorro de agua helada, esforzándome por mantener la mente clara.
—Fueron ellos, ¿cierto? —escupí.
—Sí. Fueron ellos —suspiró Sung Kyu.
—¡Dijiste que no atacaban de día! —acusé, volviendo el rostro hacia él, listo para sacar mi furia, pero Sung Kyu había comenzado a llorar, cubriéndose con ambas manos.
—Lo siento... Lo siento tanto... —gimió y no pude seguir con mi ataque.
Él también estaba sufriendo.
Y pese a mi propio dolor por Jongie, podría apostar a que el suyo era peor, porque en ese momento estaba reviviendo lo ocurrido años atrás con Hyun Jae.